El Magazín Cultural

Juan Fernando Hincapié: el arte de narrar fútbol

El escritor presenta su más reciente libro: “La ley del ex”, publicado por el grupo editorial Penguin Randome House. Cinco relatos largos que tienen algo en común: un gran sentido del humor.

Elena Chafyrtth
21 de noviembre de 2019 - 02:00 a. m.
El autor Juan Fernando Hincapié afirma que para hacer reír hay que ser auténtico  / Juan Felipe Vásquez Campos
El autor Juan Fernando Hincapié afirma que para hacer reír hay que ser auténtico / Juan Felipe Vásquez Campos

Desde pequeño, Juan Fernando Hincapié ha tenido una gran pasión diferente a las letras. Cuenta a manera de anécdota que hasta los 20 años no hizo otra cosa más que jugar y pensar en fútbol. Aunque estuvo en el exterior y conoció otras canchas, siempre se aferró a las de su barrio, aquellas que fueron testigo de sus primeras jugadas.

Manifiesta que su amor por los libros llegó en la universidad, y desde ese momento buscó una literatura llena de humor, que lograra narrar ciertos sucesos de la vida con un poco de picante, provocando en el lector un gran juego literario. Este sentimiento creció cuando leyó a Alfredo Bryce Echenique. Desde allí Hincapié experimentó otro lado de la literatura convirtiéndola en su segunda pasión y dejando atrás el cliché de creer que esta era aburrida.

Así, presenta en su libro La ley del ex, una serie de relatos en donde el lector se dejará seducir por diferentes emociones y cuestiones, como: ¿Qué sentiríamos si por cosas de la vida dejamos grabada nuestra clave de nuestra red social en el computador de nuestra pareja, y un día él o ella decide controlarlo todo desde allí?

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Del mismo modo, el lector se encontrará en varias ocasiones con la vida de Fernández, de quien se sabrá toda su carrera futbolística, desde los cinco hasta que se retira de las canchas con cuarenta años. Este personaje se convierte en la excusa perfecta para vivir las pasiones que siempre deja un partido de fútbol, volver a esos amigos de la infancia, que nunca se olvidan, los lugares que se convierten en algo más que un simple recuerdo y leer la vida futbolística de un bogotano del común que no necesita la fama para lograr quedarse en el corazón del lector.

¿Considera que se ha escrito mucho acerca de fútbol?

Hay mucha no ficción: eso seguro. Miles de perfiles o biografías de jugadores, algunas brillantes, como la que Ruy Castro escribió sobre Mané Garrincha. Pero no deja de ser extraño que aún no tengamos la gran novela de fútbol; siendo tan popular, es llamativo que la producción literaria sobre este tema no esté a la altura de la de otros deportes (el béisbol, por ejemplo, que tiene una sólida tradición narrativa). A mi modo de ver, esto está relacionado con el desdén con que el fútbol ha sido tratado por los intelectuales.

Admiro mucho a Borges, pero el argentino dejó unas sentencias que por años han sido desperdigadas por sus furibundos lectores. Es como si el fútbol le hubiera hecho algo malo. Creo que no lo entendía muy bien o, al menos, no en toda su dimensión. Borges afirmó cosas muy acertadas sobre el aspecto profesional del deporte y sobre los hinchas, a quienes parece que lo que menos les gusta es el fútbol. Pero el fútbol no es únicamente el fútbol profesional ni los hinchas. El fútbol es un deporte sencillo, fácil de jugar, incluso, que cuando se pone emotivo (y esto puede suceder en cualquier cancha del mundo) está muy lejos de cualquier otro espectáculo. Pese a que La ley del ex no es un libro exclusivamente sobre fútbol, intenté captar las peculiaridades del fútbol amateur.

¿Qué fue lo más complicado de este recorrido con el libro?

