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Una salida al eterno drama por los arroyos

Científicos de la Universidad del Norte creen que con tecnologías sostenibles de drenaje de aguas se solucionaría, en gran medida, el problema en la capital del Atlántico.

Angélica María Cuevas Guarnizo
05 de abril de 2013 - 10:00 p. m.
Durante agosto, septiembre y octubre de cada año caen sobre Barranquilla fuertes lluvias. Los caudales de los arroyos superan los 80 m3/s. / Colprensa
Durante agosto, septiembre y octubre de cada año caen sobre Barranquilla fuertes lluvias. Los caudales de los arroyos superan los 80 m3/s. / Colprensa

La situación se ha repetido por años: en época de lluvias (principalmente agosto, septiembre y octubre) las calles de Barranquilla se vuelven ríos turbulentos que pueden con todo. Arrasan con carros, bicicletas, postes de energía y, en promedio, con dos personas cada año que pierden así la vida.

El cuerpo de Sergio Armando Cárdenas Martínez fue uno de los últimos expulsados por el agua. El 4 de junio de 2012, cinco días después de que el arroyo de la calle 84 con carrera 53 se lo llevara montado en su moto, fue encontrado muerto por los organismos de socorro. Vivía en el municipio de Soledad. Tenía 26 años.

El problema de los arroyos en Barranquilla, que responde a la ausencia de un alcantarillado pluvial en el 40% de la ciudad, ha crecido en la medida en que la capital del Atlántico se ha vuelto más extensa y poblada. Pero un grupo de doctores en hidráulica, investigadores de la Universidad del Norte, se convencieron de que este no puede seguir siendo un problema para el que no existan alternativas posibles.

Es por esto que en los últimos años el Instituto de Estudios Hidráulicos y Ambientales (Ideha), liderado por el Ph.D. en ingeniería hidráulica Humberto Ávila, ha recopilado información suficiente para asegurar que la implementación de tecnologías sostenibles de drenaje de agua, como jardines de lluvia y techos verdes, podría entregar parte de la solución al problema de los arroyos en Barranquilla.

Al tema no le han sobrado durante años dolientes políticos, pero le han faltado soluciones reales. La administración municipal viene ejecutando, desde 2011, obras por $100’000.000, destinadas a la canalización de 17 kilómetros de arroyos en el suroccidente y el suroriente de la ciudad. Con esas obras, la alcaldesa Elsa Noguera espera que el problema se solucione en un 60%, según ha declarado a medios locales.

En un estudio hecho por petición de la Alcaldía de Barranquilla y presentado este año, los investigadores de la Uninorte le recomendaron a la administración distrital aplicar en los próximos años un sistema urbano de drenaje sostenible (SUDS) para reducir el caudal de los arroyos que se forman en la ciudad. Los SUDS son utilizados comúnmente en EE.UU. e Inglaterra para regular las aguas lluvias y restablecer las funciones hidrológicas naturales de un lugar.

En el caso de Barranquilla, los científicos creen que podrían construirse tanques y techos verdes de almacenamiento de agua que, junto a jardines de lluvia, podrían reducir los caudales de los arroyos. En este momento el equipo de doctores y magísteres adelanta estudios de medición de calidad de las aguas, velocidades y peligrosidad en tres cuencas piloto: los arroyos de la 93, de la 84 y de Country, para comprobar qué tan viable sería implementar las tecnologías.

Además, agrega el investigador Humberto Ávila, la ciudad podría aprovechar para almacenar agua lluvia en los pozos que en otra época les servían a la gente para retenerla: “Hace algunas décadas, cuando el servicio de agua era intermitente, se construyeron debajo de las casas de muchos barrios en Barranquilla pozos donde la gente almacenaba aguas lluvia para abastecerse. Ahora no se utilizan, pero de habilitarse reducirían entre un 10 y un 25% el caudal de los arroyos y su peligrosidad”.

Ávila explica que, si bien los estudios han concluido que la construcción de jardines de lluvia no representaría una reducción significativa del caudal, sí servirían para recibir lentamente las aguas que se almacenen en las casas y los techos a través de redes de bombeo.

Según explican las caracterizaciones del Ideha, Barranquilla está dividida por dos cuencas: la Oriental, que abarca el mayor porcentaje del casco urbano y descarga sus arroyos al río Magdalena, y la Occidental, formada por los arroyos que vierten al arroyo Grande y terminan en el mar Caribe o la Ciénaga de Mallorquín.

En la vertiente Oriental (donde se encuentran los arroyos más peligrosos (Don Juan, Rebolo, Hospital, la Paz, Felicidad, Bolívar, carrera 65, Coltabaco, Country, Siape y calle 91), las aguas han arrasado vehículos, causado la muerte de cerca de 40 personas en los últimos 20 años, deteriorado la malla vial y paralizado la actividad comercial, dejando incalculables pérdidas económicas.

Por Angélica María Cuevas Guarnizo

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