El Magazín Cultural

“Papillon”: sobrevivir a lo inhumano

La película, basada en la vida de Henri Charrière, el famoso francés que escapó de los presidios de Cayena en la Guayana Francesa, se estrenará hoy, 16 de enero, en Colombia.

Laura Camila Arévalo Domínguez- @lauracamilaad
17 de enero de 2019 - 02:00 a. m.
“Papillon”: sobrevivir a lo inhumano
Foto: Jose Haro

“Obstinación: mantenimiento excesivamente firme de una idea, intención u opinión, generalmente poco acertada, sin tener en cuenta otra posibilidad”. Henri Charrière, alias Papillon, fue un tipo obstinado. Vivía en Francia y el 26 de octubre de 1931 fue condenado a trabajos forzados a perpetuidad por un crimen que, según él, no cometió. Se lo llevaron para una isla llamada Saint-Laurent-du-Maroni y después pasó a las Islas de la Salvación, más exactamente a la Isla del Diablo. Los dos lugares estaban ubicados en la Guayana Francesa, pero en el segundo fue en el que se inició su temporada de absoluta obstinación por hacer justicia, pero, sobre todo, por sobrevivir a pesar de ver cómo la máxima autoridad decidía castigar a los presos, hombres como él, con decapitaciones en público. Fue terco y decidió soportar, aun sabiendo que ni durmiendo encontraría descanso ya que, en cualquier momento, el peligro de morir a causa de un desangre era inminente: los presos acuchillaban a los que eran sospechosos de guardar dinero en sus entrañas.

La película Papillon, dirigida por Michael Noer, narra la historia de este recluso que nunca aceptó su pena y su terquedad por escapar de un lugar del que nadie había salido. Esa cárcel era gris, sucia y hostil, como todas. El hedor era insoportable: olía a desesperanza, como todas. Al pasar esas rejas los presos terminaban por convencerse de que tenían dos opciones: sobrevivir en medio de la putrefacción, el trabajo y el hambre o cortarse la garganta.

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De la historia de Henri Charrière ya se había producido una película con el mismo título en 1973, protagonizada por Steve McQueen y Dustin Hoffman, dirigida por Franklin Schaffner, también director de El planeta de los simios, quien se basó en el libro autobiográfico escrito por Charrière en el que contó los detalles de sus fallidos intentos de fuga, las condiciones de vida en las cárceles, los castigos impuestos por su desobediencia y los lazos que creó durante esos años.

La versión reciente de Papillon se estrenará hoy, 16 de enero, en Colombia. Su director, el danés Michael Noer, la describió en una entrevista para el portal The 405, como “una película que es mucho más que la historia de un hombre que intenta escapar de la Isla del Diablo. Se trata de arrancarte de ti mismo y de tu pasado, al igual que la mariposa a la que hace referencia el título, cada hombre debe descartar a la persona que es para encontrar una nueva identidad y un nuevo sentido de esperanza”. Charrière se tatuó en el pecho una mariposa (papillon en francés) y así fue llamado por el resto de sus días. La Isla del Diablo fue el último lugar del que Papi, como le decían los cercanos a Charrière, intentó escapar, y cuando Noer habla de identidad y esperanza, las diferencias entre el hombre que fue apresado y el que salió se hacen evidentes. No es obvio el cambio de alguien que intentó huir con tanta insistencia, fue descubierto, brutalmente castigado y se decidió por repetir la operación. No es normal que un ser humano decida arriesgarse a la tortura a la que fue sometido ese hombre, que a pesar de cada una de las advertencias se lanzaba a correr tras una libertad que ya no le pertenecía.

Mucho se ha dicho sobre las posibles fantasías o imprecisiones en la historia narrada por Charrière en sus libros Papillon y Banco, pero nunca se ha podido demostrar que fue falsa. Y es que además de contar la historia de su experiencia en el exilio y en el interior de un hoyo sin aparente salida, la película de Noer se detiene en la fuerza de los lazos. Charlie Hunnam, interpretando el papel de Papillon, y Rami Malek, un millonario falsificador condenado, protagonizan la oportunidad de volver a creer en el otro, del valor del sacrificio por amor y del placer de recostarse en un hombro confiable y seguro cuando el cuerpo deja de soportar la crudeza de la realidad.

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La película fue filmada en Malta y en los territorios de la antigua Yugoslavia. El equipo de producción sembró palmas para crear el escenario salvaje del que tuvieron que huir Henri Charrière y Louis Dega (interpretados por Hunnam y Malek), y grabaron la mayoría de las escenas en exteriores, aventurándose a la voluntad del clima, después de todo, lo que quería Noer era acercar la cámara al infierno del que solo sobrevivió el 12 % de la población carcelaria.

Los presidios de Cayena en la Guayana Francesa fueron construidos para que los reclusos deportados se olvidaran de Francia y de su derecho al trato digno. Allá no eran humanos. El sistema carcelario de ese lugar se encargó de ignorarlos y los condujo a los límites de la fuerza.

A pesar de que las dos películas (la de 1973 y la de 2017) se inspiraron en el libro Papillon, el filme que se estrenará hoy en el país no fue grabado teniendo en cuenta la primera versión cinematográfica de esta historia, precisamente para no producir un trabajo a la sombra de lo que ya estaba hecho. Esta película también tuvo en cuenta Banco, el segundo libro de Charrière, y se detiene un poco más en los detalles de una cotidianidad insoportable. Entre los lugares que recibieron a la pareja de prófugos se cuentan las costas colombianas, territorio que los acogió cuando ya el océano estaba a punto de tragárselos.

Las memorias de Henri Charrière van mucho más allá de su historia particular. Recuperaron las experiencias de los que no sobrevivieron al poco valor con el que fue tratada la vida o de los que sin descanso pelearon por escapar de un infierno custodiado por verdugos inclementes. Solo 10.000 de los 80.000 reclusos deportados de aquellas cárceles francesas sobrevivieron. En 1946 se suprimió el presidio y en 1953, por fin, ese tipo de sistema carcelario desapareció. Esta película recuerda a todos aquellos que fueron destinados a los tratos de los miserables que se autoproclamaron dueños y señores de las vidas ajenas.

Por Laura Camila Arévalo Domínguez- @lauracamilaad

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