¿Cómo ingresó al M-19?
El 19 de abril de 1970 fui elegido concejal de mi ciudad natal, Zipaquirá. Pero esa misma noche, después de ganar por la Alianza Nacional Popular que lideraba el general Gustavo Rojas Pinilla, los anapistas llegaron a mi casa a pedirme que asumiera la dirección del partido en mi ciudad y entré a la Anapo, que más tarde dio origen al Movimiento 19 de Abril.
¿Cuáles eran sus funciones?
Aunque era concejal de mi ciudad, clandestinamente militaba en el M-19 y comencé a hacer parte de la dirección nacional.
¿Cómo surgió la toma?
Primero hay que aclarar que éramos jóvenes de las ciudades y progresivamente fuimos llegando al campo. En 1985 se venía avanzando en unas conversaciones de paz con el gobierno del presidente Belisario Betancur. Y ese proceso fue muy accidentado, no hubo una planeación, fue desordenado, y ya cuando había fracasando la negociación surgió la iniciativa de tomarse el Palacio.
¿Cómo se trazó el plan?
Como toda operación militar, fue clandestina, confidencial, no la conocían todas las personas, y aunque para la época ya era responsable de las relaciones internacionales del M-19 y pertenecía a la dirección nacional, nunca tuve conocimiento de que se iba a realizar ese operativo contra la Corte Suprema de Justicia.
¿Qué pasó en el interior del M-19?
Aunque yo no participé en la planeación, ni en la decisión, ni en la operación, por el hecho de ser militante en esa época del M-19 he pedido reiteradamente perdón.
¿Qué hacía ese 6 de noviembre?
Estaba en Costa Rica. Inmediatamente inicié una gira por América Latina y Europa y me di cuenta de que el impacto de esa operación fue sumamente negativo para la imagen que había logrado construir el M-19.
¿Cómo se enteró?
Me enteré a través de CNN. La imagen era una gran tragedia, muy dolorosa.
¿Los afectó?
Desafortunadamente constituyó un gran error. Y nos debilitó a nivel nacional e internacional. En el mundo no se entendía cómo se había cometido un operativo militar así y por supuesto esto afectó el prestigio y el reconocimiento que tenía el M-19.
¿Qué pasó por su cabeza ese día?
Creo que fue la derrota más grave que sufrió el M-19.
El 13 de noviembre envió una carta a la ONU en la que reconoció el error militar de la toma. ¿Cómo fue eso?
Entregué esa carta en Nueva York y en Ginebra. Pero indudablemente en la retoma hubo hechos violatorios de los derechos humanos. Por supuesto, eso no dice que la toma no hubiera sido grave, pero tampoco se pueden ocultar los hechos en los que incurrieron algunos miembros militares. Y los desaparecidos fueron responsabilidad de otros miembros.
¿Usted ha investigado el tema?
Hubo un grupo del Ejército, de oficiales, que cometieron graves violaciones, que mataron y torturaron a personas que salieron vivas del Palacio. Pero no es el caso del coronel Plazas Vega. Él se ciñó estrictamente a los reglamentos de operaciones militares.
¿Qué piensa de que para el M-19 no haya tenido consecuencias, debido al indulto, y en este momento sólo se investigue a los militares?
Jurídicamente hablando hay dos situaciones diferentes. Obviamente quien actúa en nombre del Estado le surgen unas responsabilidades de carácter legal, constitucional y reglamentario. Y eso lo juzgan los jueces.
Treinta años después, ¿qué piensa?
Que fue un gravísimo error. Si no lo hubiéramos reconocido tempranamente no hubiéramos firmado los acuerdos de paz.
Ahora está en la misma bancada de Tania Vega, la esposa de Plazas Vega. ¿Cómo es su relación?
Tania es la hija de quien era el ministro de Defensa de esa época, el general Miguel Vega Uribe, a quien nosotros combatimos, y para mí es muy satisfactorio que hoy le pueda dar la mano y podamos hacer parte de una causa común, respetando la pluralidad.