Cómo vivir sin verte si sé que pertenezco a esa región en donde la emoción le gana siempre a la razón porque Argentina tiene locas golondrinas en el corazón y la gente no se cansa de soñar y dar amor.
Eladia Blázquez.
Argentina, como Alemania, es fútbol. Fútbol de marinos, inmigrantes y equipos de trabajadores de diversa índole. No había otra manera de descansar de los duros trabajos: un “partidito” o un “encuentro” para apostar el sueldo o la bebida. Argentina, como no es Alemania, es tango y, con el tango, el lunfardo, el topolecto que narra, inevitablemente, las situaciones humanas de amor, locura y muerte.
El hombre de la esquina rosada, un cuento de Jorge Luis Borges, dibuja la idiosincrasia de esa Argentina de arrabales, fútbol de la calle y muertes súbitas por líos de faldas, traiciones y desengaños. El tango narra la historia de jugadores y equipos, sus amores y desamores. Argentina, como Alemania, es ciencia. Dicen que los alemanes tuvieron que inventar la Aspirina por tantos dolores de cabeza que produjo su historia y, además, de manera jocosa, se sostiene que esos dolores tienen profundas raíces en el pensamiento universal de sus filósofos, músicos y científicos. Suena extraña esta consideración, pero algo de certeza tiene.
En Argentina hay ciencia, lo que se advierte en adelantos en medicina como el temible síndrome urémico hemolítico, enfermedad de gran prevalencia en este país y que es potencialmente mortal. Argentina, además, es poesía. Ese país de desaparecidos, dictaduras, corrupción, como muchos de nuestro continente, resurge porque tiene palabras que se vuelven fútbol y poesía. La manera de atenuar estos dolores de muerte, guerra, desconcierto y desarraigo es a través de la escritura porque ella, la escritura, es catártica.
Argentina limpia sus penas con las letras del tango, con la presencia de su selección en el Mundial, con los intentos por salvar vidas a través de la investigación científica y con sus poetas que le cantan a la vida. ¿Nombres? Borges, Cortázar, Gardel, Storni, Maradona, Messi, Goyeneche, Jorge Medina, Daniel Cardinali, Sandra Díaz. ¿Los invitados a la Filbo? Para armar la relación entre fútbol y literatura, los visitantes escucharon a los argentinos Andrés Neuman, Eduardo Sacheri, Sergio Olguín y Diego Golombek.
Esta Argentina ya no es la Argentina de Borges y Cortázar, es una Argentina con dolores renovados, aunque aparezcan el humor y el cómic para alivianarlos, y el fútbol se metió en las letras para que se comprendan mejor los estruendos argentinos con músicas y cánticos nuevos. “La literatura argentina sale a la cancha”. Y salió a la cancha, a pesar de Alberto Manguel.