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"La maldita droga acabó con la familia"

En medio de la violencia de El Dovio, Sirleny Urdinola, primera alcaldesa popular del pueblo, se resiste a abandonar la tierra donde nació y donde han matado a la mayoría de sus allegados.

Nelson Fredy Padilla Fotos: Luis Ángel / Enviados especiales
28 de enero de 2013 - 11:00 p. m.
"La maldita droga acabó con la familia"

En el Cementerio de Paz de El Dovio, que los narcotraficantes Iván y Julio Fabio Urdinola mandaron construir, hay ocho tumbas en serie en las que están enterrados ellos mismos y otros familiares que pagaron el precio de las venganzas. Ni a las mujeres han respetado los mafiosos: está el cuerpo de Nelly Perea González, prima del fallecido exalcalde Henry Rodríguez Perea, cuñado de Iván, asesinada a los 67 años de edad. Por las calles dicen que la banda criminal Los Rastrojos hizo saber que no dejarán vivo a ningún descendiente de los Urdinola, acusados de promover la banda de Los Machos. El 27 de diciembre fue asesinada cerca de Armenia Lorena Henao, la viuda de Iván.

En El Dovio sobrevive Sirleny Urdinola, de 64 años, la primera alcaldesa elegida por voto popular. Preguntar por ella es empezar un recorrido de casa en casa de la familia, todas modestas, aunque con rastros decadentes de la ostentación de otros años. En la tercera vivienda aparecen un hombre y una mujer en moto y preguntan “qué se les ofrece”. Guían hasta una finca en la salida hacia Roldanillo, identificada con el aviso Funcadec (Fundación para la Capacitación y Desarrollo Comunitario), “bendecidos para bendecir”. Sale ella sonriente e invita a pasar. La acompaña su perra Miel. Viste muy sencillo, tiene un collarcito dorado con una perlita. La casa y el terreno son grandes y austeros. “No comulgo con el gusto de los traquetos”, comenta con ironía.

Saca álbumes familiares, repasa rostros, suspira. Sale, atraviesa la cerca de púas, va a revisar el invernadero las plántulas de pimentón que cultivan bajo su patrocinio 16 familias de la Asociación de Productores Hortofrutículas de la Serranía de Los Paraguas. Rómulo Rengifo la llama ‘abue’ y dice que “es un gran apoyo para la asociación y para la comunidad local en general”. Sirleny sonríe viéndolos sembrar semillas con sus hijos y dice: “Yo le rezo mucho a Dios para que nos proteja, para que esto se consolide. Que el día que uno se muera deje algo”. Ahora es cristiana de la Iglesia Cuadrangular. Invita tinto y le regala un atado de heliconias al único chofer que se arriesgó a manejar hasta El Dovio.

¿Qué cultiva en esos invernaderos?
Llevamos años en un proyecto de agricultura limpia, certificado con códigos alemanes, teniendo como base 300 plantas del Chocó para extraer aceites esenciales. Es que los alemanes tienen satélite en la Serranía de los Paraguas, de la cual 6.000 hectáreas son patrimonio de El Dovio. Pero una vez más la violencia nos afectó, porque se armó ese bonche y no pudimos volver a las veredas.

¿Estudió para eso o para ser alcaldesa en 1988?
No. Yo soy empírica en todo, crecí en este pueblo viendo factores de violencia y amándolo con todo corazón, por eso me monté en ese caballito. Hace 14 años fui al Chocó a hablar con los mineros, aquí hay buenas minas de oro y una mina de cobre para producir toda la vida, pero esta es una zona forestal.

¿En qué consiste su proyecto?
Yo me embaracé de esto, he ido a muchas embajadas y al final encontramos apoyo en Inglaterra y la Cámara de los Lores aprobó 17 de nuestros proyectos. Se conformó un broker internacional manejado por el alemán Pedro Loewen. El mercado de los bonos de CO2 es un gran negocio a largo plazo y se puede vender oxígeno del Chocó por hectáreas. Y ese establo es para un proyecto de carneritos para venderle carne a Arabia Saudita. Ya me van a llegar 50 ovejas y un padrón.

¿La sigue afectando la violencia que ha arrasado a su familia?
Sí. Nos han hecho de todo y atacaron a mis hijos, pero no importa, sabemos que un día habrá paz.

¿Cómo recuperar la seguridad de esta región?
Que por favor la gente denuncie a los extorsionadores, que se genere empleo, porque si hay empleo tiene que agotarse esta situación. Nos toca de una vez por todas luchar por lo que tenemos.

¿Usted ha vivido aquí todas las violencias de medio siglo?
Sí, entre el 88 y el 90 me tocó como alcaldesa el grupo armado Eln, que estaba en el Cañón del Garrapatas y mataba a los campesinos.

