Genocidio en el Pacífico: los pueblos indígenas después de la colonización

Este texto, escrito por el presidente de la Onic desde 1999 hasta 2003, relata la muerte de los comunidades del Pacífico en manos de un Gobierno carente de políticas y garantías.

Armando Wouriyu Valbuena
09 de agosto de 2019 - 10:51 p. m.
En la foto: indígenas del resguardo jaidukama. / Mauricio Alvarado - El Espectador
En la foto: indígenas del resguardo jaidukama. / Mauricio Alvarado - El Espectador

*Esta historia hace parte de seis relatos contados por indígenas colombianos en el marco del Día Internacional de los Pueblos Indígenas. 

Los pueblos y/o naciones milenarios y ancestrales, con historias de origen, deidades y espíritus, se encuentran en los espacios aéreos, marítimos y terrenales. Hijos de la Madre Tierra, los vegetales, animales, piedras y aguas, hacen parte integral de la vida regida bajo principios de armonía y equilibrio, con los deberes espirituales, morales, éticos y estéticos en conservación vital del ser humano.

Que los árboles, animales y aguas gocen de buena salud y traigan frutos, y que nuestros hijos se reproduzcan para mantener la energía vital de los pueblos. Que la dignidad se mantenga y perdure en nuevas generaciones, ya que en nuestras acciones está el bienestar y la extensión de la especie humana siendo de interés preservar la justicia milenaria en la oralidad.

Las cosas funcionaban así hasta que el imperio hispano católico, con sus caballos, pólvora y espadas, causó la guerra. 

Bajo el pensamiento de los mitos originarios en la península Ibérica, que contempla a un solo dios de sexo masculino, la mujer nace de un hombre y las personas son temerosas de ese dios, que logra el exterminio, sometimiento y confinamiento de los pueblos. Hoy sobreviven 104 naciones milenarias nómadas, semi-nómadas, sedentarios andinos y de desierto.

La filosofía hispano católica se impuso con los deberes morales de sus soldados causando despojo, desplazamiento, masacres, exterminios, envenenamientos etc. Luego se inició el proceso de gobernabilidad creándose el Virreinato de la Nueva Granada, donde el propietario de la tierra y sus bienes era el rey del imperio con su lengua castellana, cuya etimología se encuentra en otros idiomas como el latín, griego, alemán, árabe y otras lenguas milenarias iberas.

En el orden administrativo de la propiedad se concedieron tierras bajo la figura de encomiendas, entregadas a los castellanos, aragoneses y leoneses por un determinado tiempo y dentro de ellos personas de los pueblos milenarios. Primero, en calidad de seres sin derechos por no tener alma, y luego, en calidad de vasallos del rey al reconocérseles derechos de seres humanos. Más tarde vinieron los resguardos, “propiedad” de tierra que el rey concedía a algunas naciones.

Es un largo periodo en el que portugueses e hispanos esclavizan hombres, mujeres y niños en África para venderlos como bienes o cosas. De la misma forma, miles y miles son vendidos en Cartagena para ser parte de los bienes de encomenderos, latifundistas y mineros, quienes se apropian del derecho del uso, goce y usufructo del suelo y subsuelo de las tierras despojadas a sus propietarios para la acumulación del capital de familias europeas, con el apoyo de la iglesia católica.

Con esta escuela iniciaron, desde 1810, los 209 años de segregación racial, exclusión y apartheid. Existe aún una ley que considera al ser humano milenario y ancestral, salvaje, semisalvaje y civilizado. Afrontamos el 2019, el inicio del genocidio a los pueblos milenarios Wounan, Embera, Siapidara –Eperara, Gunadule y Awá.

Colombianos: la estructura económica de los pueblos milenarios del Pacífico está siendo destruida mediante políticas de Estado y de Gobierno. Eso significa la muerte por inanición, desnutrición y confinamiento. La muerte de los niños, mujeres embarazadas, ancianos y jóvenes, con el asesinato selectivo de líderes y autoridades espirituales. Esto es genocidio.

Por Armando Wouriyu Valbuena

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