Un día en un templo donde los krishnas rinden culto a su deidad

Entre mantras*, danzas, comida vegetariana y ascetismo, los krishnas —que cada vez son más en la ciudad— se reúnen para rendir un festivo culto a su deidad. De los cuatro templos que hay en Bogotá, visitamos el de la avenida Caracas, el más concurrido.

Luisa Fernanda Ladino Quintero / Revista Directo Bogotá
01 de enero de 2018 - 07:32 p. m.
Revista Directo Bogotá
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En la avenida Caracas, una de las más caóticas de la ciudad, enfrente de la estación Profamilia de Transmilenio, se encuentra el templo de Srila Harijan Maharaj.  Al llegar, lo primero que se alcanza a ver desde una ventana alta de esta casa amarilla son fieles bailando una danza sagrada. A la entrada, custodiada por dos elefantes de tamaño mediano, hay una venta de libros sobre vegetarianismo y yoga e inciensos y porcelanas en una mesita. Al costado derecho, un pasillo conduce al restaurante en el que venden todo tipo aromáticas, quinua y otros productos sanos.

—Mucho gusto, soy Preim Avatar Das —se presenta quien está a cargo de la prensa.

Moreno, de 1,70 metros de estatura, gafas, brackets, saco Pull & Bear y zapatillas Vans; nada de túnica color azafrán y cabeza rapada con sikha*. Me invita a seguirlo hasta un cuarto semejante a un baño enchapado, con racimos de flores dentro de un balde. De allí pasamos a un cuarto con el letrero “Templo” en la entrada. Allí veo imágenes sagradas en las paredes, y en los dos costados opuestos, altares con fotos de los maestros espirituales más representativos, así como incienso y figurillas sagradas.

Me hacen quitar los zapatos, tocar una campana, sentarme en un cojín sobre una estera en medio del cuarto.

—Ahora sí —dice Preim, y empieza a contar que conoce el templo desde 2007, pero que solo a finales de 2015 tomó la decisión de iniciarse. El nombre de su maestro espiritual de iniciación es larguísimo e casi imposible de escribir. Se enteró de los krishna por un folleto que le entregaron en la calle y un programa sobre la Revolución de la Cuchara*. Aunque parece tímido, se esfuerza por dar la información.

En su vida diaria es ingeniero civil, trabaja en la Empresa de Acueducto de Bogotá y, además, es profesor de la Escuela Colombiana de Ingeniería. Al hablar sobre el desapego a las cosas materiales, explica que es normal tener un trabajo y crecer profesionalmente, pero que existe también “el compromiso con el templo, cumplir con las cosas espirituales”. Al comienzo les recomiendan vivir en el templo, pero no es una exigencia; él nunca lo ha hecho.

“Dios tiene muchos nombres y para nosotros siempre es Krishna —dice Preim—; se representa en diferentes avatares y semidioses, esta es la base del rezo en la religión”. Según e  hinduismo, Krishna es uno de los numerosos avatares (encarnaciones) del dios Visnú.

Los hombres tienen un atuendo representativo para la religión, una kurta* y el dhoti*, una tela que se amarra en la cintura y que después de una serie de dobleces queda como un pantalón. Al preguntarle por el significado de este atuendo, Preim hace cara de confusión, voltea y le pregunta a Gabo, otro devoto, quien dice: “Es algo que forma las cualidades del otro, la manera de ser y la identidad”; Preim complementa aclarando que significa un “desapego a las marcas, verse lo más sencillo posible”.

La iniciación

Entre las prohibiciones de este culto se encuentran las relaciones sexuales cuando no tienen un fin procreativo, la carne, los huevos, los juegos de azar y, por supuesto, el alcohol y las drogas, que envenenan el cuerpo. “Principios sencillos que no son imposibles de cumplir, pero la idea es seguirlos poco a poco; además, es algo que va dentro de uno”. Preim admite que en el proceso de iniciación hay que sacrificar cosas de la vida cotidiana.

El proceso se realiza cuando una persona adquiere un nombre espiritual a partir del seguimiento que hace con el maestro. Entonces celebra una forma de bautismo con el propósito de cambiar su vida.