¿Qué hizo usted por este pueblo?
Mi obra cumbre fue pavimentar la carretera El Dovio-Roldanillo, electrificar seis veredas, hacer puentes en la carretera hacia el cañón. El Garrapatas lo recorrí a pie durante 11 días y ahí encontré a los alemanes con las antenas y patentando plantas nuestras. Ahora hay que levantar la reserva, titular en el cañón y acabar desde allí con la maldición de la coca.

¿Y cómo sacar a los coqueros?
Aquí en esta finca reuní a 60 cultivadores que me aseguraron estar dispuestos a cambiar ese cultivo ilegal por proyectos ambientales y turísticos. Es que cada cien metros hay una fuente de agua. El río Garrapatas es navegable hasta el Chocó y desemboca en el San Juan. La violencia es por no haber en qué trabajar honradamente y proyectarse. A los jóvenes les enseñan el vicio, a sembrar marihuana y coca.

Pero los Urdinola eran sembradores y contrabandistas.
Iván Urdinola, procesado por narcotráfico, mientras pudo no dejó sembrar coca en el cañón, porque sabía que si lo permitía, El Dovio se dañaba.

Y se dañó y esa violencia se volvió contra su familia, ¿cierto?
Pienso que fue por la oposición de Iván a que sembraran y por la ambición de los otros. Eso solo dejó desgaste y atrajo factores ajenos a este pueblo, como las bacrim, que han venido penetrando.

Iván y Julio Fabio dejaron varias obras en el pueblo.
Ellos me preguntaron qué obra hacían. Y les dije: hagan un ancianato, un cementerio. No se nos daba nada sacar del bolsillo, por amor, somos un poco quijotes. (En el ancianato hay 23 personas al cuidado de Luz Marina Pérez. En el centro del patio hay un monumento inaugural del año 2000 y al fondo, en el corredor, hay una estatua de bronce de Iván Urdinola, con sombrero, poncho y botas. Luz Marina y los abuelos recuerdan que les daba muchos regalos).

A cambio ahora recibe ataques, incluso contra sus hijos.
A mi familia la han matado o ha ido yéndose, me quedan dos hermanas. A mis dos hijos también les hicieron atentados. Hace dos años, el que es notario iba en bicicleta, haciendo deporte con la esposa, le disparó un sicario desde una moto y no lo mató porque reaccionó y le lanzó la cantimplora, porque Dios es bueno con nosotros. Al otro hijo lo atacaron hace un año por ayudar a la policía con información de los extorsionistas que llegaron a una finca nuestra con ganado de leche. Tuvo que irse del país. El último ataque fue la destrucción del acueducto que traía agua a esta finca y a 400 campesinos más. Lo había construido Iván.

¿No teme que la ataquen?
A mí siempre me han respetado, nunca me han hecho una llamada. Esta finca es de Hílver Urdinola (alias Don H, acusado de ser jefe de la banda de Los Machos y sometido a la Fiscalía en 2011, en Roldanillo), que está pagando cárcel en Bogotá. La compró con oro legal, está limpia.

¿Cuál es su versión de la guerra familiar que trascendió a guerra regional?
Todo empezó entre alias Jabón y la viuda de Iván, Lorena, porque ella empezó a reclamar bienes que él había regalado. Jabón mató a un sobrino mío y se desató la guerra, más que todo por la envidia entre los hombres. Machos, Rastrojos, todo viene desde allá y también tienen que ver las desmovilizaciones de paramilitares sin que quedaran con algo que hacer. Simplemente cambiaron de nombre y para rematar se aliaron con los viciosos y la escoria de las ciudades, unos desgraciados que obligan a las señoras que venden arepas a darles 3.000 pesos diarios.

¿Usted no ha intentado mediar para que pare el desangre?
Yo me marginé totalmente, me mantengo quietecita, aquí me cuida el Ejército porque siempre he trabajado con las instituciones. Los que quedamos de la familia somos muy unidos, a excepción de la viuda.

¿Quién mató a Lorena Henao? ¿Es verdad que ella habría envenenado a su esposo Iván?
Se habló que ella lo mató, pero con esa señora no volví a hablar hace años. Yo solo creo en la justicia de Dios.

Y ahora se suma la condena a 37 años de cárcel contra la hija de Iván y Lorena, Emma Juliana Urdinola Henao, de sólo 23 años de edad, por el homicidio del sindicalista y exjefe de seguridad del grupo Grajales Jairo Giraldo Rey. ¿Qué opina?
Es algo terrible, espantoso, la maldición de la droga. La condenaron porque ella hizo una llamada al sindicalista para que fuera al lugar donde lo mataron, pero la niña dice que ella no sabía que eso podía suceder, que la mamá, Lorena, fue la que le dijo que lo llamara y ella le obedeció. Espero poder ir a verla.

*Espere mañana: El norte del Valle que resiste.

Por Nelson Fredy Padilla Fotos: Luis Ángel / Enviados especiales

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