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Estudiar en la frontera

En el marco del programa Plan Fronteras para la Prosperidad (PFP), el gobierno inauguró un internado en la frontera colombo-ecuatoriana.

Steven Navarrete Cardona
25 de marzo de 2014 - 11:00 p. m.
Estudiar en la frontera

Mientras suena el himno nacional de Colombia y los representantes del gobierno Santos, con la mano en el pecho y el cuerpo bien erguido entonan la primera y segunda estrofa del poema que compuso Rafael Núñez, un grupo de pequeños niños juegan con globos de colores, hablan y ríen entre ellos sin importarles que algunos adultos consideren esto como un acto sacrílego, una contravención al sentimiento patriótico.

Los niños cuchichean y hablan de lo chistoso que lucen los periodistas que no iban bien preparados para la ocasión y quedaron embarrados hasta la cintura. También hablan de los muchos hombres armados que había en el lugar, y de ‘cachifo’, el perro que se paseaba como pedro por su casa en ese pequeño salón.
Las risas sinceras tratan de ser acalladas por algunos mayores, pero los regaños no tienen efecto, la explicación de una de las madres que les cuenta que es la primera vez que dos ministros viajan al pueblo en una visita relámpago no sirven de nada, igual los niños siguen riendo.

“Niños mal educados”, anota uno de los asistentes, “no respetan”, dice otro. Debe ser porque no conocen que es el ‘gobierno’ y sus figuras, o porque, en sus aproximados 8 años de vida, sólo conocen del gobierno a los miembros de la fuerza pública, y a un alcalde angustiado que trata de hacer respetar la constitución en una zona roja.

Desde hace ocho décadas cuando no aparecía en el mapa, como ahora, agua y lodo inundan las calles de Piñuña Negro, una inspección del municipio de Puerto Leguízamo ubicada en la frontera con Ecuador.

La única forma de llegar a Piñuña Negro es por el rio Putumayo, que hace de autopista para conectar a los históricamente olvidados municipios de este departamento. Normalmente el recorrido tarda hasta seis horas en una lancha rápida desde Puerto Asís.

La primera vez que los bogotanos escucharon sobre el Putumayo fue a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando los principales diarios del país cubrieron el auge de las caucherías, y los malos tratos que recibían los nativos por parte de la Peruvian Amazon Rubber Company o más conocida como la Casa Arana, pero debido a que el auge de las mismas culminó en 1912, el país se olvidó de nuevo del Putumayo. Pasarían 20 años más para que el sur del país volviera a ser noticia con el conflicto Colombo-Peruano, y casi 50 más, para que con las marchas cocaleras de 1996, Colombia girara su mirada hacia esta tierra que en boca de muchos pobladores fue tierra de nadie.
Piñuña Negro cuenta con 2300 habitantes, una gran parte de ellos no tiene acceso a agua potable de forma continua, tampoco a un sistema de salud y mucho menos a un empleo fijo.

El viernes de la semana pasada una comitiva del gobierno encabezada por la ministra de Relaciones Exteriores, María Ángela Holguín y el Ministro de Defensa, junto al general Rodolfo Palomino y a otros altos miembros de la fuerza pública, en medio de un fuerte operativo de seguridad, viajaron a Piñuña Negro para inaugurar un internado que beneficiara a 101 niños. Institución que lleva el nombre de Luis Vidales, en honor al poeta oriundo de Calarcá (Quindío), la única que ofrece formación educativa en horas de camino.

La entrega hace parte del programa Plan Fronteras para la Prosperidad (PFP) de la Cancillería, que tiene como objetivo impulsar y apoyar el desarrollo social y económico de las poblaciones de frontera, que tiene su funcionamiento desde el año 2010. El programa se financia desde diferentes fuentes que incluyen desde los recursos del gobierno nacional, la cooperación internacional, el sistema general de regalías.

El programa Plan Fronteras para la Prosperidad hace presencia en 13 departamentos, 77 municipios y 12 corregimientos. La mayor parte de la población beneficiaria del programa se ubica en las fronteras con Venezuela y Ecuador. Beneficiando a cientos de pobladores que viven en condiciones de extrema pobreza.
El programa, está conformado por un equipo interdisciplinario que a través del diálogo con los pobladores, orienta la realización de proyectos sociales. Centrando sus aportes en temas como educación y salud, implementando programas como la ‘telemedicina’ que consiste en el acceso a consejería médica especializada por vía web.

En la región históricamente ha hecho presencia el frente 48 de las Farc, siendo la frontera un punto codiciado como para el narcotráfico.

“Agradecemos mucho que el gobierno venga hasta este rincón de Colombia, sobre todo con este programa de la cancillería que es vital para nosotros y que nos ha ayudado mucho, el internado ayudara a muchos niños, pero no es suficiente, nosotros necesitamos mucha más ayuda”, anotó uno de los campesinos de la zona.

“Es preocupante para nosotros como habitantes de frontera, la alta centralización que se tiene en nuestro país, parecen dos ‘colombias’ una rural y otra urbana. Es fundamental que para lograr la paz el gobierno colombiano se fije en estos lugares, que son tierra de nadie, donde no hay oportunidades para los jóvenes más allá de empuñar un fusil, o ser un raspachin”, dijo uno de los habitantes que pidió no ser identificado.
 

Por Steven Navarrete Cardona

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