El Magazín Cultural

Sebastián Cuartas, el colombiano que pone a dialogar arte y tecnología exponencial

Dirige la Galería Artem Scientia y está en la vanguardia de este movimiento en Miami, a través de artistas científicos como Obdulio Piloto.

Aldo Civico / Especial para El Espectador
27 de octubre de 2019 - 02:00 a. m.
Sebastián Cuartas, a la derecha, y el científico artista cubanoamericano Obdulio Piloto.  / Cortesía
Sebastián Cuartas, a la derecha, y el científico artista cubanoamericano Obdulio Piloto. / Cortesía

Ha vivido en cinco países distintos y se ha formado en las capitales mundiales de la cultura como Madrid, Londres, Nueva York y Tel Aviv. Después de un encuentro entre Cuartas y el científico Obdulio Piloto, quien además de ser un artista por fuera de lo convencional ha trabajado con los Breakout Labs de Peter Thiel, el gobierno de Singapur y el Global Good de Bill Gates, nació la idea de transformar el laboratorio científico de Piloto en una vanguardista galería de arte. Desde entonces no es raro ver a Sebastián Cuartas en compañía de los curadores y coleccionistas de arte más destacados de Miami. A las puertas del próximo Art Basel Miami Beach, que se realizará la primera semana de diciembre en Florida, conversé con Cuartas sobre su trayectoria de vida y de carrera.

Usted es originario de Colombia, pero tiene raíces de varias partes del mundo. ¿Cuál es el lugar que más moldeó su cosmovisión?

Con mi mama me fui de Colombia a los tres años, huyéndole a la violencia. Vivimos cinco años en España y después nos mudamos a Londres, que fue seguramente la ciudad que más impacto tuvo en mi vida. Estudié en un colegio a la vanguardia cuyo propósito era formar “leaders for tomorrow”, o sea líderes para el futuro. Mis compañeros eran refugiados de Somalia, Pakistán y de otros países. El trato entre todos era respetuoso. Pude conocer miradas culturales y religiosas distintas. Mi mente se abrió al mundo. Era un ambiente donde te daban ganas de aprender y donde apoyaban tu talento.

¿Algo en particular que le impactó de Londres como metrópoli?

Recuerdo que caminando por las calles de Londres veía muros que tenían todavía los huecos de las balas de la Segunda Guerra Mundial, pero Londres era al mismo tiempo una ciudad que seguía adelante. Allá la historia y futuro conviven. Me impactó mucho vivir en una ciudad que no se quedó atrapada en su pasado, aun sin olvidarlo.

Ha vivido en varios países y algunas de las mayores metrópolis del mundo. Al vivir en tantos lugares, ¿uno se encuentra o se pierde?

Pienso que todas estas experiencias me han llevado a convertirme en una persona de fuertes convicciones; a formar mi manera de ver y vivir la vida. Me ha llevado a preguntarme qué quiero y a entender la importancia de enfocarte en lo que quieres, sin dejarte distraer por las opiniones de los demás o tendencias efímeras. Eso lo aprendí sobre todo estando al lado de un científico como Obdulio Piloto, porque los científicos pueden estar enfocados en un proyecto toda la vida, y esto lo logran porque tienen una convicción muy firme.

¿Cuáles son algunas de las convicciones fuertes que ha desarrollado?

La más importante, que el futuro no existe: lo único que hay es el presente. Por eso, quienes ven el futuro como algo linear, basado en la experiencia del pasado, se equivocan. Su mente los engaña. En lugar, cada uno es el arquitecto de su propio futuro. Además, en el futuro, las líneas entre ficción y realidad serán borrosas, ya que nuestra percepción de la humanidad está siendo transformada por la ciencia y la tecnología.

¿Hay un encuentro o un libro que ha fomentado de manera particular esta convicción?

Sin duda Peter Thiel y su libro De cero a uno. Thiel es una persona que piensa de manera muy diferente a los demás. Es un disruptor, un excéntrico, alguien que va en contra de la corriente. Se hace preguntas paradójicas que desafían lo que demos por sentado. Por ejemplo, él se pregunta, ¿por qué tenemos que morir? ¿Por qué aceptamos la muerte? Thiel cuestiona dogmas de la vida y eso lo lleva a explorar, por ejemplo, cómo se puede extender la vida humana por medio de la tecnología. Su actitud frente a la vida me ha inspirado mucho.

¿Pero cuestionarlo todo no hace que la vida sea mas difícil?

Las personas que han cambiado el mundo lo han hecho porque han pensado de manera completamente distinta a la existente. En un primer momento son considerados unos locos, y luego cambian el mundo. Así ha sido desde Galileo Galilei a Elon Musk.

¿Le gustaría no tener que morir?

Si, pienso que me gustaría. Pero, no se trata de vivir para siempre. Más bien se trata de encontrarle solución a las enfermedades que causan la muerte. Todos, por ejemplo, queremos un mundo sin cáncer—que es el propósito del trabajo científico de Obdulio Piloto. Es eso; que como humanos podamos crear tecnologías y soluciones para estos problemas. Lo que yo quiero es ser parte de la solución a estos problemas, y esto es lo que me motiva hoy a asociarme con Piloto. Él cree firmemente en el transhumanismo en el uso de la tecnología para superar las limitaciones humanas.

