¿Por qué el voluntariado puede ser una fuerza colectiva de cambio en Colombia?

Por: Sonia Létourneau*

Nadie puede negar que quiere, de algún u otro modo, dejar huella en el mundo. Para cerca de 109 millones de personas el voluntariado a tiempo completo es una de las mejores formas para lograrlo. Si estos voluntarios/as formaran un país, esa nación estaría entre las 15 más pobladas del mundo.

Hoy, el Día Internacional del Voluntariado, es la ocasión perfecta para entender cómo el voluntariado está ganando cada vez más adeptos. Nada más quienes se dedican a esta actividad a tiempo completo en América Latina alcanzan cerca de nueve millones de personas, según el Informe sobre el estado del voluntariado en el mundo de 2018 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Esta fecha se estableció el 17 de diciembre de 1985 por la Asamblea General de la ONU, la cual exhortó a los gobiernos a adoptar medidas para fomentar una mayor conciencia sobre los aportes de tiempo y conocimientos que realizan ciudadanos comunes y corrientes a la superación de problemáticas sociales y medioambientales. A partir de entonces, dicha entidad ha buscado que las actividades voluntarias se vuelvan una bola de nieve y parece que eso es lo que está pasando.

Una  explicación del impacto del voluntariado en el mundo es que se ha transformado en un campo en donde más ciudadanos/as pueden demostrar su compromiso con las comunidades locales. Otra razón de su acogida es que permite que las personas se conecten por valores y principios comunes como la justicia, la inclusión o la equidad de género, entre otros.

En años recientes, las personas voluntarias han hallado una motivación en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (incluidos en la agenda del 2030), que se han convertido en la hoja de ruta para reducir la pobreza, la desigualdad o el hambre.

El voluntariado también se están volviendo la espina dorsal de muchas entidades sin ánimo de lucro nacionales e internacionales, así como de movimientos sociales y políticos. Ese es el caso de Colombia, donde organizaciones como Techo, Fundación Hazlo Posible, Cuso International o Parques Nacionales Naturales cuentan con programas de voluntariado que impulsan temas tan variados como la vivienda digna, la educación financiera y la planeación del desarrollo sostenible de las comunidades. También, se enfocan en la defensa de los derechos de las mujeres o de grupos sociales como los indígenas y afrodescendientes, la inclusión laboral de población en situación de vulnerabilidad así como la adaptación al cambio climático, por mencionar algunos.

En múltiples ocasiones, me dicen que el voluntariado solo es posible en países en desarrollo como Canadá, que es de donde vengo. Después de desempeñarme durante dos años como Voluntaria Asesora de Programas de Voluntariado para Organizaciones Socias de Cuso International, me he dado cuenta de que muchas personas sí están interesadas y tienen la posibilidad de dedicar algunas horas del día a compartir los aprendizajes que han tenido en su vida laboral o personal con otros grupos sociales. Hay un gran potencial en Colombia para que ellos y ellas sean una fuerza colectiva de cambio que haga parte de la construcción de una sociedad más igualitaria.

Al mismo tiempo, he notado que muchas empresas con áreas de responsabilidad social consideran que el voluntariado es una situación gana-gana, pues no solo permite una contribución social por parte del equipo de trabajo, sino que también fomenta la integración y el sentido de pertenencia del personal.

Este día, además de ser un homenaje a las personas voluntarias, es una oportunidad para que la ciudadanía descubra al voluntariado como una opción de empoderamiento ciudadano que nos encamine hacia medidas concretas que hagan descansar el sentimiento de inconformismo hacia lo que está ocurriendo en el país.

*Asesora de programas de voluntariado para organizaciones socias de Cuso International (ONG apoyada por el Gobierno de Canadá)