Publicidad

Un nuevo amanecer

Miles de familias, como la de Pedro Antonio Pava Hurtado, no tenían vivienda propia antes del terremoto del 25 de enero de 1999.

El Espectador
24 de enero de 2009 - 10:00 p. m.

Hoy, él y unas 14.000 familias gozan de una pequeña propiedad desde hace casi ocho años. Pedro Antonio, su esposa y sus dos hijos vivían de arriendo, quedaron en la calle porque la casa se cayó, se trasladaron a un cambuche y luego a su casa nueva en el barrio Nuevo Amanecer.

Pedro Antonio vivía en el sur de Armenia, zona densamente habitada por familias de estratos 1, 2 y 3. Esa parte de la ciudad y el centro fueron los más afectados. “Dios nos castigó”, fue el lamento de muchos que llegaron a hablar de “las preferencias del Todopoderoso por los del norte”.

Pedro Antonio tenía 30 años de edad. “Iba por el centro, en compañía de un amigo, rumbo a mi casa en Las Serranías, al sur, en donde pagaba alquiler. Allí vivía con mi esposa y mis dos hijos, Sara de siete años y el pequeño Pedro de cuatro. El ‘rumbido’ fue impresionante, peor que uno de esos taladros con los que rompen el pavimento”. Por esos días era empleado del tradicional almacén El Vaquero. Llegó a la casa, en donde pagaba 100 mil pesos mensuales de alquiler, minutos después del terremoto. “No sé cómo llegué, estaba desesperado, buscaba a mis hijos y a mi esposa. Los hallé en el parque, abrazados, llorando y con el desespero de todos por la tragedia que jamás imaginamos”.

“Armamos un cambuche en un terraplén cerca de un conjunto cerrado donde trabajaba mi esposa como empleada del servicio y después nos fuimos a un alojamiento temporal, donde tuve la fortuna de ser censado por el Fondo para la Reconstrucción y Desarrollo del Eje Cafetero, entidad que después me dio un subsidio de $9 millones 990 mil para que adquiriera una vivienda en uno de los llamados barrios de la reconstrucción. Y así lo hice, aquí vivo con mi familia, que ha crecido” cuenta el ahora vigilante de profesión.

Cerca de donde trabajaba su esposa se construyó el barrio Nuevo Amanecer, nombre que al igual que el de Nuevo Armenia, que limita con éste, hace honor a la segunda vida que la mayoría de sus habitantes iniciaron después del terremoto.


El Nuevo Amanecer está ubicado en el kilómetro dos a la salida de Armenia hacia el municipio de Montenegro. Consta de 104 viviendas en donde habitan alrededor de 4 mil personas. Cuenta con calles pavimentadas, servicios de acueducto y alcantarillado y cerca tiene las avenidas 14 de Octubre y Cisneros, hechas también después del desastre.

“Claro, a nosotros nos favoreció el terremoto”, asegura Nidia Zapata, esposa de Pedro. “Gracias a Dios y al terremoto hoy tenemos en donde meternos. La casita la habitamos hace ya siete años y nos la entregaron con dos alcobas, la sala-cocina, el baño y el patio para uno ampliar”, manifiesta mientras acaricia a su pequeña Valeria de seis años. “Ella nació en la nueva casa y estudia allí en la escuela Belén”, dice con orgullo.

Sara Lorena es la hija mayor de la familia Hurtado Zapata. Hoy tiene 17 años de edad. “Fue una experiencia muy dura, los muertos que me tocó ver... cómo quedó la ciudad. Siempre tenía miedo, nunca me había tocado nada así”, recuerda, y resalta que le ayudaron mucho las explicaciones que después le dieron acerca de los movimientos telúricos.

Sara cursa décimo grado en la reconstruida institución educativa Nuestra Señora de Belén, localizada en el barrio El Placer, a pocas cuadras del Nuevo Amanecer. Pedro Antonio, de 14 años, está en octavo en el mismo colegio. Viven tranquilos, pero temen que la tierra vuelva a sacudirse.

Hubo fallas, pero no sancionados

Entre los lunares de la reconstrucción se denunció la compra de un lote de terreno por parte del Forec a una sociedad donde aparecían como propietarias dos hermanas del ex alcalde de Armenia Álvaro Patiño Pulido. El segundo caso fue la adjudicación de $2.000 millones para la recuperación del Parque Nacional de la Cultura Cafetera, cuyo gerente era el ingeniero agrónomo Diego Arango Mora, directivo del Forec y después su presidente.

Patiño explicó a la Procuraduría que la decisión de comprar el lote la hizo el Consejo Directivo sin su presencia. Con estos dos argumentos, la Procuraduría y la Fiscalía exoneraron a Patiño. En el caso de Arango, explicó que el parque había sufrido deterioro por el terremoto y que la inversión que se hizo reactivó no sólo el empleo en este lugar, sino en toda la región. Otra crítica fue la estrechez de las viviendas construidas. Algunas no alcanzaron los treinta metros cuadrados y las de mayor tamaño no pasaron de 40.


Una encuesta para analizar

La mayoría de los adjudicatarios de viviendas otorgadas por el Forec a los damnificados del terremoto del 25 de enero de 1999, todavía ocupan sus casas, de acuerdo con un estudio realizado por el Sena y contratado por la Fundación Alcohol Carburante hecho en el Quindío, que dirige Orlando Polanía Camargo, ex gerente zonal de la Fundación Solidaridad, encargada de la reconstrucción de una parte de la ciudad.

Los dueños de las viviendas pertenecen a un estrato socioeconómico medio-bajo. El 67% de los encuestados todavía reside en la vivienda que le entregó el Forec. Un 15% de las casas cambiaron de dueño, mientras que un 18% están arrendadas. El 55% de los damnificados que continúan en sus viviendas consideran que su calidad de vida mejoró, mientras que el 37% piensan que siguió igual y un 8% que empeoró.

La encuesta se aplicó a 201 familias, que representan más o menos el 1,7% del total de viviendas edificadas con ocasión de la reconstrucción de la ciudad.

Por El Espectador

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar