El Magazín Cultural

“Había orden de asesinarme”: Olga Cecilia Vega

Presentamos una entrevista con la escritora colombiana, quien lanzó su autobiografía Pluma bajo fuego en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

María Paula  Lizarazo
28 de noviembre de 2018 - 02:00 a. m.
“Había orden de asesinarme”: Olga Cecilia Vega

Vive en Argentina. Con valentía asumió la tristeza de la lejanía. Para ella la palabra no tiene precio, así como tampoco la verdad de un periodista. Considera que, si uno viene a México y no se toma un tequila, a qué vino. Habla con preocupación por los nuevos periodistas y respira cuando mira al pasado: siguen sin morir sus letras.

Este libro narra la confianza que recibió por parte de los altos mandos de las Farc, como Raúl Reyes, Manuel Marulanda, Alfonso Cano, Iván Ríos, cuando trabajaba para RCN, mucho antes del proceso del Caguán, lo que le permitió llegar hasta el corazón de esa guerrilla y “conocer los secretos más grandes que ningún otro periodista haya conocido”.

En esta experiencia cercana a la guerrilla, cubriendo tantos temas sobre el conflicto, ¿qué fue lo más complejo?

El hecho de haber logrado sacar las grandes exclusivas de las Farc, de haber logrado también mediar para la liberación de secuestrados, en nombre del gobierno norteamericano, hizo que me acusaran de ser la amante de Raúl Reyes. Esto se inició con mis colegas, luego fue el mismo Estado con grupos de extrema derecha.

Cuando fui contactada por el gobierno norteamericano para ayudar en ese proceso de mediación humanitaria, las Farc por un momento pensaron que yo era una agente encubierta del gobierno norteamericano. No soy ni fui una agente. Simplemente fui una facilitadora, un contacto de comunicación entre las Farc y el gobierno norteamericano para que estos tres señores quedaran en libertad.

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Después, cuando se enteran de que soy la hermana de Barcuh Vega, un hombre que había negociado la entrega de 114 capos colombianos a la justicia norteamericana, en las Farc, el mismo Raúl da la orden de que me secuestren y hay una orden de fusilamiento contra mi vida. Hasta el día de hoy, las Farc tienen una orden para acabar con mi vida. Reyes ordena que me secuestren, con una orden de fusilamiento, porque cree que yo era una espía que trabajaba para el gobierno norteamericano, luego se dio cuenta de que había cometido un error gravísimo y seguí siendo una periodista de confianza para él.

Al cabo de la Operación Fénix, el primero de marzo del 2008, y cuando se dan cuenta los organismos de inteligencia en los correos que había de Raúl Reyes y luego en la operación contra el Mono Jojoy, en los computadores del Mono Jojoy encuentran que hay una orden del Secretariado de las Farc hacia alias El Paisa, para que me asesine, porque consideran que Operación Fénix se dio gracias a informes que yo había dado, cosa que tampoco es cierta.

Ante tanta incertidumbre y ante tantas amenazas, ¿de dónde sale la fuerza?

Lo que a uno le da fuerza para poder sobrellevar una situación tan dura y, peor aún, vivir en el exilio, lejos de su familia, lejos de su tierra, dejar su trabajo, dejar todo lo que uno ha conseguido durante toda su vida, de la noche a la mañana, es el amor a la profesión y la verticalidad en mi trabajo: ser una persona honesta sin hacer parte de ninguna de las fuentes de información. Eso es lo que hoy en día me permite estar con vida y tener la fuerza para poderlo contar después de algunos años: decir que no recibí dinero del gobierno norteamericano, que lo único que pedí a cambio fue que respetaran mi exclusiva periodística. Y por parte de las Farc, decir: caramba, yo no soy lo que ustedes pensaban que yo era, soy una periodista que trabajé por mi verdad.

¿Qué consejo les daría a los medios de comunicación con relación al cubrimiento de los conflictos armados en el país?

Que traten de ser verticales hasta donde más puedan. Los periodistas no nos podemos convertir en mercaderes de la información y hacer un periodismo cómodo, desde un escritorio, con boletines de prensa. Yo no me podía basar en un boletín de prensa para repetir las informaciones de otros periodistas. Yo tenía que ir e indagar, averiguar, investigar, no podía basarme en una sola fuente; yo tenía que buscar la contraparte de por qué Colombia había estado tanto tiempo en guerra, lo que ningún gobierno había respondido públicamente.

Los periodistas de hoy en día se han convertido en periodistas con una labor muy cómoda, basada en las redes sociales, en la repetición de la repetidera. No podemos casarnos con ninguna fuente de información, los periodistas somos conductores para poder publicar las verdades.

¿En qué medida ese periodismo cómodo es responsable de la falta de reconocimiento de Colombia de sí misma, de su propia historia?

Los medios de comunicación tienen jóvenes que se han formado en las universidades, pero no los ha formado la experiencia de la calle, del trabajo de campo. Al periodista hoy en día le hace falta indagar y divulgar quién ha sido parte de la historia de Colombia y cómo han sucedido los hechos realmente.

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¿Qué reflexiones tiene sobre esta etapa del llamado “posconflicto”?

Es una etapa bastante difícil. Los mal llamados disidentes son una locura. De las Farc se desmovilizó una parte y la otra sigue en el monte controlando los negocios del narcotráfico colombiano, siguen conformando sus filas; unos se encuentran con sus representantes en el Congreso, otros en zonas veredales.

Aunque algunos medios no lo han divulgado, se reactivó el secuestro; el narcotráfico y el cultivo ilícito se incrementaron. Veo que es una etapa dura, que no es tan fácil erradicar la coca ni erradicar a estos grupos al margen de la ley.

¿Qué le permitió mirar hacia atrás y resignificar sus memorias en la novela?

Es como si me quitaran una mochila que he cargado durante largo tiempo. Pluma bajo fuego empezó a contar lo que es no solamente la autobiografía de una corresponsal de guerra en Colombia. No es la periodista que se fue con una grabadora y una videocámara a investigar, no. Yo me preparé para poder cubrir bombardeos en Colombia, estar en medio del fuego, saber qué es un arma, una granada, cómo defenderme en campo abierto: eso es ser corresponsal de guerra. Esto me deja hoy en día la experiencia grande de poder dirigirme a la juventud, a los nuevos periodistas y decirles: por favor, cubran las noticias de tal y tal manera, no sean cómodos, investiguen.

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