Desde el primer momento sabía que quería hacer textos largos, eso fue lo primero. Textos que están en la frontera entre el cuento largo y la novela corta. El tercer relato del libro, “Una carrera futbolística”, se inicia cuando Fernández tiene cinco años y sale al parque a jugar con su tío y unos primos; y luego de veinte mil palabras muy futboleras aterriza en el incidente que lo aleja de las canchas, cuando cuenta con 41. Puesto que la idea era contar mi carrera futbolística, narré varias jugadas con el mayor detalle posible. A decir verdad, no sé qué pueda pensar una persona a la que no le guste el fútbol, pero tenía muy claro lo que quería hacer, y lo hice lo mejor que pude.

Lo más complicado, no obstante, fue terminar los textos. Comenzar es fácil, pero el final de un texto es donde se concentra toda su energía e intensidad, y para mí terminar estos cinco relatos fue un esfuerzo importante, que me dejó agotado.

¿Qué autores lo inspiraron para el libro?

Julio Ramón Ribeyro es un autor muy importante para mí. En “Una carrera futbolística” intenté algo similar a lo que el gran autor peruano intentó en Solo para fumadores, solo que con el fútbol. Pese a que nunca he fumado, ese es uno de mis cuentos favoritos. El nivel de detalle de Ribeyro me dejó deslumbrado. Es un gran autor, estilísticamente perfecto. Y confieso que también me fijé en el que a mi modo de ver es su mejor libro, Relatos santacrucinos. En todos los cuentos transcurren una gran cantidad de años, e incluso el libro se puede leer como una novela. Probé algo parecido con La ley del ex. Respecto de la longitud de los textos, siento que es una forma que no se ha tratado mucho en la literatura colombiana, y por eso me propuse encararla. Por último, sería un ingrato si no reconociera a la gran maestra del relato largo en la literatura mundial: la canadiense Alice Munro. Su obra está a la altura de todos los grandes.

En estos relatos, ¿qué fue lo más difícil de escribir sobre fútbol?

Hay ciertas jugadas que veía clarísimas, pero cuando comenzaba a describirlas empezaba a vislumbrar los problemas: justamente por eso creo que no hay tanta narrativa de fútbol. En últimas, ¿qué tanto se puede decir? El tipo la paró de pecho, se sacó a dos y pateó cruzado: golazo. Por este motivo me propuse ser muy específico al describir las jugadas, por ejemplo cuando Fernández hace un ranquin de los mejores túneles que ha hecho en su vida, luego de describir el lance doy un referente real: como el caño que Riquelme le hizo a Yepes hace tantos años; como “la Boba” de D’Alessandro. Esto permite que un futbolero se ubique rápidamente, y un no futbolero tiene Youtube al alcance de la mano.

¿Qué consejo les daría a los jóvenes que también quieren escribir con humor?

Creo que un buen consejo es seguir el instinto, siento que un creador tiene que seguir sus instintos. No hay una única manera de hacerlo, no hay recetas. De lo contrario, habría maestrías de “Escriba como García Márquez”. Y no, él lo hizo porque fue una persona que vivió en un tiempo, que tenía una sensibilidad muy particular. Un genio. Ahora bien, tampoco el fin de todos tiene que ser hacer reír a los demás, pero si uno se va por ese camino, debe exigirse. No quiere decir que porque se quiera escribir de una forma graciosa, sea fácil, todo lo contrario. Llevo 15 años escribiendo todos los días; es decir, esto a mí no me cayó del cielo, me he aguantado unos trabajos infames y todo por lograr unas horas al día para escribir y pulir mi voz.

Entonces siento que para hacer reír hay que ser auténtico, si uno trata de complacer a los demás, la embarra; eso me hace recordar una cita de Woody Allen: “No sé cuál es el secreto del éxito, pero el secreto del fracaso es tratar de darle gusto a todo el mundo”. Está bien preguntar y demás, pero uno tiene que escucharse y seguir su instinto, sobre todo saber encontrar los detalles que después puedan explotar; la mirada de un escritor, la sensibilidad, la percepción: esas cosas no se pueden enseñar.

Por Elena Chafyrtth

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