Los ciudadanos del área metropolitana de Bucaramanga (conformada por Girón, Piedecuesta, Bucaramanga y Floridablanca) están preocupados por la calidad del aire.
El último informe de la autoridad ambiental del Área Metropolitana de Bucaramanga, AMB, arrojó que si bien la calidad del aire mejoró, aún hay algunas zonas que se encuentran en alerta roja.
Ante esto, la Universidad de Santander (UDES) realizó un conversatorio con expertos de la ciudad, del área y entidades ambientales para analizar la situación y las medidas que se deberían tomar para contrarrestar el fenómeno.
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Las principales fuentes generadoras de material particular y de gases son el parque automotor, que cada vez crece en la ciudad pues a la fecha se reportan 600 vehículos en la zona, y las industrias grandes y pequeñas que en muchos casos no tienen control.
Según Walter Parnavé, profesor titular e investigador de la UDES, una de las medidas para contrarresta esta situación es la tecnología. “Si hablamos de que una fuente importante es el parque automotor, pues ese tiene que ser sometido a unos controles rigurosos desde un punto de vista de sus emisiones, vida promedio, entre otros. Y las industrias también, ellas deben atacar el problema de raíz, que es mediante controles y mejoramiento de la tecnología”, dijo el investigador.
Por su parte, Ángel Galvis, profesor del programa de Ingeniería Ambiental e Investigador del Grupo GAIA de la UDES, manifestó que la normatividad asociada con aguas residuales no se cumple en la capital santandereana.
En Bucaramanga “casi el 89% del agua no es tratada, estas van a parar al rio de Oro y Frío donde al llegar sin ningún tipo de tratamiento y esto empieza a producir un proceso anaeróbico, que genera compuestos como el ácido sulfúrico (responsable de olores fuertemente ofensivos) y otros compuestos azufrados que ocasionan posibles problemas de salud pública”, informó Galvis.
Otra de las preocupaciones de los expertos es que la ciudad supera los límites permisibles en el tema de calidad del aire. “Se registra cerca de los 2 m² de área verde por habitante, es decir, está lejos de los estándares latinoamericanos frente al tema forestal, teniendo en cuenta que el estándar son 10 m² por habitante”, indicó Parnavé.