La incertidumbre que desembarcó en Valdivia

Cerca de 2.000 personas llegaron a la cabecera municipal, evacuadas desde el miércoles a causa de la emergencia en Hidroituango. Si bien están en un lugar seguro, llegaron con poco en los bolsillos y sin ninguna certeza de lo que ocurrirá.

María Alejandra Medina / @alejandra_mdn *
18 de mayo de 2018 - 04:12 a. m.
El primer derrumbe en el proyecto  Hidroituango ocurrió el pasado 7 de mayo.  / EFE
El primer derrumbe en el proyecto Hidroituango ocurrió el pasado 7 de mayo. / EFE

Este jueves, Valdivia, un municipio en el norte de Antioquia, de poco más de 20.000 habitantes, recibió de golpe a cerca de 2.000 personas más, a causa de la emergencia por el taponamiento de túneles en el Proyecto Hidroeléctrico Ituango. La mayoría llegó evacuada del corregimiento Puerto Valdivia, a unos 40 minutos por carretera bajando hacia el río Cauca, el mismo que el sábado pasado se llevó 20 casas, tres puentes, aulas de clase, entre otros daños.  (Vea: No pesque en río revuelto: una infografía para entender la emergencia de Hidroituango)

Temerosos de que algo similar o peor pudiera ocurrir, la evacuación del corregimiento empezó el miércoles 16 en horas de la noche y se extendió hasta la madrugada del jueves. En palabras del director de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (Ungrd), Carlos Iván Márquez, fue “masiva”. Se calcula que de los municipios en alerta han salido más de 5.000 personas.

En efecto, a Valdivia llegaron personas que por la urgencia no tuvieron tiempo ni para buscar zapatos, y trajeron sólo la esperanza de que dejar sus casas, cultivos y pertenencias sea la mejor decisión.

En la zona se instalaron cuatro albergues, que para las dos de la tarde del jueves se encontraban a tope, mientras de Puerto Valdivia y Raudal, otro corregimiento, la gente seguía llegando. Uno de los coordinadores municipales, que pidió no ser citado, explicó que personas que se habían estado resistiendo a evacuar, finalmente habían cedido al ver la creciente preocupación sobre lo que pueda ocurrir aguas arriba, en la presa del proyecto hidroeléctrico Ituango. Sin embargo, hay familias que decidieron no evacuar y a quienes las autoridades todo el día hicieron un llamado para que busquen un lugar seguro.  (Le puede interesar: La pesada carga del gerente de EPM por el proyecto de Hidroituango)

A la hora del almuerzo, los televisores del municipio transmitieron las imágenes de un gerente de Empresas Públicas de Medellín dando declaraciones con la angustia visible en la cara porque la posibilidad de que la presa se rompa no se ha descartado. En las pantallas también se vio el agua que no dejaba de brotar por diferentes partes del proyecto y a los recién llegados, ahí mismo, en Valdivia.

En los albergues, la instalación de puntos de hidratación y atención en salud, así como la repartición de carpas, cepillos de dientes y comida, se inició temprano, pero asimismo temprano empezó a escasear, por lo menos, la comida. Llegó la hora del almuerzo, pero muchos, incluso niños y embarazadas, aún no habían desayunado o se habían mantenido con un chocolate caliente que voluntarios de la parroquia les habían brindado en cocinas improvisadas. Por las incomodidades, dijeron varias de las personas albergadas, hubo gente que decidió regresar a su casa, algo que las autoridades no han desmentido, pero tampoco confirmado con cifras. El levantamiento del censo es uno de los más urgentes retos.

“Yo en mi casa como un arroz, pero al menos me lo como tranquila”, dijo Yiseli Monsalve, una de las mujeres que, a la salida de uno de los albergues, bajo un sol sofocante, con un par de ollas y un montón de leña verde que consiguieron, intentaban cocinar alimentos.

Ana María Uribe Zuleta, secretaria de Gobierno de Valdivia, reconoció que “se pasan las capacidades que tenemos a nivel municipal, pero tenemos el apoyo departamental y nacional en el manejo de los albergues”. En esos lugares hicieron presencia el Ejército, la Defensa Civil, el Bienestar Familiar, la Defensoría del Pueblo, entre otras entidades. Para Márquez, que los albergues estén llenos es una buena señal. “Cada persona aquí es una vida”, resaltó. 

Al final del día, después de una reunión del Puesto de Mando Unificado instalado en la biblioteca del municipio, el capitán René Bolívar, coordinador de la Unidad de Manejo de Atención de Desastres del Dapard, reconoció que la jornada dejó como conclusión que hay que mejorar la “entrega de comida” y las “condiciones locativas para la comodidad de las personas”. Las autoridades detectaron que hay un albergue más sobrecargado que los demás. Hay 750 más o menos en un espacio para 450. Por otro lado, sobre la escasez que se empieza a sentir en el comercio, Bolívar contó que “EPM (que está proveyendo los alimentos) está buscando nuevos proveedores para poder atender esta necesidad”.  (Puede leer: Si colapsa Hidroituango, puede haber una avalancha peor que la de Armero)

Valdivia se preparaba para celebrar las fiestas de San Isidro este fin de semana, pero los planes cambiaron para ellos, y más para los evacuados que desde el miércoles ha dejado la emergencia en Hidroituango. Se trata de una crisis que se desató, según ha dicho EPM, por una obstrucción en el acceso a la casa de máquinas, por donde hace más de una semana se había estado evacuando el agua del río Cauca, que ya no puede salir por el único túnel de desviación que estaba habilitado. Mientras estas cerca de 2.000 personas intentan adaptarse a su nuevo entorno, la incertidumbre sobre lo que pueda ocurrir aguas arriba, en plena época de invierno, aumenta.



Por María Alejandra Medina / @alejandra_mdn *

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