El Magazín Cultural

Teatro Mayor, en tabla con todas las artes

El complejo cultural Julio Mario Santo Domingo, en Bogotá, lleva ocho años estructurando una oferta nutrida que incluye espectáculos en gran formato, presentación de festivales folclóricos y el desarrollo de las artes en su aspecto más variado.

Juan Carlos Piedrahíta B.
21 de octubre de 2018 - 02:00 a. m.
Esta imagen es la portada del libro con la que el Teatro Mayor presenta su programación para 2019. Es el Ballet Du Grand Théatre de Genéve representando “Tristán e Isolda”, de Richard Wagner.  / Cortesía
Esta imagen es la portada del libro con la que el Teatro Mayor presenta su programación para 2019. Es el Ballet Du Grand Théatre de Genéve representando “Tristán e Isolda”, de Richard Wagner. / Cortesía
Foto: Gregory Batardon

Uno de los mayores logros de la propuesta cultural de los teatros (Mayor y Estudio) Julio Mario Santo Domingo es que transformó en plural el término público. La infraestructura, ubicada en el norte de Bogotá e inaugurada el 26 de mayo de 2010, no solo ha sido un escenario para darles vía libre a las diversas manifestaciones del arte, sino que también ha sido un ejemplo en el diseño de una programación diversa y atractiva para las distintas clases de espectadores.

Bajo la coordinación de Ramiro Osorio se estableció que no solo sería auditorio de grandes espectáculos musicales, de majestuosas interpretaciones de danza tanto clásica como contemporánea y de piezas del teatro nacional y extranjero (vale recordar que ahí se presentó en dos oportunidades, hace un par de años, el reconocido actor norteamericano John Malkovich con La comedia infernal), sino que además sería productor de sus propias propuestas escénicas.

La historia del Teatro Julio Mario Santo Domingo como productor de montajes comenzó con la exhibición de Viva Madrid, antología de la zarzuela, una obra en gran formato que incluyó la participación de más de 200 personas en escena y cuya producción requirió, por ejemplo, 690 trajes de época y un número indeterminado de pelucas, faroles, fuentes y bicicletas.

Después de esa prueba de fuego, muchas han sido las jornadas culturales que se han llevado a cabo en el complejo cultural, que ya tiene absolutamente estructurada su programación para el 2019. En el caso de los artistas pertenecientes a la música vinculada con la academia, la labor arrancó dos años atrás, mientras que con las manifestaciones populares la antelación comprende unos tres o cuatro meses.

“En este año hemos cumplido con lo que teníamos pensado y no se ha cancelado ninguna de las actividades que teníamos programadas. No queríamos diseñar un cartel para 2019 que tuviera la intención de atraer únicamente a los públicos más cultos o de mayor élite, seguimos tratando de acercar a todos los estratos sociales y hemos cumplido con el cometido. Hemos logrado fidelizar una audiencia y ese proceso ha sido arduo”, manifiesta Ramiro Osorio Fonseca, quien está al frente de este modelo innovador en su gestión, pues tiene el reto de ser un espacio público, pero debe financiarse con dineros de la taquilla y con recursos de los anunciantes.

Tanto el Teatro Mayor como el Teatro Estudio tienen once meses de programación ininterrumpida. Los días en los que no hay actividad para el público (entre el 20 de diciembre y el 20 de enero) está contemplada la realización de un mantenimiento exhaustivo, para que los asistentes puedan disfrutar de una experiencia cultural completa.

Varios son los focos artísticos que tendrá la oferta del Julio Mario Santo Domingo para 2019. La danza, la música en su más amplio espectro, el teatro, la presentación de festivales folclóricos en los que se evidencia la cultura nacional y las iniciativas de corte social caracterizan el calendario para el próximo año.

“Una de las novedades para 2019 comprende la exhibición de montajes elaborados por creadores con capacidades especiales. Tendremos, por ejemplo, teatro de sordos con Seña y verbo; además de Indepen-Dance 4 con Un divertido juego con botas”, cuenta Osorio Fonseca.

Desde hace ocho años, la actividad en el Teatro Estudio y en el Teatro Mayor no ha parado un instante. Prueba de ello son las múltiples funciones y los miles de espectadores que, además de admirar sus instalaciones, han respaldado su gestión con aplausos y ovaciones. La cultura está viva y el complejo Julio Mario Santo Domingo es prueba de esa vitalidad.

Por Juan Carlos Piedrahíta B.

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