El Magazín Cultural

Talleres de lutería: los 15 pitillos que no contaminarán el mar

El taller de instrumentos no convencionales es una iniciativa del profesor Augusto Beltrán, con apoyo de la Fundación Salvi, para hacer música mediante instrumentos musicales elaborados ecológicamente.

David Luciano Buelvas
12 de enero de 2018 - 02:00 a. m.
Tico Angulo
Tico Angulo
Foto: Fernando Parra - FPARRAL.

Cuando Augusto Beltrán Cuéllar despertó una mañana se dio cuenta de que las aves de su ciudad parecían haber desaparecido; además, tenía mucho tiempo sin ver un búho o una ardilla, y al levantar la mirada observó cómo una capa de humo gris tinturaba los cielos bogotanos. Su salud empezó a mostrar afecciones. En ese momento decidió, como buen ser humano, que debía contribuir para no seguir matando al planeta.

Como dato curioso, en 2017 se descubrió una isla de plástico en el océano Pacífico. Su tamaño es superior a Colombia. Cubiertos, botellas, vasos y desechables componen al “parche de basura”, incluyendo los pitillos, cuya vida útil es muy corta y usualmente terminan en los orificios nasales de las tortugas marinas.

Augusto, de 24 años, maestro en música de la Universidad Javeriana con énfasis en ingeniería de sonidos, empezó a desarrollar su inquietud hacia la lutería aproximadamente hace una década. En ese entonces, con más impulso que conocimientos, trató de saldar su preocupación por la contaminación ambiental mediante la construcción de instrumentos musicales hechos con basura o materiales reciclables.

Desde sus inicios hasta el presente ha desarrollado instrumentos como: la violina, nombrada así por tener una cuerda de viola (do) y cuatro de violín (sol, re, la, mi); un gopichand de la India, un arpa africana y un tambor, entre otros.

Hoy, después de dos años vinculado como estudiante y maestro de la Fundación Salvi, se encuentra en Cartagena con la misión de construir un órgano portativo (así lo nombró) junto con un grupo de 15 aprendices. El instrumento, que diseñó basándose en el regal, tiene la particularidad de accionarse con un pitillo que funciona como una especie de boquilla y posee un teclado hecho con paletas y 13 flautas.

En el marco del Cartagena XII Festival Internacional de Música, algunos salones del claustro San Agustín, en la Universidad de Cartagena, son utilizados para desarrollar diferentes talleres de lutería. El espacio donde Augusto dicta el taller de instrumentos no convencionales posee una atmósfera desigual. El aula parece un salón híbrido, destinado para niños de preescolar por las herramientas de manualidades que en él se consiguen: cartón paja, reglas, pinceles, lápices y tijeras, pero al mismo tiempo las ecuaciones de frecuencia, velocidad del sonido y longitud de ondas con que se calculan las dimensiones para la elaboración del órgano portativo trasladan a cualquier persona a una cátedra de física.

Daniela González Girado, cantante de 22 años y estudiante del curso, quien también trabaja como docente de música para niños en un barrio popular de Cartagena, comenta que le llamó la atención la actividad por ser el primer taller que conoce bajo el concepto ecológico, además de que puede brindarle herramientas para la enseñanza de la música. “Que Augusto comenzara la clase hablando de física es fascinante. Es interesante cómo las matemáticas, la música y la física logran integrarse. Realizar instrumentos desde el ahorro, desde el reciclaje, me parece una buena idea para los tiempos en que vivimos. Es importante que la música se meta en esa línea de trabajo”, dice.

“La idea está para seguirla trabajando y continuar dándola a conocer, pues no es obligatorio que se haga música con materiales costosos. Aunque no se ve muy seguido en escenarios, ojalá en algún momento se puedan ver presentaciones con instrumentos netamente reciclables”, enfatiza Jhoan Sarmiento, estudiante de la licenciatura en música de la Universidad Industrial de Santander, que viajó hasta Cartagena para escuchar a la Orquesta de Cámara de Múnich y también se encuentra desarrollando su órgano portativo.

En cuanto a la pedagogía, “es interesante ver la forma como explica el profesor, es muy didáctico, entendible. Además de que el modelo del instrumento suena muy bien, a pesar de estar construido con materiales reciclables,” afirma Dora Moreno, estudiante de diseño industrial en la Universidad Bellas Artes y Ciencias de Bolívar.

El profesor Augusto Beltrán aspira a realizar una presentación sencilla con sus estudiantes en cuanto los órganos portativos estén culminados. Por el momento, la iniciativa de la lutería desde materiales basura o reciclables es un buen camino para crear música y al mismo tiempo conciencia ambiental. Al final, lo mejor es que por esta vez al menos 15 pitillos no irán a parar al mar. ¡Recicle, haga música, cuidemos la Tierra!

Por David Luciano Buelvas

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