El Magazín Cultural

A planchar la tusa

La complicidad entre amigos posibilita un montaje como el de “Hombres a la plancha”.

Carolina Guatava R
08 de febrero de 2019 - 02:00 a. m.
Una de las escenas de la obra “Hombres a la plancha”, que se presenta en el Teatro Nacional La Castellana, de Bogotá. /Cortesía
Una de las escenas de la obra “Hombres a la plancha”, que se presenta en el Teatro Nacional La Castellana, de Bogotá. /Cortesía

Montajes como el de Hombres a la plancha son un espacio para la risa, el sentimiento, la historia mediante la música y, sobre todo, para la tusa. Ese sentimiento al que le dimos nombre en Colombia para no hablar de despecho. Y es que la tusa duele más, pesa más y sobre todo es más difícil de superar cuando la pasamos solos. El show musical que se presenta por estos días en el Teatro Nacional La Castellana es un espectáculo a cargo de cinco hombres que desde sus propias vivencias y su perspectiva masculina dejan ver un poco el sentimiento que produce un desamor en el género y la forma como a veces los juzgan sin entender que también tienen corazón.

Bajo la dirección de Carlos Montaño, estos amigos se toparon en diferentes situaciones y momentos de sus vidas. Al volver a encontrarse hoy, fuera de la tusa, Alejandro González, Juan Manuel Mendoza, Karoll Márquez, Juan Manuel Medina y Montaño se encargan de contar un tipo de historia diferente a la que estamos acostumbrados a ver en el teatro. Ellos ponen en escena la historia de la tusa. Empezando por esa vez en que se sintieron tontos al saber que solo clasificaban como mejores amigos o esa oportunidad en la que los dejaron sin saber el porqué, nada diferente a lo que pasa del lado de las mujeres.

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Un grupo de talentosos músicos se encarga de acompañar a los despechados que musicalizan sus propias experiencias a ritmo de plancha: Alejandro Mejía, Juan Pablo Rentería, Alejandro Schuster y Óscar Portillo hacen parte de la escena con una banda que se prestó como cómplice para hacer una función contestataria a las mujeres. En lo que ellos bautizan como una declaración de que los hombres también pasan por ese estado que parecía reservado solo para ellas: las mujeres a la plancha.

Como cualquier artista, estos hombres tienen su manera de superar la tusa desde el arte. “Para el hombre es difícil superar la tusa, al hombre le han enseñado a no mostrar sus sentimientos, a no llorar; eso hace que sea más difícil de pasar la tusa. Con el pasar de los años y de las mismas tusas, hemos aprendido que la mejor manera de superarla es fundirse con ella, encontrarse con amigos, llorar, cantar, componer y sacar el dolor y también el dicho de un clavo saca otro clavo, eso también funciona”, asegura riendo Juan Manuel Medina.

El montaje está acompañado de varias coreografías, donde cada uno de estos hombres saca su parte histriónica para demostrar que son más que cantantes, actores y músicos. Un gran trabajo del coreógrafo Juan García se revela en escena y hace que el público enloquezca con cada paso. “La gente no espera que haya puestas en escena con baile. Nosotros hicimos un piloto antes de arrancar con el proyecto y juntos cuadramos pasos y una coreografía inicial, de la que me perdí porque tuve que atender otros proyectos en Cartagena para fin de año. Al volver, ya el coreógrafo oficial tenía todo montado, menos mal reciclaron algunos pasos y logré ponerme al día con el grupo”, cuenta Karoll Márquez cuando hablamos de las partes bailadas.

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Desde el escenario, estos artistas ven un conjunto de mujeres que al unísono gritan, cantan, chiflan, dicen piropos para los cantantes y no se callan nada de lo que piensan. Por noventa minutos un grupo de más de setecientas mujeres se reúne en un mismo espacio y olvida que al lado hay otras mujeres: más altas, más delgadas, mayores, jóvenes, con mejor voz o mejor pinta. Este espectáculo logra unirlas con un solo sentimiento, olvidando diferencias que la misma sociedad ha impuesto con falsos estereotipos.

El montaje termina al igual que cualquier tusa. El espectáculo deja por sentado que es necesario seguir creyendo, perdonar, sanar heridas y volver a creer. Un círculo que se repite tanto en hombres como en mujeres, pues cuando un amor se va otro llega y todo vuelve a empezar.

Por Carolina Guatava R

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