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El Bita sería el primer río protegido del país

En dos años, este afluente de Vichada y tesoro de la biodiversidad se convertiría en uno de los primeros protegidos del mundo. Instituto Humboldt, autoridades locales y sociedad civil firmarán alianza para lograrlo.

Angélica María Cuevas Guarnizo
11 de abril de 2014 - 04:03 a. m.
El Bita sería el primer río protegido del país

No se conoce en el continente una figura de conservación similar. Declarar un río como área protegida puede parecer a muchos una idea descabellada, pero para expertos como Brigitte Baptiste, directora del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, serán estrategias de este tipo las que les garantizarán agua limpia a los pobladores del futuro.

Si todo sale como se ha planeado y el Bita, en el Vichada, se convierte en uno de los primeros ríos protegidos del mundo, Colombia sería reconocida como pionera en estrategias de conservación alternativa.

Ante la degradación ambiental que sufren importantes afluentes como el Magdalena y el Bogotá, convertidos en cloacas por los colombianos, Baptiste, entre otros expertos, ha insistido en que el país debería proteger algunos tributarios que desembocan en estos grandes ríos para así desacelerar la muerte de tan importantes ecosistemas.

Pero antes de que esto suceda se desarrollará en Vichada un proyecto piloto que convertirá al río Bita en el primer río protegido del país y en un nodo de investigación científica de la región.

Gracias a los esfuerzos de organizaciones civiles como las fundaciones Omacha y Orinoquia y el apoyo del Instituto Humboldt, las alcaldías locales y Corporinoquia, el próximo 26 de abril se firmará en Puerto Carreño una alianza para establecer un plan de ordenamiento de la cuenca y consolidar su preservación.

 Tesoro de la biodiversidad

 El Bita es un monstruo de agua de 500 kilómetros de longitud que desemboca en el Orinoco, a pocos kilómetros de Puerto Carreño. A pesar de que son muy pocas las investigaciones que se han realizado en su cuenca, los expertos lo han catalogado como uno de los afluentes más saludables y biodiversos de Colombia.

“Es un río que nace de las sabanas de la Orinoquia, que aún no se ha visto afectado por la ganadería o los proyectos de extracción de recursos naturales y donde no hay presencia de grupos indígenas. En su cuenca habitan jaguares, delfines, dantas y muchas especies de tortugas. El 80% de los peces ornamentales que exporta el país vienen de esta zona. Al menos 600 pescadores deportivos de todo el mundo visitan el Bita cada año para practicar. Sabemos que existe un gran potencial científico, turístico y de conservación a través de acuerdos entre pobladores”, dice Fernando Trujillo, director de la Fundación Omacha, organización que ha descrito y protegido parte de los ecosistemas de Vichada.

No se trata de declarar un nuevo parque nacional, explica Germán Andrade, director encargado del Instituto Humboldt. Lo que intentará esta alianza es convencer a los dueños de las tierras aledañas de que es posible llevar a cabo actividades productivas sin afectar la salud del río. “Tenemos que preocuparnos porque los ecosistemas que habitamos se mantengan saludables, no basta con constituir nuevos parques nacionales”.

El país ya fue testigo de lo que puede ocurrir con las sabanas inundables de la Orinoquia si no se toman decisiones acertadas sobre el territorio. La sequía en Casanare es tan sólo una muestra de ello. Por eso Germán Andrade asegura que esta alianza “nos entrega la esperanza de que podemos actuar y tomar mejores decisiones frente a la planeación del territorio”.

En diferentes oportunidades, la directora del Instituto Humboldt ha repetido que, a pesar de que la política colombiana del recurso hídrico dice que la gestión ambiental de los ríos debe hacerse por cuencas, el país no lo ha logrado, y aunque Colombia tiene el sistema de áreas protegidas más antiguo de América, las medidas de preservación se han concentrado en acciones para conservar la tierra y no el agua. En esto coinciden todos los actores interesados en que se firme la alianza. “Se han protegido innumerables hectáreas de bosque que incluyen tramos de río. Pero lo que queremos hacer en el Vichada es un enfoque novedoso de conservación”, dice Fernando Trujillo.

Además, la alianza busca llamar la atención de los colombianos frente a una región a la que históricamente se le ha dado la espalda. En el imaginario nacional, la Orinoquia se ve como un conjunto de sabanas improductivas de donde salen pocas noticias. “Pero tenemos que fijar los ojos en ella, descubrir cómo es que debemos administrar esa región, entender que es una gran fuente de riqueza hídrica, pero que sus ecosistemas también son frágiles y si no los cuidamos vamos a poner en riesgo la supervivencia de las futuras generaciones y los modelos económicos que se están tratando de implementar. Si les quitamos el agua a estos suelos pobres, generaremos un desastre ambiental”, recalca el director de Omacha.

 

 

acuevas@elespectador.com

@angelicamcuevas

Por Angélica María Cuevas Guarnizo

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