El Magazín Cultural

El sabor del trompetista Jorge Pardo Vásquez

Su música nace del deseo de expresar la alegría de su ciudad, Cartagena, donde acaba de estrenar su primer álbum, “Cumbia ácida”, una vibrante recopilación de melodías cargadas de sentimientos.

Karina Medina Pino
03 de enero de 2018 - 01:54 a. m.
Imagen del trompetista cartagenero Jorge Pardo Vásquez. / Julián Monroy Rincón
Imagen del trompetista cartagenero Jorge Pardo Vásquez. / Julián Monroy Rincón

El trompetista, gaitero y compositor Jorge Emilio Pardo Vásquez, más conocido como el León Pardo, es una de esas promesas musicales que devuelven la esperanza a los géneros más autóctonos de las tierras caribeñas. El compás de sus notas no sólo hace rememorar cuando se bailaba al son de pegajosos ritmos playeros, sino que además, al escucharlo, el espectador se reviste de orgullo y estremecimiento ante la presencia de un músico grande que alegra a su público con nuevas e inesperadas experiencias sonoras.

Su música nace del deseo de expresar la alegría de su ciudad, Cartagena, donde acaba de estrenar su primer álbum, Cumbia ácida, un disco en el que se cuentan siete maravillosos temas con los que sintetiza de manera deliciosa y emotiva su amor e identidad musical, plasmados claramente en los nombres que escogió para sus melodías: Playa estelar, cumbia ácida, escogido para titular el CD, Gaita: La acabación del León, Giorgina, La vuelta del perro, Tumbao patra y El florero.

“La idea con esta primera producción es dar a conocer nuestra cultura, mis orígenes y la magia que sólo se vive y se siente en esta ciudad fantástica. Estoy convencido de que tenemos un suelo muy importante, una buena plaza para un músico o cualquier artista, por eso quise rendirle tributo y entregarle mi primicia”, expresa de manera convincente, con una voz suave y tímida que contrasta con el sonido arrasador y enérgico de su trompeta.

Hablamos con Jorge Pardo sobre su vibrante recopilación de sonidos cargados de sentimientos, una producción sin igual con la que ya ha empezado a escribir (interpretando) la futura historia de la nueva generación de músicos del Caribe.

¿De dónde surgió la idea de producir este disco que rinde honor a Cartagena?

Me lo debía. Tal vez me demoré demasiado, pero, bueno, es que le puse todo el corazón. Siempre quise plasmar con mi música muchas de las experiencias que he tenido a lo largo de mi vida. Mira, yo soy tímido para relacionarme, pero algo cambia cuando estoy tocando mi trompeta o la gaita. Con esos instrumentos en mis manos me desbordo, es mi mejor manera de expresarme. Por eso estoy tan contento con Cumbia ácida. Llevaba cuatro años trabajando en esta producción.

¿Por qué lo tituló “Cumbia ácida”? ¿Qué significa ese nombre?

El nombre del CD surge de uno de los temas del disco, porque para mí el sabor de la Costa es cítrico. Es un concepto muy personal. Como mi música, Cartagena tiene un color y un sabor rítmico especial. Cada tema del CD es un ingrediente para aportar buena sustancia musical. Ahí están plasmados muchos momentos que he vivido, un sentir que cuenta lo que siento. Es como el que escribe poesía; de esa manera compongo mis melodías.

¿Cartagena es una buena plaza para los músicos locales o es necesario emigrar para destacarse?

Mira, Cartagena es una buena plaza, no sólo para un músico, para cualquier artista, porque yo siempre he pensado que no importa el lugar donde uno esté sino depende de lo que hagas. Y para mí, esta ciudad es un suelo muy importante. Aquí se fraguó la historia musical del siglo XX, no podemos olvidar esto. Es necesario ponerle más atención a lo que aquí tenemos, por eso no me he ido a vivir a otra parte. Necesitamos que nos abran espacios, y la ciudad y los gestores culturales lo están entendiendo poco a poco.

Usted tiene pinta más bien de rockero. ¿Por qué interpreta estos sones caribeños y por qué escogió la trompeta?

La trompeta fue un buen accidente en mi vida. Inicialmente quería tocar saxofón, como mi abuelo materno. De él heredé la pasión de la música y su instrumento, pero imagínate que me lo robaron cuando mis tíos me lo regalaron. Mi primer profesor me lo prestó y nunca más me lo devolvió. Fue terrible para mi familia. Ese saxo era sagrado para mis tíos; me lo heredaron porque ninguno de ellos se inclinó por la música y vieron desde niño que yo tenía ese llamado. Después de ese inconveniente no pude tener otro saxofón, pero entré a estudiar música y el único instrumento que el instituto me daba la opción de estudiar era la trompeta, así que accedí y luego me conecté tanto que nunca más volví a pensar que lo mío era el saxofón. Bueno, y luego estudié trompeta clásica. Definitivamente la trompeta me eligió a mí.

¿Qué viene para el 2018?

Me encuentro ultimando detalles para presentarme con Cumbia ácida en varios festivales del mundo. Tengo dos invitaciones pendientes. Espero que las cosas se me den y pueda viajar en febrero a Brasil. Asimismo, estoy en negociación para asistir a uno de los más importantes festivales de jazz, que se organiza en Marsella (Francia). Eso es lo más concreto que tengo para el próximo año.

Por Karina Medina Pino

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