El Magazín Cultural

“Va, pensiero”: de Verdi para la unificación italiana

Algunas de las grandes luchas y transformaciones de los últimos siglos han estado acompañadas por canciones o sinfonías que han unido a los pueblos o a los ejércitos. Presentamos las historias de 13 de ellas.

Manuela Cano
31 de mayo de 2019 - 11:22 p. m.
Ilustración Tania Bernal
Ilustración Tania Bernal

Migrar, aquel momento cuando sensaciones contradictorias chocan implacablemente.  Quien migra carga con esa sensación de nostalgia, por esa patria lejana e inalcanzable, pero también el migrante es quien siente la patria con más fuerza y fervor. Quien migra, para no volver, siente la patria atravesada: tan presente en el pensamiento, pero siempre tan lejana. Y en ese éxodo, en ese partir, obligado, la patria se convierte en una eterna melancolía. 

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Esas desgarradoras sensaciones, expresadas en un verso extraordinario: “Va, pensiero, sull’ali dorate” (“ve, pensamiento, con alas doradas”), conmovieron a Giuseppe Verdi cuando las leyó en un manuscrito que cayó fortuitamente en sus manos. Ese verso era la introducción del que sería el tercer acto de la ópera Nabucco, pero, en el momento, se convirtieron en un pretexto para que Verdi volviera a componer.

 

Se había alejado de la música, pues ni siquiera su brillo podía sacarlo del momento tan oscuro que vivía después de la muerte de sus hijos y de su esposa. Pero esos versos tenían algo mítico, rezaba que el pensamiento era esa única manera de volver al lugar añorado, a “l’aure dolci del suolo natal” (“los dulces aires de la tierra natal”). Además, eran unos versos repletos de historia, de remembranza, pues se inspiraban en aquel cruel y triste cautiverio que había vivido el pueblo hebreo en Babilonia. Era la historia del éxodo de un pueblo, de la retirada obligada del lugar amado.

Muchos siglos después, esos versos de un contexto lejano, y gracias a la música, con su esencia sublime y universal, permitieron que Verdi compusiera una verdadera obra de arte. Ahora esos versos que se entonaban acompañados por una melodía grandiosa no relataban la trágica historia del pueblo hebreo, sino que se convertían en el himno de la unión y la esperanza italiana. Ahora era Verdi con su increíble habilidad musical quien le brindaba a los italianos su propio cántico, su propia melodía sublime.

Era una poderosa melodía que se convertía en un llamado de revolución y lucha en esos días difíciles en los que Austria invadía gran parte del norte del territorio italiano. Por eso, los italianos se adherían al grito del Nabucco, “Oh mia patria sì bella e perduta! O membranza sì cara e fatal!” (¡Oh, patria mía, tan bella y tan perdida! ¡Oh recuerdo tan querido y tan fatal!), porque Verdi les había brindado las palabras exactas a las cuales aferrarse, pero también desde donde actuar y unificarse.

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El “Va pensiero” se convertiría así en el himno de la lucha y de la emancipación. Porque la música, esta vez, pregonaba una ilusión inquebrantable, una fe en la posibilidad de romper la casi inalcanzable paradoja del migrante que logra retornar a su tan amada y añorada patria. Y así, el “Va pensiero” fue el himno de la unificación de la Italia que retomó gracias a la valentía de su pueblo sus territorios bruscamente arrebatados.

Por Manuela Cano

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