Publicidad

Hombres en desorden

Los colombianos hemos escuchado hablar sobre mujeres transexuales y transgénero. Sin embargo, los hombres transgénero, que nacieron de sexo femenino y realizan el tránsito hacia el masculino, no están en nuestro imaginario colectivo.

Estefanía Zárate Angarita, ESPECIAL PARA EL ESPECTADOR
04 de mayo de 2015 - 08:54 p. m.
La organización Hombres en Desorden está integrada por ocho hombres transgénero. / La organización Hombres en Desorden está integrada por ocho hombres transgénero.
La organización Hombres en Desorden está integrada por ocho hombres transgénero. / La organización Hombres en Desorden está integrada por ocho hombres transgénero.

Pero el hecho de que la visibilidad de los transmasculinos sea menor, no implica que su presencia en la sociedad también lo sea. En Bucaramanga está la sede de una de las cuatro tiendas virtuales FTM (por las siglas en inglés female to male, de mujer a hombre) de Latinoamérica, donde se pueden comprar productos como fajas para disimular los senos y prótesis de penes.

Los hombres transgénero, según el abogado Germán Rincón Perfetti, “gozan de un beneficio fantástico y es que pasan inadvertidos porque no parece que estén en tránsito”. Y explica que el mayor desafío se presenta a nivel legal: “Al momento de identificarse figuran todavía con el sexo anterior y eso les dificulta el acceso al trabajo, el tema de la libreta militar e incluso el cambio de nombre”.

Al respecto, Camilo Losada Castilla, estudiante de 26 años de la Universidad Pedagógica y quien lleva seis años aplicándose testosterona y continúa en su proceso de tránsito, asegura que la mayor dificultad se presentó luego de cambiar su nombre en la cédula, en la que aún aparece una F en la categoría “sexo”: “Todo lo que hayas hecho en tu pasado tiene que modificarse también y ajustarse a tu nombre actual: cambiar el diploma de bachiller, ir a la Policía a actualizar la información... pero eso implica también unos rubros”.

Y el acceso al trabajo es, probablemente, el principal problema que enfrentan. Por ejemplo, Andrés Felipe Aguacía, de 33 años, lleva dos años en tránsito y es ingeniero de sistemas, aunque su diploma dice ingeniera. Con indignación cuenta que “este es el momento, después de un año de estar graduado, que no he recibido la primera llamada” y dijo que aunque reconoce que el problema de desempleo es generalizado, está seguro de que su transexualidad es la causa del suyo. “Si lo que vale en mi ingreso a una empresa son mis capacidades, mi profesión, ¿por qué tiene que estar inmerso el tema de mi sexualidad o de mi identidad de género?”, pregunta.

Losada y Aguacía hacen parte de la organización Hombres en Desorden, un colectivo de ocho hombres transgénero que reflexionan sobre los roles culturales de los sexos.

Mauricio Albarracín, director de Colombia Diversa, organización defensora de los derechos de la población LGBTI, dijo que las empresas deben asumir una actitud de respeto cuando reciben postulaciones de hombres o mujeres trans: “Tener personas trans, como tener mujeres, como tener afrodescendientes, como tener gais y lesbianas, hace que las empresas sean más fuertes, que tengan una conexión con la realidad social del país y aporten en un proyecto de responsabilidad social empresarial para la diversidad”.

El 20 de julio la congresista Angélica Lozano presentará una ley de género que les permitiría a hombres y mujeres transexuales y transgénero cambiarse la categoría de sexo en la documentación y, además, eliminaría el diagnóstico de disforia —considerada una enfermedad mental que causa el transgenerismo— como requisito para acceder a los procedimientos hormonales y quirúrgicos que deseen. “El Congreso es resistente ante la orientación sexual, a amar a alguien del mismo sexo; pero yo creo que pueden entender que un asunto de identidad es sobre sentirse del sexo opuesto y asumirse como tal”, dijo la representante a la Cámara por Bogotá.

Mientras tanto, Camilo y Andrés Felipe seguirán luchando contra las barreras de acceso a derechos fundamentales como la educación y el trabajo, al igual que los miles de transmasculinos que viven en todos los rincones del país y que a diario pasan desapercibidos.

Por Estefanía Zárate Angarita, ESPECIAL PARA EL ESPECTADOR

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar