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Sylvia McNicoll: “La literatura ayuda mucho a la empatía”

Sylvia McNicoll, escritora canadiense, estuvo en el país a finales del año pasado presentando su novela de literatura infantil “La venganza contra las moscas” (Norma), un libro de ficción basado en un hecho real y con un elemento de crítica social por el fenómeno migratorio a nivel mundial.

Andrés Osorio Guillott
15 de enero de 2019 - 02:00 a. m.
Sylvia McNicoll ganó el premio Abedul de Plata por su obra “Bringing Up Beauty”. / Cortesía
Sylvia McNicoll ganó el premio Abedul de Plata por su obra “Bringing Up Beauty”. / Cortesía

Alton, un niño de 10 años que pierde a su mamá y a su hermana en una embarcación que los llevaba de Inglaterra a Canadá a causa de las pestes que cargaban las moscas, siente un deseo abrumador por ganar un premio de cincuenta dólares por atrapar el mayor número de estos insectos.

Su deseo de salir triunfador no solo se centra en el dinero que le sirve para ayudar a su papá, también tiene que ver con la venganza contra las moscas.

Hubo una época en que las plagas de moscas representaron un verdadero peligro para la salud de los seres humanos. De ser meros insectos pasaron a ser vehículos transportadores de enfermedades letales.

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Su amenaza fue tan intensa y constante que las sociedades tuvieron que acudir a múltiples estrategias para exterminar la pandemia que estaba proliferando a lo largo y ancho del planeta.

Sylvia McNicoll, quien estudió periodismo, tenía la misión de encontrar y narrar una ficción basada en hechos reales. Sabía que no iba a tratar de la guerra, pues en las décadas de 1970 y 1980 se encontraban en auge los relatos de la Segunda Guerra Mundial, de la incertidumbre de la Guerra Fría y de las dictaduras que se instalaban en América Latina.

McNicoll no hablaba de la guerra porque sus padres eran alemanes y tuvieron que huir de su tierra natal por los estragos y la barbarie causada por el nazismo. Ella nació con el estigma que suelen llevar las poblaciones que alguna vez se proclamaron dueñas de la pureza, la verdad y la justicia y eliminaron a quienes consideraban inferiores.

En el colegio la señalaban como nazi y durante muchos años cargó con una culpa asignada por azar y por circunstancias que ella no vivió y que tampoco pidió entender.

La búsqueda se trasladó a periódicos y revistas canadienses. Sus archivos seguramente esconderían curiosidades que quedaron plasmadas en el papel. Y fue así como la escritora se encontró con una imagen de un niño y una mosca encima de él en la que se decía “Mata la mosca, salva al bebé”, en el diario The Spectator de Hamilton, Canadá. The Spectator, que era pequeño a comparación de otros medios, como The Globe and Mail o The National Post, había logrado posicionarse por un curioso premio que consistía en escribir cuentos, poemas o historias sobre las moscas. La idea surgió por el concurso que realizó el gobierno de Canadá en el siglo XIX y que también se dio en países como Australia y que consistía en atrapar la mayor cantidad de moscas. Según cuenta la autora canadiense, hay quienes afirman que en algunos lugares se logró capturar dos millones de moscas para contrarrestar los efectos negativos que estos insectos estaban causando en la salud.

¿Cómo llevar la responsabilidad de introducir a los niños en situaciones adversas sin necesidad de mostrarles un panorama negativo? ¿Cuál es el presente de la literatura infantil en Canadá?

Se trabaja con una carga emocional pero siempre se brinda esperanza. La literatura infantil en Canadá es diferente a la literatura infantil estadounidense, porque ellos son mucho más prácticos, hacen muchas novelas gráficas, mucho de humor. En cambio la literatura infantil canadiense tiende a trabajar temás duros, como la migración, por ejemplo. La migración siria es importante, la reconciliación con los indígenas es importante. Hay muchos temas que se trabajan en la literatura canadiense que la hacen más compleja.

Un rasgo particular de la literatura canadiense es que tiene mucho soporte del Gobierno. Hay muchas editoriales pequeñas. No es una comunidad tan grande. Podría pensarse que Canadá y Estados Unidos son muy parecidos y no es así. Los canadienses hacen cosas que se separan del ideal estadounidense de mercado.

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“Un aspecto importante de la novela es la resiliencia. El personaje tiene un peso muy grande. Tiene la obligación de ser exitoso en una sociedad que no es la suya y que por ende desconoce. Es hijo de inmigrantes y huérfano. Ese peso es tan fuerte que el lector siente que con la educación y la honestidad puede triunfar. Que los problemas no pueden vencerlos”, afirma la autora canadiense luego de preguntarse por la incidencia de un tema como la migración, que ha sido normalizado, pero a la vez ha sido causa de un resurgimiento de los gobiernos de derecha y efecto de la guerra de aquellos países que se hacen llamar potencias.

“La literatura ayuda mucho a la empatía, a reconocer en el otro lo que hay de distinto. En la literatura puedes hacer que muchos lectores entren en el mundo del otro”, concluye Sylvia McNicoll tras haber conversado sobre la responsabilidad que recae en ella y en aquellos que han escrito sus novelas para acercar a los niños a la lectura, para ser los primeros en abrirles la ventana a mundos desconocidos, que tienen mucho de nuestros padecimientos y de nuestros conflictos, pero que siempre les muestran el lado valeroso y heroico de quienes se sobreponen a las adversidades y adquieren esperanza en la condición de los seres humanos y de su porvenir.

Por Andrés Osorio Guillott

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