Preim cuenta cómo es la iniciación del fuego, proceso que se realiza utilizando una yapa* y un kuntis* y el canto tradicional por parte del maestro espiritual para por fin ser parte de la comunidad. Lo importante es que al seguir este camino haya relación permanente con los devotos. Las críticas familiares son imposibles de evadir, lo llaman “loco”, y él jocosamente responde que es “el mundo el que está loco”, y ante todo celebra el cambio positivo que tiene la persona cuando pertenece a esta religión. Se siente orgulloso de vivir para el cuerpo y se muestra agradecido con su maestro espiritual, que es quien le da soporte.

Se nota su incomodidad al hablar sobre su vida afectiva, y responde que sí tenía novia, y que incluso los dos asistieron al templo, pero llegado el momento se debieron separar debido a sus creencias. Ella era católica y no estaba dispuesta a abrazar el hinduismo. Durante toda la entrevista habla del karma* y el dharma*, la reacción de la vida dependiendo de las acciones realizadas y cómo esta religión es un vehículo para saber cómo actuar “correctamente” según las vivencias.

Es agradable ver en sus ojos la simpatía que siente cuando la pregunta va dirigida a su conocimiento de krishnas de otros países, cómo alguien es recibido con un abrazo incluso sin conocerse, un plato de comida y alojamiento en el lugar. De hecho, en este templo de la avenida Caracas viven ocho mujeres.

El nombre oculto

A las 6:30 de la tarde, sagradamente, y de lunes a domingo, empieza el culto precedido por el puyari*, que sopla una caracola. A la celebración llegan los krishnas que estaban en la calle con sus instrumentos (kartalas*, mridanga* y harmonio*, entre otros). Participan hombres y mujeres de todas las edades y apariencias físicas, pero hay que aclarar que no todos son devotos iniciados; muchos asisten por curiosidad o por salirse de la cotidianidad. En esta ceremonia se canta el tan popular hare Krishna, hare Krishna, Krishna, Krishna, hare, hare, que es un todo, un pensamiento diario que hace que el creyente no se despegue del camino de servicio. Los cantos y los rezos, de los que participan a diario en este templo unas 30 personas, transcurren en medio del penetrante olor a incienso.

Preim se cambia y utiliza ahora un dhoti*, como los demás que hacen parte del grupo que dirige el canto de los mantras. Antes de finalizar, nos despedimos y, como si fuera un secreto imposible de revelar, le pregunto en un tono bajo su nombre real. Sin mencionar palabra me pide la libreta y en ella escribe: Fabio Rubiano (homónimo del dramaturgo y director de teatro).

De la calle llega el pregón de un carretillero, “¡a mil, a mil!”, la sirena de una ambulancia y el estruendo del tráfico que se ahogan entre los rezos de estos creyentes en Krisha, dios de los hindúes, que en la imaginería popular aparece representado de distintas formas y de color azul, tocando la flauta.

Glosario:                                

Dhoti: prenda inferior tradicional hindú.

Dharma: deber en esta vida. Varía de acuerdo con la clase, la familia y los años de vida.

Harmonio: órgano pequeño.

Karma: acciones hechas en relación con el dharma propio. El dharma puede ser visto como una tarea de toda la vida y el karma como los pasos que se deben tomar en cuenta para completar la tarea.

Kartalas: instrumento de percusión formado por dos platillos unidos por una cuerda.

Kuntis: largo collar que se lleva con varias vueltas en el cuello o se enrolla en las muñecas o en los tobillos.

Kurta: prenda superior tradicional hindú.

Mantras: en el hinduismo y en el budismo, sílabas, palabras o frases sagradas, generalmente en sánscrito, que se recitan durante el culto para invocar a la divinidad o como apoyo de la meditación.

Mridanga: tambor de dos parches que se utiliza en el norte y el este de la India como acompañamiento de música hindú.

Puyari: krishna con un segundo grado de iniciación.

Revolución de la cuchara: Movimiento animalista que impulsa la proliferación de la comida vegana.

Sikha: mechón de cabello utilizado en la tradición hindú por donde se cree que sale el alma al momento de morir.

Yapa: sarta de 108 cuencas esféricas, generalmente en madera, utilizadas tradicionalmente para orar en el hinduismo.

**Este artículo fue publicado en la Revista Directo Bogotá, de la Pontificia Universidad Javeriana

Por Luisa Fernanda Ladino Quintero / Revista Directo Bogotá

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