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Masacre de Envigado, resultado de reunión criminal

Autoridades policiales atribuyen la matanza de nueve personas en Envigado a la disputa por el poder en el interior de la banda criminal 'La Oficina'.

Wálter Arias Hidalgo
01 de enero de 2013 - 08:32 p. m.
Esta camioneta, varias armas de fuego, una caneca con munición y una motocicleta fueron hallados por la Policía en el lugar de los hechos. / Luis Benavides
Esta camioneta, varias armas de fuego, una caneca con munición y una motocicleta fueron hallados por la Policía en el lugar de los hechos. / Luis Benavides

La matanza que ocurrió en una lujosa finca de la vereda Arenales del municipio de Envigado, el pasado lunes 31 en la madrugada, es como si hubiera sido cometida entre “amigos” de mucha “confianza”.

Así lo deduce el general Yesid Vásquez, comandante de la Policía Metropolitana de Medellín, al tratar de explicar por qué en la escena de la masacre no se encontraron mayores señales de violencia, como sí hubiera ocurrido con la incursión de un comando armado. Sin embargo, en la casa fueron hallados dos pistolas, dos revólveres, una subametralladora MP5, un fusil Ak47, una caneca con munición, una camioneta blanca blindada con las placas tapadas y una motocicleta.

En el primer piso, bocabajo, estaban los cadáveres de cinco hombres —tres presuntos miembros de ‘La Oficina’, el mayordomo y el administrador— y en las habitaciones del segundo, los de las mujeres. Parecía que los hubieran acribillado acostados y que no hubieran tenido tiempo para defenderse.

Ante estas evidencias iniciales, la principal hipótesis que manejan las autoridades e investigadores es que en la finca, a unos 10 minutos de la zona central de Envigado, se reunieron algunos miembros de ‘La Oficina’ con el propósito de trazar los destinos de la organización criminal. No se habrían puesto de acuerdo.

Esta teoría surge después de identificar especialmente a tres de los fallecidos: Jorge Mario Pérez Marín, alias Morro; Hugo Fernando Urán Mesa, alias Panadero, y Carlos Andrés González Hernández, alias Mosco.

Pese a que ninguno tenía orden de captura, el general Vásquez asegura que alias Morro era un desmovilizado del bloque Héroes de Granada —se desmovilizó en noviembre de 2004—, que tenía aspiraciones a estar en un nivel superior de ‘La Oficina’, luego de las capturas de John Éricson Vargas Cardona, alias Sebastián; Alberto Isaza, alias Beto; Dairon Alberto Muñoz Torres, alias El Indio, y Franklin Vargas Cardona, alias Frank. Y que Panadero y Mosco eran miembros de la diezmada ‘La Terraza’, una confederación de bandas de Medellín y su área metropolitana que sirvió al paramilitarismo.

Aunque El Morro estaba en un nivel medio de ‘La Oficina’, su nombre ya era bien conocido para los investigadores. Sabían que este hombre, señalado de entrenar a sicarios en Medellín, fue el responsable de asesinar, el 24 de julio de 2008 en un centro comercial de Buenos Aires (Argentina), a Héctor Edilson Duque Ceballos, alias Monoteto, primo de Carlos Mario Jiménez, alias Macaco. También estaría vinculado en la presunta incursión de la organización criminal en Bogotá.

Por el perfil de alias El Morro, su muerte —y la del resto de personas— podría desencadenar posibles acciones criminales. “Pensamos que esto va a ser una lucha permanente y vamos a seguir viendo estos episodios, estos enfrentamientos entre bandos delincuenciales”, dice el general Vásquez.

La masacre fue el momento final de una serie de parrandas que comenzaron desde el 22 de diciembre. A partir de ese día los vecinos advirtieron el constante tránsito de automóviles, camionetas, motos de alta gama y el estridente sonido de pólvora.

La última fiesta comenzó el domingo 30 de diciembre, en horas de la tarde, y se habría extendido hasta la 1:30 de la madrugada del 31. A esa hora, antes de irse a dormir, una empleada vio unas 16 personas en la casa. Después, los vecinos escucharon el sonido de la pólvora y el retiro de vehículos.

A las 6:45 de la mañana, un taxista llegó a la finca, tocando pito, a recoger a los mayordomos, una pareja de empleados que habían contratado sus servicios para que los llevara al municipio de Fredonia (suroeste antioqueño), donde pasarían el fin de año con sus dos hijas, de 8 y 12 años.

Al no recibir respuesta, el taxista llamó a la empleada, quien estaba en una casa cercana. “Creo que ocurrió una desgracia”, lo recibió ella. “Esta mañana me pareció escuchar unos balazos”. Después, ambos fueron a la residencia de la reunión y vieron un cadáver bocabajo en la entrada de la sala. Luego corrieron en el taxi hacia un CAI cercano.

Ante la amenaza que significan las bandas criminales en Medellín y Antioquia, representadas especialmente por ‘La Oficina’, ‘Los Urabeños’, disidencias de ‘Los Rastrojos’ y grupos locales, la Gobernación de Antioquia está empeñada en hacer un organigrama municipio por municipio. En Antioquia hay presencia de bandas criminales en, aproximadamente, 43 localidades.

Por esta estrategia Sergio Fajardo, gobernador de Antioquia, dijo al finalizar el año: “Estoy seguro de que en 2013 son muchos los golpes criminales que le vamos a dar a toda esas estructura criminal de red”.

Por Wálter Arias Hidalgo

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