El Magazín Cultural

Toni Morrison: "El racismo no es natural, sino algo político"

Morrison es un auténtico ídolo, la gente la detiene por la calle, la abraza y le comenta sus inquietudes más personales, como si la conocieran de toda la vida (“a mi marido no le hago tanta ilusión, ¿sabes?”).

Kim Manresa y Xavi Ayén
04 de junio de 2018 - 02:00 a. m.
Toni Morrison, quien obtuvo el premio Nobel de literatura en 1993.  / Kim Manresa y Xavi Ayén
Toni Morrison, quien obtuvo el premio Nobel de literatura en 1993. / Kim Manresa y Xavi Ayén

Los amigos y la familia le llaman Chloe –su nombre real es Chloe Wofford–. “Toni Morrison es solo un personaje, la escritora que ganó el Nobel”.

(…)

“Hubo un día en que el racismo se convirtió en ley, pero en el siglo XVII los esclavos negros y blancos trabajaban juntos en las plantaciones de tabaco. La gran ‘aportación’ de Estados Unidos es que, por intereses políticos y de los propios blancos pobres, se estableció una jerarquía racial, plasmada en textos legales, con el fin de proteger a los ricos, pero a la vez para que hubiera un tipo de pobres, los blancos, que mirara a otros pobres desde arriba. Y ese entramado cultural racista todavía opera en este país, perpetuando las divisiones en contra de lo que debería ser una verdadera democracia. El racismo no es natural, sino algo político, construido en función de sus intereses”.

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Morrison no duda que “sigue habiendo esclavitud. Ya no es una institución formal, legal, pero sí existe gente que no cobra por su trabajo y que no puede decidir abandonarlo. Las grandes civilizaciones (Atenas, Roma, Rusia…) se han apoyado siempre en esclavos, se llamen como se llamen. A mí me interesa cómo ese ‘encarcelamiento’ puede ayudar a una persona a darse cuenta de muchas cosas, incluso a generar en su interior un sentimiento de gran dignidad, hasta de libertad, desde el momento en que uno decide no ser el mismo monstruo que su amo”.

(…)

“Mi misión ha sido dar voz a los que no la han tenido, los negros de América. La primera generación de un pueblo oprimido es siempre silenciosa. La siguiente generación ya empieza a exteriorizar su queja, por ejemplo, en las canciones. La historia de los afroamericanos no estaba en las novelas. Y ese reto me fascinó”.

“En los años 70 había muchas mujeres afroamericanas infelices, que sentían una sensación de vergüenza, se creían feas a pesar de que fueran auténticas beldades, porque el ideal de belleza de este país era la rubia de ojos azules y ellas se miraban al espejo y se veían negras, sucias. Hoy veo a las chicas negras mucho más seguras, más completas como personas, con una mayor confianza, pisando fuerte”.

Por Kim Manresa y Xavi Ayén

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