El Magazín Cultural

Álvaro Restrepo: “La educación no sirve si no nos ayuda a descubrir quiénes somos”

El Colegio del Cuerpo, centro artístico de enseñanza de danza contemporánea, participará en el Festival Luminato en Canadá. Su director habla sobre los orígenes de la organización y su metodología de formación.

Laura Camila Arévalo Domínguez - Twitter: @lauracamilaad
14 de junio de 2019 - 02:00 a. m.
El Colegio del Cuerpo fue fundado en 1997. “Flores para Kazuo Ohno” es la obra que presentarán en el Festival Luminato en Canadá. / Carlos Mario Lema
El Colegio del Cuerpo fue fundado en 1997. “Flores para Kazuo Ohno” es la obra que presentarán en el Festival Luminato en Canadá. / Carlos Mario Lema

¿Qué significa para el Colegio del Cuerpo ser invitados al mejor festival de Canadá?

El significado es enorme porque Flores para Kazuo Ohno ya tiene varios años: la estrenamos en el Teatro Colón en diciembre de 2014. Uno de los sueños que teníamos era llevarla a Japón y a Canadá, ya que está dedicada a dos grandes artistas, uno japonés y otro canadiense: Kazuo Ohno y Leonard Cohen. Llegar a Toronto es un sueño que se cumple. Ya tuvimos algunos indicios de que la obra puede tener una buena recepción, puesto que el mismo Leonard Cohen recibió el video antes de morir y nos contestó a través de su mánager que estaba muy emocionado. Estamos felices y muy agradecidos con las personas que han hecho posible nuestra presencia allá.

La obra por la que fueron invitados es un homenaje a dos artistas aparentemente muy distantes: Kazuo Ohno (bailarín y coreógrafo japonés) y Leonard Cohen (cantante canadiense). ¿Cómo se dieron estos lazos?

Es algo muy interesante porque aparentemente no tienen nada que ver. Están muy separados geográficamente y usaron lenguajes muy distintos, pero Federico García Lorca aparece y yo actué un poco como hilo conductor entre ellos. Ohno comenzó a bailar muy tarde en su vida, solo hasta los noventa salió a escena, y lo hizo después de ver la actuación de una bailarina de flamenco: Antonia Mercé, más conocida como La Argentina, que fue una gran amiga de García Lorca y sobre la que el poeta escribió un bellísimo elogio. Por su parte, Cohen fue un lorquiano furibundo. Lorca fue quien le reveló la poesía. El cantante tuvo un vínculo muy fuerte con España y musicalizó muchos de los poemas de García Lorca. El homenaje más grande que le hizo fue bautizar a su única hija Lorca Cohen. Por mí parte, García Lorca también fue mi poeta de cabecera durante muchos años. Mis dos primeras obras cuando estaba en Nueva York y cuando regresé a Colombia estuvieron dedicadas a él. Me sumergí de manera obsesiva en el mundo lorquiano: viví en Granada y conocí a su familia. Este poeta se convirtió en un hilo conductor que nos unió a los tres.

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¿Cuál es el principal objetivo del Colegio del Cuerpo? Se lo pregunto porque en varias de sus intervenciones en medios y en algunas charlas usted hace una mención especial a las vocaciones y a su importancia en la vida del ser humano…

El Colegio del Cuerpo fue mi respuesta en el año 1997 a la difícil situación que vivía y sigue viviendo nuestro país: violencia, racismo, clasismo, especialmente en una ciudad como Cartagena. Yo quise crear una institución que de alguna manera sirviera para revelar la belleza y el talento que está a veces oculto en las clases populares. El Colegio del Cuerpo es un centro que intenta revelar lo que nosotros llamamos el estrato T: estrato talento. Yo hablo del Colegio del Cuerpo como un animal que tiene cuatro patas: una es el arte, la otra la educación integral del cuerpo, la otra lo social y por último la política, porque pienso que todo arte verdadero tiene una incidencia en el acontecer político. Tratamos de no privilegiar ninguna de estas patas. En el Colegio trabajamos para la danza y con la danza; es decir, educamos para potenciar, detectar y formar artistas profesionales, pero también intentamos que aquellos muchachos que no se dediquen a la danza reciban una formación integral de su cuerpo.

¿Por qué le preocupa que los demás, sobre todo los niños y jóvenes de Cartagena, encuentren, como usted dice, “la real y legítima riqueza”? (dedicarse a las pasiones).

Como lo decía García Márquez: el secreto de una vida plena y feliz es trabajar en lo que a uno le gusta y solo en eso. Creo que la educación no sirve para nada a menos que nos ayude a descubrir quiénes somos y para qué vinimos a este mundo. Yo estoy seguro de que todos los seres humanos somos genios para algo, todos tenemos un don. El problema es que la educación no nos ayuda para eso, la educación nos domestica, nos entrena, pero no nos ayuda a que demos a luz nuestro espíritu creativo. El Colegio del Cuerpo está para despertar la vocación, la pasión y la consciencia de quiénes somos y qué es lo que nos gusta hacer.

¿Qué significa para usted la danza? ¿Por qué terminó eligiéndola?

Cuando ya estaba muy mayor, a los 24 años, descubrí mi cuerpo y la danza como un lenguaje que de alguna manera recogía todas mis búsquedas y mis preocupaciones anteriores: mi inclinación hacia la música, la poesía, la filosofía y la literatura. Con la danza encontré una forma de estar en el mundo y me siento un privilegiado por haberla encontrado. Yo sí creo que la educación tiene la responsabilidad de ayudarnos a encontrar nuestra vocación para que esta vida la aprendamos a vivir con plenitud y consciencia.

En el Colegio del Cuerpo, los bailarines profesionales fueron niños que llegaron de cero. Este lugar no solo enseña a bailar, sino también a pensar y formarse como seres humanos. ¿En qué consiste esta metodología?

Lo que el Colegio del Cuerpo ha logrado desarrollar, más que una metodología o una técnica de danza en sí, es una filosofía que relaciona el proceso de esculpir el cuerpo, el cuerpo de un bailarín, el cuerpo de un artista y, al mismo tiempo, esculpir un ciudadano. ¿Cómo relacionar la disciplina, la concentración, la entrega que supone convertirse en un bailarín con nuestra vida diaria, con el ser humano que necesitamos formar para que este país encuentre un poco de cordura? Me he convencido de que el acto artístico más importante, la obra de arte más excelsa y pertinente, es la educación como acto de escultura humana y social.

Por Laura Camila Arévalo Domínguez - Twitter: @lauracamilaad

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