El Magazín Cultural

“El Mambo no tiene cómo funcionar”: Claudia Hakim

Después de confirmar que el aviso que pendía sobre la fachada del Museo de Arte Moderno de Bogotá buscando arrendatario se trataba de una campaña de sensibilización, Claudia Hakim, directora del sitio, habla de la crisis económica que no se ha podido superar.

Camila Builes / Ángela Martin Laiton
07 de febrero de 2018 - 02:00 a. m.
Imagen de la fachada del Museo de Arte Moderno de Bogotá con la campaña “Se arrienda”.  / Cortesía Mambo
Imagen de la fachada del Museo de Arte Moderno de Bogotá con la campaña “Se arrienda”. / Cortesía Mambo

El Museo de Arte Moderno de Bogotá fue tendencia en Twitter este lunes. En Facebook se viralizaron un par de imágenes de la fachada del museo con un aviso gigante que decía: “Se arrienda” y debajo del anuncio el número de celular de Carlos Muñoz, el supuesto agente inmobiliario encargado de arrendar la propiedad.

Las fotografías fueron subidas a la página oficial de Facebook del Mambo con un mensaje directo: “Debido a falta de recursos para mantenerlo, el Mambo se arrienda. Mayor información: 3213472690 carlos.munozc@cmasesorinmobiliario.com”. Algunos medios como la W y Blue Radio ratificaron la noticia: “Esta persona (Carlos Muñoz) en efecto confirmó la información. Los espacios del museo, que consta de 4.200 metros cuadrados, se han puesto en arriendo por un valor de $120’000.000 mensuales. Todo lo anterior por la crisis económica por la que está pasando el Mambo”. Como era de esperarse, las reacciones en las redes aumentaron y comenzaron los linchamientos contra el museo, el Gobierno, Idartes y el Ministerio de Cultura.

 

Sin embargo, el aviso no era literalmente cierto. El museo, según su directora Claudia Hakim, está en una condición imposible de mantener y por eso tomaron la decisión de realizar una campaña de arriendo del museo que busca estimular a los ciudadanos a comprar membresías, a la empresa privada a invertir dinero y a las instituciones públicas para que, a pesar de que ya lo apoyan, aumenten esta ayuda. Los llamados de auxilio por parte del Mambo se oían desde hace años, cuando su anterior directora, Gloria Zea, organizaba cenas y cocteles de caridad para obtener fondos suficientes que ayudaran a mantener vivo el sitio. A pesar de eso, el museo nunca salió de deudas.

El Museo de Arte Moderno de Bogotá es una empresa privada sin ánimo de lucro, por eso los fondos que instituciones como Idartes y el Ministerio de Cultura le otorgan son exclusivos para exposiciones puntuales y no tienen nada que ver con el mantenimiento del lugar. Hakim, que lleva dos años en la dirección del sitio, le contó a El Espectador que en 2017 lograron llevar a cabo estrategias para salvar al museo. Crepes and Waffles activó la zona de comidas del lugar, se hicieron alianzas académicas con la Universidad de los Andes, la Universidad Javeriana y la Universidad Pedagógica Nacional y las visitas guiadas aumentaron en un 50 %. Sin embargo, nada ha resultado lo suficientemente grande para subsanar la deuda del museo. ¿Es hora de que al Mambo lo intervenga el Ministerio de Cultura? ¿El museo ha dialogado lo suficiente con las tendencias artísticas locales y ha aportado algo en el contexto actual del arte colombiano? ¿Por qué esta crisis económica lleva más de treinta años y no pasa nada?

¿El anuncio “Se arrienda” para quién iba dirigido?

Nosotros somos un museo privado, las instituciones públicas como el Ministerio de Cultura e Idartes me dan un apoyo que no es suficiente: es una ayuda que tiene un nombre propio y que va dirigido a proyectos en el museo. Lo que quiero es que la gente entienda que si se va a hacer un proyecto no se cuente con el personal para hacerlo. No se puede contar con el diseñador, porque no podemos pagarlo o con el Departamento de Curaduría. O sea, el museo tiene una nómina y no hay cómo pagarla. En este momento, el Mambo no tiene cómo funcionar. El museo tiene una nómina de unas 27 personas y en cada quincena desde hace muchos años ese es nuestro sufrimiento.

¿A qué se debe la quiebra del museo más importante de Bogotá?

