El Magazín Cultural

Felipe Aljure: “Quiero que el Festival deje de ser una competencia”

El director de cine Felipe Aljure asumió la semana pasada el cargo de director artístico del Ficci. Los retos son grandes y su propuesta es hacer un festival que reflexione sobre los efectos del cine en las personas.

CAMILA bUILES
15 de julio de 2018 - 02:19 a. m.
 Felipe Aljure es director de “La gente de la Universal”, una de las películas más emblemáticas de la filmografía colombiana.  / Cortesía
Felipe Aljure es director de “La gente de la Universal”, una de las películas más emblemáticas de la filmografía colombiana. / Cortesía
Foto: EmmanuelUpegui

Erlin Salgado era un futbolista cartagenero que fracasó en el deporte por una fuerte lesión en su rodilla. Jugó en el Júnior de Barranquilla y poco o nada hizo en su paso por el equipo. Al borde de la ruina, un amigo suyo se propuso ayudarlo y lo llevó a grabar primeras comuniones en los barrios de Cartagena. Salgado se enojó, le dijo, le gritó, que mamaba güevo, que él, ni loco, seguía haciendo eso. Entonces agarró un celular destartalado que tenía y le dijo a su amigo: “Mirá que lo que vamos a hacer es una película”.

Bandoleros, esa película que grabó Erlin con la cámara que le prestó un compa que trabajaba en una prendería, se convirtió en una de las cintas presentadas en 2006 en el Festival de Cine de Cartagena. Hubo dos proyecciones, en ambos sitios no cabía la gente. Casi todos cartageneros. Casi todos gritándole a la pantalla esas palabras que reconocían, esos gestos que ellos también tenían. Esa proyección antecedía a lo que fue la explosión de Bandoleros. En las casetas de videos piratas que enmarcaban la ciudad ya no estaban en primera fila los títulos como Terminator o Misión imposible. No. La película de acción que más se vendió en los chuzos piratas fue Bandoleros.

Felipe Aljure, el nuevo director artístico del Festival de Cine de Cartagena, quiere que el episodio de la película de Erlin Salgado se repita. “Cartagena siempre ha sido la casa del Festival y siento que no la hemos representado como se debe, no le hemos dado el valor que siempre ha tenido. Ha sido una tribuna de cine para presentarlo, para pensarlo, para dialogarlo y no tiene casi filmografía”.

Aljure recibe las banderas de Diana Bustamante, que durante seis años logró posicionar al Festival como uno —si no el más— importante de la región. Bustamante salió este año de la dirección de arte del evento por problemas con la junta directiva, que no renovó el contrato de la productora para que siguiera con su labor.

El hecho fue tan mediático como discutido. Bustamante había logrado récord en asistencia, había logrado traer a personajes de la talla de Tilda Swinton, Alejandro Iñárritu, Darren Aronofsky y su trabajo como directora artística puso al Ficci en los circuitos más importantes de varios festivales. Aljure no desconoce la labor de la pasada directora. “Pienso que es una tribuna que ha estado abierta cuando desde Bogotá ni siquiera había plata, no había presupuesto, no había ministerio y allá seguía Víctor (Nieto Núñez) con su junta. No tengo ninguna objeción con las ediciones pasadas”.

Sin embargo, Aljure quiere cambiar el enfoque del Festival. Ha pensado, por ejemplo, en la posibilidad de eliminar la competencia. “Por qué en vez de tener a cineastas compitiendo entre ellos, no tenemos una celebración del cine, una celebración de lo que está pasando en este país”. La idea de Aljure es que el Festival conserve su independencia y no esté apegado a ningún hecho coyuntural, pero que sí sea un espacio de reflexión frente a dinámicas sociales importantes que se estén dando no sólo en Colombia. Para eso ya ha hablado con cineastas sudafricanos y brasileños para tratar el tema de mestizaje y migración. Uno de los posibles focos de la próxima edición del Ficci.

Otro de los objetivos del director de La gente de la Universal es reflexionar sobre el efecto que tiene el cine sobre las personas que lo hacen: “Hay una sección que queremos implementar, que es: La gente que hace cine y lo que el cine le hace a la gente. Es un poco poner la tilde ahí: qué pasa cuando la cámara entra a las casas, a los barrios, a los grupos de amigos”. Según Aljure, no solamente importa el resultado final de la película, sino los efectos del cine en la gente. “Hay procesos de producir películas, que aunque no resulten en una película como la imaginó el director, con ciertos valores narrativos, el mismo hecho de hacerla enriqueció a un colectivo, ha sanado”.

La tarea que le queda a Aljure por ahora es organizar un equipo de trabajo que mantenga al Ficci y supere lo que hizo la pasada dirección. Lo que queda ahora es esperar y estar abiertos a que los cambios que traiga Aljure sean beneficiosos para el cine, que es, al fin y al cabo, lo único que importa.

Por CAMILA bUILES

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