El Magazín Cultural

Otro arroz con leche

En este texto se hace un análisis sobre la versión que propuso la escritora argentina Natalí Tentori sobre la ronda infantil “Arroz con leche”, que nació con el movimiento #NiUnaMenos.

Juliana Muñoz
12 de marzo de 2020 - 11:00 a. m.
Cortesía
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Me gusta pensar en las palabras como hilos. Hilos que unen, por ejemplo, las tradiciones con las revoluciones del presente. Con ese ir y venir de la aguja (o de las páginas que llevan las palabras) trascendemos el conflicto entre un antes y un ahora, encontramos un sentido: por lo que fuimos es que somos. Y somos diferentes.

Seguro hemos escuchado la ronda infantil “Arroz con leche: alguien se quiere casar con una señorita de la capital que sepa coser y sepa planchar”. La canción tiene un ritmo divertido, pero no todos están de acuerdo con su letra. En 2015, a raíz del movimiento #NiUnaMenos, se hizo viral un cartel que proponía Otro arroz con leche: “yo quiero encontrar a una compañera que sepa soñar, que crea en sí misma y salga a luchar por conquistar su sueños de más libertad”.

La escritora argentina Natalí Tentori llevó aún más lejos esa idea de hacer un canto a la libertad y a la fuerza femenina, y escribió el poemario Arroz con leche (Editorial Kalandraka) que resignifica los oficios cotidianos de las mujeres de antes: bordar los pájaros azules del mantel de la abuela y así nunca olvidarla, abrir la puerta de la fantasía para escapar cuando sea necesario, barrer lo que se acumula y pesa en el hogar, hilar con la voz un cuento que pasará de generación en generación.

Tentori, con sus hilospalabras, reconecta a esas bisabuelas, abuelas y madres con las mujeres de ahora, pues ahora son ellas las que por decisión adoran tejer, bordar y, sobre todo, abrir la puerta para ir a jugar… incluso si van solas.

Arroz con leche, como ronda infantil con niñas tomadas de la mano saltando en círculos, me hace pensar en el arquetipo de las brujas: mujeres que parecen jugar a la ronda, desnudas, desnudas porque pueden y quieren, alrededor del fuego que son sus historias. Escribe Tentori en el poema Tejer: “Se sientan en círculo/ unas mujeres/ y tejen/ sueños, bufandas,/ mantas, caminos posibles”.

Las bellísimas ilustraciones de Arroz con leche están hechas por la colombiana Elizabeth Builes con gouache (una técnica que viene de la acuarela), lápiz y bordado. Son un homenaje a las manos de esas mujeres que tantas cosas sabían hacer, a la mezcla de técnicas para hilar ese antes y este ahora en una sola composición.

Aplaudo, además, que existan apuestas por publicar poesía para niños y niñas, pues también están contando historias, están jugando con el lenguaje. Ese ritmo y esas imágenes que vienen de lo poético son cosas que un lector de cualquier edad sabe apreciar. Este libro es un canto a los recuerdos de infancia, esa infancia que pareciera ser la de cualquiera: “Esa mujer y su hija han sacado/ ollas, frascos, tazas y tachitos,/ y en el jardín esperan/ tomadas de la mano/ que la lluvia haga espuma”.

Por Juliana Muñoz

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