El Magazín Cultural

Libros en cuarentena

De cómo las librerías independientes se valen de su creatividad para no perder contacto con sus lectores en un tiempo crítico. Cuando pase la cuarentena llegará nuestro turno de ayudarlas.

JULIANA MUÑOZ TORO
30 de marzo de 2020 - 03:25 p. m.
Una de las formas con las que las librerías buscan enfrentar la crisis, es a través de la venta de libros a domicilio. / AP
Una de las formas con las que las librerías buscan enfrentar la crisis, es a través de la venta de libros a domicilio. / AP

Cuando llegue el día y cuando llegue la noche y aún no podamos salir, ni darnos abrazos, ni besos, ni tocarnos la punta de los dedos, serán los libros nuestro refugio y nuestro escape. Serán los libros los que hablen de cómo en otra época sobrevivió la humanidad a la peste y a la guerra y al desastre nuclear de Chernóbil y a tantos dolores más. Pero lo más importante es esto: nosotros también somos el rescate de los libros.

Entre las diversas crisis económicas que trae la situación actual está la de la industria del libro. Se aplazaron eventos, especialmente los de gran magnitud como la Feria Internacional del Libro de Bogotá, y se cerraron temporalmente las librerías. Se detienen las facturaciones o ganancias, pero no los pagos a empleados, préstamos del banco, proveedores de libros, ni a arrendatarios.

Hay un bote salvavidas del que todos se aferran para llegar a la otra orilla: fortalecer los vínculos con sus lectores a través de internet.

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Los clubes de lectura son un gran ejercicio de compañía desde el encierro, un estar juntos gracias a las letras. Lerner sigue en pie de forma virtual con el Café Filosófico, con Roberto Palacio, que además habla desde este campo sobre nuestros tiempos de incertidumbre. La librería Garabato, de Chía, invitó a su club de lectura al autor mexicano Emiliano Monge para que compartiera virtualmente con sus lectores. Tragaluz transmitirá su conocido club de Jam en Medellín a través de Facebook Live, y extendió su muro de ilustradores a su cuenta de Pinterest.

Casa Tomada, de Bogotá, continúa en Facebook Live con sus clubes de lectura Ático, Literatura y viajes y Literatura Juvenil. Sus talleres de escritura también siguen de forma virtual e incluso para su taller de movimiento del cuerpo, en el que principalmente participan mujeres mayores de 60, se puede conectar por Hangouts de Google para hacer ejercicio sin salir de casa.

Claudia Morales, creadora de Árbol de Letras en Armenia, tuvo que cerrar por ahora su librería, pero mientras tanto está compartiendo en Twitter videos cortos de sus seguidores, leyendo un fragmento de un libro o compartiendo una emoción para “aprovechar lo que los libros pueden dar”. Desde el Instagram de El oso que amaba los libros, café literario del Centro bogotano, se leerá un libro todos los días de la cuarentena a las 7 de la noche.

Nido de libros, de Barranquilla, mantiene también su club de lectura de forma virtual para no perder el ritmo. En nidodelibros.blog se suben artículos relacionados con la lectura y se postean las memorias del club de lectura y podcasts en los que leen a viva voz fragmentos de obras. Para la Hora de cuento para niños, optaron por hacerlas en el live de su Instagram los sábados a las 11 de la mañana, y por ese mismo medio están proponiendo concursos creativos para inventarse palabras o escribir breves historias a partir de imágenes.

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Por su parte, Libros Mr. Fox, de Bogotá, sigue vigente con una de sus mayores fortalezas: las prescripciones de libros “para fugarse de casa, sin salir de ella”. Por eso tiene abierto en su página un chat de lunes a sábado de 11 a. m. a 8 p. m. para dar una asesoría directa.

Estas actividades, con excepción de los talleres, no generan ningún ingreso económico. La cuestión es, sí, hacer compañía y además mantener su actividad cultural vigente para seguir formando lectores: una de las funciones principales de una librería independiente.

Varios libreros son conscientes de que la crisis no solo será la de este mes y la del que viene, pues la economía entera del país se verá afectada y comprar un libro no será una prioridad. Nadie estaba preparado para esto.

Por eso, como lectores que sí consideramos que un libro es parte de nuestra canasta familiar, tenemos varias formas de ayudar a mitigar estas dificultades. La primera es seguir las lecturas recomendadas desde las redes de las librerías, antojarse, y “cuando todo pase” ir a comprarlas.

Algunas ofrecen compras electrónicas para hacer el pedido en línea y recibirlo después de la cuarentena. Incluso algunos espacios como Casa Santo & Seña ofrecen premios y descuentos por hacer las compras ahora de lo que se va a disfrutar “mañana”. En el caso de las librerías, como Casa Tomada, Mr Fox y Aljibe Librería (que también recomienda libros para la cuarentena en sus redes), que son atendidas por sus dueños y que cuentan con una bodega de libros en casa, se siguen haciendo despachos a través de transportadoras autorizadas.

Valija de fuego, de Bogotá, que tiene la doble condición de librería y de editorial independiente, está preparando unas “cajas misteriosas” para que los lectores, confiando en su criterio, apenas den un par de indicios de lo que les gustaría leer, reciban un combo de libros a ciegas.

Hay lectores que han lanzado verdaderos salvavidas, como un padre de familia que antes de la cuarentena le compró a Casa Tomada 35 libros de autores colombianos para hacer en su casa un club de lectura con sus hijos. O el gesto simpático y esperanzador de los hijos del escritor Ricardo Silva, quienes armaron con cartón una “sucursal” de su librería favorita, Prólogo, para quedarse adentro leyendo.

Finalmente, la mejor forma de ser parte de la solución es cuidándose. Saber que no se está solo siempre y cuando existan los abrazos de palabras, como dijo Yolanda Reyes, directora del proyecto y librería Espantapájaros: “y que cuando todo esto pase recordemos quiénes estuvieron ahí, leyéndonos y aguantando el aire desde la virtualidad y sea ese el primer lugar al que vayamos a conversar, ahora sí, frente a frente.

Por JULIANA MUÑOZ TORO

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