El Magazín Cultural

Restaurando a los testigos de la historia colombiana

Un taller dictado por el restaurador italiano Renato Olivastri intervino muebles de museos como la Quinta de Bolívar, impulsando la recuperación de piezas que cargan con los hechos históricos más importantes del país.

Laura Camila Arévalo Domínguez
07 de septiembre de 2018 - 02:00 a. m.
 Uno de los objetivos del taller dictado por el italiano Renato Olivastri (el segundo de izquierda a derecha) fue introducir a los estudiantes en técnicas de restauración florentina de objetos y muebles de madera.   / Cortesía Escuela de Artes y Oficios Santo Domingo
Uno de los objetivos del taller dictado por el italiano Renato Olivastri (el segundo de izquierda a derecha) fue introducir a los estudiantes en técnicas de restauración florentina de objetos y muebles de madera. / Cortesía Escuela de Artes y Oficios Santo Domingo

“Desde siempre hubo objetos condenados a la inmovilidad. Adornos, muebles e incluso herramientas. Si una fuerza externa no se apiadaba para cambiarlos de lugar o posición, debían resignarse a la pasividad. A alojar el polvo que dibujaría sus croquis sobre las superficies. La sentencia inapelable de la quietud”. Con este párrafo se inicia el octavo capítulo de la novela Clases de baile para oficinistas, del escritor colombiano Andrés Burgos, en el que analiza la ausencia de vida y movimiento de las cosas. Del castigo eterno al que son sometidos los objetos. No deja de ser extraño que se hable de estos como si tuvieran voluntad o sentimientos, pero para encontrar magia no solamente hay que acudir a los seres que razonan o respiran. Por fortuna, los humanos no solamente se reproducen por medio de su descendencia. También se heredan la idea y la obra, hechos que resultan convirtiéndose en las únicas alternativas para llegar a la inmortalidad. Esto lo tiene claro la Escuela de Artes y Oficios Santo Domingo, lugar que desde hace 22 años se ocupa de formar a los colombianos que pretendan perdurar por los siglos de los siglos mediante lo que puedan producir con las manos.

Desde su fundación, la Escuela se ha preocupado por formar profesionales que no solo tengan en cuenta la metodología colombiana, sino la de expertos de todo el mundo que puedan contribuir a una formación mucho más integral. La creación no tiene nacionalidades. El 1 de agosto del presente año, el restaurador italiano Renato Olivastri fue uno de los maestros invitados a dictar un taller a los estudiantes interesados en la recuperación y conservación de objetos y muebles de madera. Olivastri cuenta con una trayectoria de más de 40 años restaurando muebles. Desde 1990 trabaja en su propio taller en Florencia (Italia), en el que ha cosechado durante años un grupo de clientes que se compone de anticuarios, laboratorios de restauración de pintura, talleres especializados en la restauración de objetos dorados y la Superintendencia del Ministerio Italiano de Bellas Artes. El objetivo del taller fue capacitar a los asistentes en la intarsia, técnica decorativa con la que se diseña en la madera jugando con la división de las piezas y sus tonalidades.

Puede leer: José López: reconstruye la memoria histórica por medio del arte

Los muebles que se utilizaron para el taller en la Escuela de Artes y Oficios fueron prestados por el Museo Colonial, el Museo Santa Clara y el Museo Quinta de Bolívar. Una oportunidad única para acceder a la historia y a su resurrección. La restauración de muebles no solo tiene que ver con el aspecto y la utilidad de la pieza, sino con la carga histórica acumulada en su desgaste. Esta práctica, además de alargar la vida útil de algún comedor, escritorio o sillón, recompone el valor artístico con el que fue creado el objeto, lo que le exige al restaurador nociones en carpintería, pintura y acabados. Para restaurar hay que mirar distinto. Se debe contar con una retina sensible, que además de interesarse por el aspecto del mueble viaje hasta los años de su surgimiento y eleve el valor de su carga cultural. El proceso es un flotador para los años, la información de lo que pasó y la explicación del presente. Un restaurador salva.

El sueño de la madera es profundo y ambicioso. Los jóvenes que se forman para convertirse en carpinteros se emocionan cada vez que nace una pieza, no solo porque cumplirá una función que prestará algún servicio, sino porque el objeto es creado con el fin de dejar huella. Juan Camilo Trujillo, uno de los aprendices del taller de Olivastri, llegó al oficio por cuenta de las patinetas y su afición a montar en ellas. Descubrió que no tenía que comprarlas, ya que él mismo podía fabricarlas. Su pasatiempo lo llevó a la madera y esta lo condujo a la Escuela, un lugar en el que el panorama se amplió. Las técnicas que fue conociendo le ensancharon la mirada y encontró una labor con la que saboreó la plenitud. Desde ese momento Trujillo se siente creador de historia al fabricar los objetos que convivirán entre la gente y los hechos, se siente artista al plasmar en sus creaciones sus sentimientos y saberes.

Puede leer: El Museo del Oro de Colombia lleva arte precolombino a Corea del Sur

Al preguntarle a Olivastri por su pasado no da muchos detalles. Con la mano derecha se coge el mentón como sosteniendo el pensamiento para después de unos segundos hacer un gesto de modestia que va muy acorde con su respuesta, en la que menciona que no hay ninguna razón increíble o llamativa en lo que ha hecho o hace actualmente, simplemente comenzó joven y eso lo ha convertido en un restaurador con experiencia.

El maestro italiano no se extiende mucho con las palabras, parece que supiera que no las necesita. Habla con su trabajo. Entendió la importancia de los muebles procedentes de los museos colombianos y uno de los pilares del taller fue el respeto a la historia impregnada en las piezas. Hizo que los estudiantes entendieran que un restaurador local puede dar con objetos neogranadinos de la transición a la república que muy seguramente fueron integrando en sus diseños elementos derivados del neoclasicismo y el imperio francés, lo que exige pensar que el contacto no se limita a la madera o al aspecto, sino a las mutaciones que se fueron dando en el territorio nacional a lo largo de los años.

Por Laura Camila Arévalo Domínguez

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar