95 % de programas de sustitución de coca no llega a las familias cultivadoras

Expertos académicos concluyen que en la falta de políticas serias han hecho que los proyectos de sustitución de cultivos ilícitos sean utilizados con fines clientelistas y la plata de estos se lleve donde hay votos, contribuyendo a que la producción de coca aumente.

-Redacción Política*
18 de noviembre de 2017 - 11:51 a. m.
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Bien es sabido que uno de los puntos neurálgicos en la implementación de los acuerdos de paz entre el Gobierno y las Farc tiene que ver con la solución al problema de las drogas ilícitas. La estrategia de combinar erradicación forzada con sustitución voluntaria de cultivos ha generado choques con algunas comunidades e incidentes delicados de orden público entre campesinos y Fuerza Pública.

Y uno de los problemas, según un análisis del investigador Daniel Rico, de la Fundación Ideas por la Paz (FIP), es que los  proyectos de sustitución de coca han sido utilizados en los diferentes gobiernos para el clientelismo: “Ya los recursos han pasado por Caldas y otros departamentos que no son cocaleros. Por falta de políticas serias, algunos llevan la plata donde hay votos”, dice.

Según el analista, “en zonas como el departamento del Guaviare –una zona rural dispersa–, donde está la coca, nadie va porque es muy caro atender y los lugares donde están las personas que trabajan esta mata se encuentran olvidados. Se tiene la concepción de que los narcotraficantes son los que están en el sur del país, pero no, los que se lucran del negocio están en las principales capitales de Colombia”.

En este sentido, explicó, cuando el dinero producto de esas actividades ilícitas llega a manos de los verdaderos dueños, quienes son los que incentivan el narcotráfico, en el país no pasa nada. Las autoridades “le sacan el cuerpo” al tema de lavado de activos en diversos sectores de la economía, mientras las políticas trasnacionales ubican a Colombia dentro de una obsesión por la hoja de coca, porque se puede ver y se puede medir por medio de satélites.

Las tesis de Rico fueron planteadas durante el “XIII Seminario sobre seguridad y defensa: desafíos en materia de narcotráfico y bandas criminales para la seguridad en Colombia”, organizado por el Grupo de Investigación en Seguridad y Defensa y la Universidad Nacional de Colombia.  

En el evento, el profesor Luis Trejos, de la Universidad del Norte, experto en ética social y desarrollo humano, indicó que en los últimos años se ha hecho evidente que las relaciones bilaterales de Colombia con Estados Unidos se han "narcotizado" porque que ellos han venido marcando las dinámicas y los ritmos antinarcóticos y no los colombianos.

Y la violencia se da porque hay mucho territorio sin Estado, lo que ayuda a que esas dinámicas económicas relacionadas con la coca se desarrollen sin entorpecerse. “Esto es un incentivo para que las mismas personas se organicen y satisfagan sus necesidades básicas”, subrayó.

Rico, a su vez, agrega que la llegada del posconflicto entre el Gobierno  y las reincorporadas Farc generó una tendencia que se relaciona con el poco manejo del narcotráfico. Según investigaciones desarrolladas por la FIP, actualmente se ha presentado una reducción en homicidios, pero aumentó la producción de cocaína.

El investigador asegura que la coca tiene factores que inciden en su aumento y precios: “Las estimaciones que se han realizado concuerdan que está muy relacionado con el precio del oro y su comportamiento”. Y en cuanto a los homicidios, los grupos han adquirido un “aprendizaje criminal”, que entre más violencia ejercen hacia comunidades, entre organizaciones, más rápido se entera la ley y la Policía.“Cuantos más errores es más costoso. Esta metodología la han entendido la mayor parte de mafias en el mundo y se empiezan a regular por medio de la corrupción”, manifiesta el experto. Por su parte,

Trejos cree que la tendencia de la reducción de muertes se puede generar por la falta de un actor hegemónico, por lo cual hace que la violencia no sea de alta intensidad: “Puede que se hayan generado pactos como los que se realizan en Medellín, que son conocidos como ‘de no agresión’ o de distribución entre los competidores del negocio y eso hace que la violencia disminuya”, agrega el académico.

La conclusión es que “la violencia en el narcotráfico está escondida en los lavaderos de plata, los testaferros y los políticos, entre otros, que también forman parte de la cadena. Las autoridades se están quedando con los operadores de los circuitos más bajos, en este caso quienes producen la siembra y exportación, pero la franja media no se toca, porque está en la legalidad y tiene influencias. La solución para el narcotráfico es la regulación total desde la siembra, producción y distribución”.

* Con información de la Agencia de Noticias de la Universidad Nacional

Por -Redacción Política*

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