Retomando lo que usted decía sobre la necesidad de ser arquitectos de nuestra vida, se trataría también de tener el poder de decidir cuando morir; la muerte como un acto de autodeterminación, y no la consecuencia de un factor externo, como una enfermedad.

Exacto. Imagínate cómo sería un mundo donde la gente pudiera decidir morir cuando haya logrado su propósito de vida. Después de 3.800 millones de años, la humanidad está a punto de comenzar a evolucionar con nuevas reglas. El ADN se está volviendo tan legible, escribible y pirateable como nuestra tecnología de la información.

¿Ya encontró su propósito?

Creo que lo estoy encontrando poco a poco, y tiene que ver también con mi deseo de impactar a Colombia, a contribuir a elevar la conciencia colectiva de mi país de origen.

Por mucho tiempo nuestro futuro estaba determinado por nuestra clase social, por el apellido que llevábamos. Hoy (también gracias a las tecnologías y a la democratización de las oportunidades) eso está cambiando poco a poco. ¿Hoy de qué depende el futuro? ¿De qué depende el éxito de uno?

Depende del coraje de uno, que quizás es lo más difícil de encontrar. Vuelvo a Peter Thiel, quien dice que el pensamiento brillante es raro, pero que el coraje es aún más escaso que la genialidad. Es el coraje de vivir en contra de los paradigmas establecidos, de cuestionarse y de inventar. Por ejemplo, Obdulio Piloto tiene el coraje de cambiar el paradigma del diagnóstico de enfermedades. Él está creando un futuro donde será posible salvar millones de vidas. Tiene el coraje de dedicarse plenamente a eso.

¿Para usted qué es el coraje?

Para mí el coraje es no necesitar la validación de nadie para empezar algo con impacto, sin ningún tipo de vacilación durante años. Atreverme a vincular poderosos intereses en los campos científicos y artísticos con el objetivo de contrarrestar el establecimiento arraigado.

¿Quién le enseñó a tener coraje?

Mi mamá, sin duda. Ella me tuvo a los 16 años y quedó viuda a los 19. Mi mamá me dio la mejor vida que ella me pudo dar. Las madres solteras como ella tienen un coraje increíble. Ella ha sido una gran inspiración y ejemplo en mi vida, en enfrentar y superar mis miedos.

¿Cómo nació su relación con Obdulio Piloto?

Un amigo me dijo: “Te quiero presentar a alguien que está haciendo cosas increíbles en tecnología en Miami”. Me pareció una persona fascinante; un cubanoamericano, criado en una familia muy tradicional, que terminó estudiando en Cornell, John Hopkins y con estudios posdoctorales en Stanford. Al mismo tiempo era un artista de vanguardia, y el arte para él fue algo que lo ayudó a ser más creativo, a ser un mejor científico. Era algo que le encantaba, pero la ocultaba. Le pregunté que si podía ver su arte, y cuando vi sus cuadros, dije: “Déjame crear la galería, déjame ayudar a que el mundo vea tu arte, porque tienes una mente increíble y como artista tienes una voz nueva. Sé que hay coleccionistas que quieren apoyar tu trabajo artístico y científico”. Fue así como nos volvimos socios.

¿Qué fue lo que lo asombró del arte de Obdulio Piloto?

Cuando vivía en Londres, en un museo, me encontré en una sala llena de fósiles. Era como estar en frente a reliquias y eso me dio otra perspectiva del tiempo. Frente a aquellos objetos intuí lo insignificante que somos. Eso fue lo que se convirtió para mí el arte, casi que una meditación sobre nuestro ser y la nada. Tuve una experiencia parecida cuando Piloto me mostró su “retrato molecular”, que es una representación de la construcción molecular de individuos que es posible gracias a una tecnología que él inventó junto a Ian Cheong, utilizando nanotecnología, además de ciencia de materiales, medicina molecular e inteligencia artificial. Era un autorretrato sui generis. Me detuve en seco: “Estás reinventando el concepto de autorretrato”, le dije.

¿Cómo describirías el arte de Obdulio Piloto?

Su enfoque artístico se centra en explorar la identidad humana y su esencia en una era de avances tecnológicos exponenciales que van a redefinir lo que significa ser humano. Al representar a personas como retratos moleculares, elimina el bagaje cultural, socioeconómico, racial, sexual y religioso que asociamos automáticamente con imágenes de personas.

¿Qué lo motiva hoy a trabajar con Piloto y a dirigir la Galería Artem Scientia?

El arte es lo que sostiene nuestra humanidad. Seguiremos haciendo y apreciando arte. El arte es algo que creamos para nosotros mismos. Además, el arte tiene el poder de cambiar nuestras conversaciones, porque los artistas interpretan la realidad y nos hacen ver aspectos de la vida que ignoramos. Es un privilegio poder representar a un artista, científico o inventor sin precedentes que reinventó el retrato 500 años después de la muerte de Leonardo da Vinci. Es decir, si los Medici fueron quienes apoyaron a través del arte la innovación científica, hoy mi compromiso es fomentar una comunidad de coleccionistas apoyando la visión de un artista como Obdulio Piloto, y así tener un impacto significativo en la humanidad. Al fin y al cabo todo eso lo estamos haciendo para salvarnos.

Por Aldo Civico / Especial para El Espectador

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