El Magazín Cultural

Entre la creación teatral y la culinaria

Las medidas tomadas para el control del nuevo coronavirus han dejado al descubierto la difícil situación del sector cultural en el país. Juan Pablo Acosta es un actor que ha encontrado en la cocina una alternativa para sobrellevar la crisis.

Argenis Leal @TeatroenBta
19 de mayo de 2020 - 11:00 a. m.
Juan Pablo Acosta, actor, director y dramaturgo, pasó de trabajar de los escenarios a la cocina: todos sus estrenos y grabaciones fueron cancelados.   / Juan Pablo Acosta
Juan Pablo Acosta, actor, director y dramaturgo, pasó de trabajar de los escenarios a la cocina: todos sus estrenos y grabaciones fueron cancelados. / Juan Pablo Acosta

“Además de ser un gran actor, Juan Pablo es un alquimista en la cocina”, afirman algunos de los comensales que durante la última semana han disfrutado de ravioles rellenos hechos en casa, paella, trucha al horno, lasaña de plátano, entre otras delicias, que surgen de La cocina de JuanPa, donde cada creación se adoba con gusto, disciplina y mucha limpieza. Esta es una iniciativa del actor Juan Pablo Acosta para sobrellevar la crisis económica que tras el cierre de escenarios, grabaciones y producciones para el control de la pandemia ha dejado en la cuerda floja a muchos artistas.

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Acosta desborda alegría y cariño con aquellos que lo rodean. Sus risas son repentinas, burlescas y algo inocentes, pero en el escenario se transforma, es fuerte, potente y tiene una gran habilidad interpretativa. Logra que sus personajes se queden en la memoria del público, como lo hizo con el padre Tiberio, de la obra Rumor, de Umbral Teatro. Este personaje se inspiró en el padre Tiberio Fernández Mafla, asesinado en la masacre de Trujillo (Valle), hecho que se desarrolló en una escena poética y emotiva a partir de una partitura precisa de movimientos, música y una actuación conmovedora que nos permitió sentir el dolor de su partida. También, recientemente y bajo la dirección de Adela Donadío, dio vida al Guardián en la obra Pies morenos sobre piedras de sal, una puesta en escena enigmática que desde la historia de nueve personajes aborda la situación social de La Guajira. Acosta fue parte de Bolívar, la serie de Caracol Televisión, y estaba grabando un par de producciones -que prefiere no mencionar-, que tras la llegada de la pandemia también se cancelaron, así como la tercera temporada de su primera obra como director y dramaturgo Historias para animales carnívoros, inspirada en El beso de la mujer araña, del escritor argentino Manuel Puig, entre otros proyectos teatrales y pedagógicos que garantizaban sus ingresos económicos por varios meses.

¿Ser chef o actor? Esta ha sido una discusión a la que se ha enfrentado en varias oportunidades. Su primera incursión en el universo culinario fue a los 10 años. “Preparé una pasta horrible, pero todos en la casa se la comieron. Después me dediqué a ver El Gourmet y mejoré muchísimo”, recuerda. Sus padres siempre desearon que continuara por ese camino, que además brindaba mejores posibilidades económicas, pero su pasión siempre ha sido el teatro.

Acosta nació en Arbeláez, Cundinamarca. Se trasladó a Bogotá para iniciar sus estudios en la Casa del Teatro Nacional, pero a punto de culminar fue expulsado, razón por la que se alejó por varios años de los escenarios. Durante este tiempo adelantó clases de cocina y manipulación de alimentos como pasatiempo, conocimientos que ahora le permiten brindar a sus amigos, colegas y futuros comensales todas las garantías necesarias para que disfruten de cada una de sus preparaciones. “Para mí cocinar es un acto de amor. Cocino para las personas que quiero. Es algo innato. Abro le nevera y sé qué hacer. También mi compañera de muchos años me compartió saberes tradicionales de la cocina del Pacífico y el Caribe. Ahora las uso en las recetas. Es muy grato contar con el apoyo de tantas personas que hacen sus pedidos o difunden los menús de cada día por sus redes. Además, me permite ayudar a otros actores: los domicilios los hace un compañero de Umbral”, cuenta Acosta.

Pagar hipotecas, cuentas de mercado, arriendos, servicios públicos, colegiaturas o el jardín de los niños son obligaciones cotidianas que también viven los artistas en su día a día. También están los momentos de tristeza, frustración y desempleo. La exposición mediática genera imaginarios colectivos errados asociados con el lujo, el glamour y la riqueza. Todos estos muy alejados de la realidad. A causa de estas ilusiones los actores pueden ser deshumanizados. “Todos queremos vivir en las mejores condiciones, pero en nuestra profesión la incertidumbre es permanente. Por un tiempo podemos ganar muy bien, sobre todo los que tenemos la fortuna de hacer televisión, pero también podemos pasar varios meses sin recibir nada”, dice Acosta.

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Para ser actor se debe tener una fuerte convicción y estar preparado para las difíciles condiciones laborales que no tienen otras profesiones. Estar abierto al cambio. “Los actores y los artistas en general nos vemos obligados a tener un plan ‘b’ permanentemente para poder pagar las facturas, pero es importante jamás abandonar la creación. Con la crisis hay un ánimo muy fuerte de resistencia. El público lo necesita. Como dice una frase que se está usando mucho: “El arte es lo que salva al hombre”. En este momento somos soldados del arte, estamos batallando contra el Estado que no se manifiesta, que no nos apoya. Lo hacemos por el público que nos necesita, que disfruta de nuestras creaciones, pero que en muchas ocasiones nos menosprecia y, sobre todo, batallamos contra las circunstancias”, concluye, mientras revisa la nevera y sigue esperando que las salas se abran.

Por Argenis Leal @TeatroenBta

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