El Magazín Cultural

Lo que salva

Lo que nos salva es quedarnos hasta las tres de la mañana dándoles la vuelta —todas las vueltas— a las palabras que somos incapaces de escribir; que primero quieren ser concisas y directas, como las de aquel extranjero al que le perturba la realidad, que luego llegan con analogías de la vida misma porque a un Marái se le antojaron de esta forma.

Juliana Londoño
28 de agosto de 2018 - 07:20 p. m.
Cortesía
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Cuánto hubiéramos dado por escribir una frase como Padura, por eternizar el campo como Van Gogh. Lo que nos salva es, precisamente, querer plagiar, en el buen sentido —en el mejor de los sentidos— a aquellos salvadores que conocemos en el camino y terminan por crearnos cada vez que nos prestan sus formas.

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Lo que nos salva es ese lugar que evoca recuerdos sombríos, al que juramos no volver, pero la memoria nos hace regresar más que muchas veces. Por supuesto, cada vez que regresamos no somos los mismos, porque ya nos hemos salvado en el camino con películas como Afterimage o Azul. Ya nos hemos salvado del olvido porque dura 19 días y 500 noches. Ya nos hemos salvado con el piano que nos dejó Amélie.

Lo que nos salva no es el libro en sí sino la frase que nos acuchilla, bien sea para liberarnos o para desgarrarnos. La fantasía, lo que nos salva es la fantasía... de creer que algún día nos iremos a dormir siendo aquello que buscamos ser; de saber, en los amaneceres, que una vida parece demasiado y sospechar, en los anocheceres, que una es suficiente.

Lo que nos salva es decir no cuando es todo lo que queremos decir y quedarnos en soledad en la habitación porque afuera el ruido está muy denso y el silencio salva a quienes saben escucharlo. Lo que nos salva es la herida que, dicho sea de paso, nos llevó a sentir la poesía y la música de la manera en la que se deben, nos enseñó que el buen amigo es el buen abrazo. Lo que nos salva es que la herida termina siendo arte.

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El insomnio. El oficio y no la profesión. El impulso. La aventura. La lucha. El idealismo. La ilusión de creer saber qué es el amor. Los libros, los palabreros. La resistencia y saber que el mundo nada puede contra un hombre que canta en la miseria. Los préstamos que hacemos propios. Lo que nos salva, casi siempre, es que no hay otra vida.

Por Juliana Londoño

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