No lo llamemos quiebra, porque el museo ha funcionado así siempre y se ha mantenido año tras año. Lo que pasa es que uno no puede seguir sacándose del sombrero o pidiendo un centavito por aquí, un centavito por allá. La gente se compromete a ayudar y a la larga esa ayuda nunca llega, sacando citas y tratando de que la gente apoye. Nuestro ejercicio entonces va dirigido al público del común, a que todo el mundo vuelva al museo. Para hablarte con cifras: necesitamos casi mensualmente lo que cuesta el arriendo del museo, es decir, $120 millones.

Una de las críticas que se le hacen al museo es que no ha dialogado con el arte local. ¿Usted cree que eso es verdad?

Creo que por algo Gloria Zea me cedió el museo. Aunque siempre he dicho que estaba vivo, pero apenas palpitaba, el museo no tiene la vida que debe tener. Aunque nosotros hemos logrado que la gente vuelva, esto no es suficiente, queremos llegar a más público y creo que esta era la manera, con la campaña de “Se arrienda”. Quisiéramos tener nuestra exposición permanente puesta, pero si tenemos la exposición permanente, pues no tenemos actividades porque el museo no tiene suficiente espacio para las dos cosas. Entonces lo que buscamos es más gente que crea, más gente que quiera para que entre todos hagamos crecer el Mambo

Vimos una exposición como “Ríos y silencio”, que habla muy bien de lo que está viviendo el país. ¿Esto quiere decir que el museo se puso en la tarea de hablar más con el arte local?

Claro que sí, por ejemplo este año se llama “El Mambo se queda en casa”, que significa que todas las exposiciones que vamos a hacer en este año, que vamos a celebrar 55 años de fundación, serán con artistas colombianos.

De las ayudas que recibieron el año pasado, ¿en qué porcentaje subsanaron la deuda del museo?

En nada. Ayudas económicas en nada, porque eso no se puede tocar, esa es una plata pública que va a lo que va, su destino es para la parte de proyectos. Hubo artistas que nos donaron obras y que con esas donaciones pude ir a los bancos a enfrentar las deudas, pero gracias a la generosidad de esos artistas se pudo hacer el pago y los bancos lo recibieron.

¿Cómo podría el ciudadano común ayudar al museo?

Nos gastamos más de cincuenta mil pesos en rumba y no somos capaces de darle cincuenta mil pesos al año al museo. Es decir, nosotros no estamos pidiendo cincuenta mil pesos mensuales, la membresía de un estudiante cuesta cincuenta mil pesos el año y tiene todos los beneficios que quieran tener. Eso ayudaría mucho.

¿Usted cree que el museo necesita una intervención directa del Ministerio de Cultura o de Idartes?

No, creo que ellos están apoyándome, lógicamente uno siempre quiere más, pero uno entiende que hay repartición. Lo que me gustaría que entendieran es que es el museo de Bogotá y siente uno cómo hay empresas públicas en otras partes del país para las que el apoyo es incondicional, casi que me iría más a pedirle a la empresa privada.

Gloria Zea dirigió 47 años el museo. ¿Cómo recibió usted el Mambo?

Gloria me dijo una frase: “Tú me debes odiar”. Le respondí, “sabes qué Gloria, te admiro”. Gloria trabajó así durante 47 años. Recuerdo la angustia permanente de ella para poder pagar y que el museo siguiera viviendo. ¿Cómo lo logró durante 47 años? No lo entiendo. Llevo aquí dos años y realmente no puedo seguir así, es terrible que llegue una quincena y no tenga cómo pagarle a la gente. Entonces esto fue lo que detonó esta campaña. Gloria lo aguantó, ella fue la que creó el museo, ella supo trabajar así, pero yo no puedo.

¿Por qué la gente debería apoyar el Mambo?

Porque es un Museo donde tenemos el patrimonio de los bogotanos. Tenemos una historia que contar a través del arte, es la memoria histórica de los bogotanos y es un patrimonio con proyección también para el futuro.

¿En el Museo tienen algún referente para seguir en Latinoamérica?

Uno ve el MAM que hizo su propia sede, uno ve el MALi en Perú son Museos que han pasado por estas situaciones y han salido adelante. Pero necesitaron de este tipo de campañas para que la gente entienda que los museos no son autostenibles, entonces el apoyo de la gente es necesario. Colombia necesita cultura en todo sentido, cultura educativa en diferentes temáticas. Nosotros generamos educación a través del arte.

¿Qué pueden hacer las empresas privadas?

Me encantaría que por ejemplo la empresa privada patrocinara una sala, podría patrocinar el departamento de curaduría, o simplemente da el apoyo económico donde aparece como beneficiario y benefactor del museo.

¿Cuántas empresas privadas apoyan al Mambo?

Sólo tres.

Por Camila Builes / Ángela Martin Laiton

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