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Los hechos de Machuca

El investigador y periodista Alfredo Molano Bravo cuestionó al Comando Central del Eln por la masacre de Machuca. Pidió esclarecer la verdad y continuar los diálogos con el gobierno de Andrés Pastrana.

Archivo El Espectador
07 de julio de 2014 - 05:57 p. m.
La masacre de Machuca fue el 18 de octubre de 1998. /Archivo
La masacre de Machuca fue el 18 de octubre de 1998. /Archivo

Me niego a creer que la bola de fuego que convirtió en un infierno a Machuca haya sido hecha por el Eln con algún fundamento político. Me parece que fue un error militar —un criminal error militar—, porque el mando no podía desconocer que el tubo transportaba material liviano de alta volatilidad que necesariamente tenía que derramarse sobre el río a cuya orilla estaba el caserío.

El Eln no puede evadir su responsabilidad, porque no podía desconocer la geografía ni la tipografía del terreno ni las características del oleoducto. Que el Ejército, como afirma el comando central (Coce), le hubiera echado un fósforo al derrame no lo exonera de culpa. También hubiera podido ser un pescador tratando de prender un tabaco a la madrugada. Para mí, no es claro cómo una explosión de dinamita que vuela un oleoducto con combustible no implica al mismo tiempo un incendio. Tampoco entiendo cómo, siendo un error del comandante del frente Cimarrones, puede el Coce apelar al espíritu de cuerpo en detrimento de la imagen política que el Eln había logrado expresar a través de la convocatoria a la convención nacional.

Es posible y deseable que el gobierno, no obstante la brutalidad del incidente, sostenga su disposición al diálogo. Pero es evidente que la sociedad civil no podrá perdonar ni olvidar con facilidad el medio centenar de muertos quemados vivos. Por eso me sumo a las voces de Piedad Córdoba y Augusto Ramírez que solicitan una comisión de la verdad para establecer la veracidad de los hechos. Me identifico también con posición de Pacho Santos en el sentido de continuar el proceso de acercamiento, diálogo y negociación, por encima de cualquier accidente, hecho de guerra o crimen de lesa humanidad.


 

Por Archivo El Espectador

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