“Bienvenido el debate serio, no los ‘shows’ mediáticos”: Colombia Diversa

Marcela Sánchez, directora de la organización LGBT, comenta las cuestionables frases y fotografías publicadas en redes sociales por una diputada santandereana del extremismo religioso.

Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador
14 de enero de 2018 - 02:00 a. m.
 “Será la bandera fácil que usarán  los  extremistas en sus campañas de este año”, advierte Marcela Sánchez sobre el tema LGBT en 2018.  / Luis Ángel
“Será la bandera fácil que usarán los extremistas en sus campañas de este año”, advierte Marcela Sánchez sobre el tema LGBT en 2018. / Luis Ángel

En las imágenes y frases, la diputada afirma que “gracias a Dios” cinco hombres que aparecen con ella y quienes tendrían “confundida su sexualidad”, “recuperaron su identidad”. En entrevista con El Espectador, Marcela Sánchez habla del peligro que entraña este tipo de mensajes, incluso para la vida de los hombres expuestos en la imagen.

Una diputada santandereana de posiciones ultrarreligiosas publicó en redes esta semana una polémica imagen en la que aparece ella, muy sonriente, con cinco señores, y un pie de foto en que se lee: “Como defensores de familia es una alegría compartir con hombres que algún día tuvieron confundida su sexualidad; hoy gracias a Dios y su poder han podido recuperar su identidad”. ¿Cuál es su reacción ante ese mensaje?

Se trata de lo que puede denominarse propaganda política basada en engaños, la cual fomenta, además, la intolerancia. Es imposible leer esa imagen por fuera de la coyuntura mundial de movimientos que se oponen a que las personas LGBT seamos consideradas ciudadanas plenas que —como mínimo— tenemos derecho a la autodeterminación, a decidir lo mejor para nosotros mismos y a no avergonzarnos por lo que somos. Tampoco se puede leer por fuera de la campaña electoral de grupos evangélicos que hacen política con su rechazo a la población LGBT, usando estrategias de comunicación que aprovechan la confusión, apelan a los miedos y generan pánico sobre la sexualidad e identidad de las personas por la desinformación de la sociedad en estos temas.

¿Qué opina de la afirmación “hombres que algún día tuvieron confundida su sexualidad”, que alude tácitamente a una supuesta condición homosexual anterior que sería “mala” y una heterosexual actual “buena” de quienes aparecen al lado de la diputada?

Es contradictoria. Por un lado, reproduce la idea de que ser homosexual o transgenerista es una opción, lo cual, en principio, es positivo porque hace parte del ámbito de las libertades humanas protegidas legalmente. Pero, por otro lado, esa opción, según la diputada, es dañina, “mala”, no deseable y por eso sujeta a tratamientos para cambiarla o, peor aún, para “curarla”: es una idea discriminatoria, de satanización y de persecución frente a la cual hay que tener mucha precaución. Además se envía el peligroso mensaje de que homosexuales y trans, en tanto “malos”, son indeseables y hay que transformarlos. Este tipo de señalamientos puede ser fuente de prácticas y delitos prejuiciosos, incluso en el ámbito familiar.

La siguiente frase del mismo mensaje, en que se dice: “Hoy, gracias a Dios y su poder han podido recuperar su identidad”, ¿también la preocupa?

Sí. En primer lugar, por el nivel de confusión de los términos usados y porque se intenta volver masivo ese mensaje. En segundo lugar, porque creemos firmemente que no es posible, mediante prácticas religiosas, cursos o exposición en medios de comunicación, cambiar la orientación sexual o la identidad de género de nadie. Por esta misma razón, no son ciertas las afirmaciones de algunos grupos religiosos en el sentido de que nosotros pretendemos homosexualizar niños y decirles que pueden “volverse” hombres o mujeres. Son completamente falsas. Sería un despropósito celebrar que convertimos a alguien en gay, lesbiana o trans. No lo consideramos ética ni humanamente posible.

Entonces, ¿descarta la veracidad de la afirmación de la diputada sobre la supuesta “conversión” sexual de los hombres que aparecen a su lado en la fotografía?

En 15 años de trabajo en Colombia Diversa, no conocemos un caso en ese sentido ni una teoría científica que valide esas prácticas.

Su organización o usted misma, ¿han podido constatar que la historia personal de los hombres en la fotografía sea cierta o falsa?

No lo hemos constatado y tampoco creemos que sea deseable certificarlo. Pero, de todas maneras, duele profundamente conocer personas que todavía tienen que sufrir por el solo hecho de ser gais, bisexuales, lesbianas o trans, o que haya quien las considere enfermas y crea que deben ser curadas. Mientras en países como Canadá e Inglaterra piden oficialmente perdón por haber encarcelado, torturado, negado derechos o sometido a tratamientos médicos a personas LGBT, aquí se celebra con sonrisas y fotos que unas personas modifiquen, supuestamente, su orientación sexual o su identidad de género.

¿Conoce algún otro caso de un miembro de la comunidad LGTB que dé testimonio de que “Dios” u otro factor externo lo haya hecho cambiar sus preferencias sexuales?

No. En cambio, sí tenemos testimonios, incluso de adolescentes, sobre cómo sus familias los han internado en clínicas y casas de retiro para intentar cambiar su orientación sexual o su identidad de género. Y también sobre cómo los han sometido a violencia física, psicológica y verbal con el mismo objetivo. Recuerdo un día, en una de las ferias del libro en Bogotá, en que un joven, casualmente de Bucaramanga (sitio de nacimiento y residencia de la diputada), se me acercó para contarme que su familia lo había internado en un hospital psiquiátrico cuando supieron que era gay. Contó que lo habían obligado, incluso, a tomar medicamentos.

Es común que quienes discriminan a las comunidades homosexuales traten sus preferencias como una enfermedad que tiene cura. Analice esa situación.

En primer lugar, no se puede curar lo que no es una enfermedad, y la ciencia así lo confirma. En segundo lugar, se abusa de la buena fe y se engaña a las personas al someterlas, presuntamente con su consentimiento, a tratamientos “curativos”. Cuestiono la validez de tales consentimientos cuando te repiten que no eres normal, que no le gustas a un dios, que no estás bien, que luchan por tu bien, ante todo porque quien te lo dice suele tener poder sobre ti. Por eso es aún más censurable. En tercer lugar, es peligroso que este tipo de prácticas no reguladas y experimentos antiéticos con seres humanos esté al arbitrio de cualquiera.

Para usted, en este mensaje y otros de similar contenido, ¿habría irrespeto y violación a derechos fundamentales o lo toma como un simple ejercicio de libertad de expresión de quien lo publica?

En Colombia Diversa pensamos que la diputada tiene derecho a expresarse con libertad y a considerar lo que desee sobre la sexualidad con base en sus leyes religiosas. Pero, de otra parte, sus mensajes podrían ser insumo para el aumento de la segregación social, la intolerancia, la violencia o la violación de los derechos a la dignidad, la libertad y la autodeterminación de las personas LGBT, reconocidos en la Constitución y en las normas internacionales de derechos humanos. Para nosotros es muy clara la distinción entre leyes religiosas, respetables pero obligatorias sólo para quienes creen en ellas, y las leyes civiles, de obligatorio cumplimiento para toda la sociedad.

En la foto en cuestión hay, implícita, una especie de exhibicionismo de una situación del ámbito privado de los cinco fotografiados: sus presuntas preferencias sexuales. ¿Colombia Diversa consideraría demandar a la autora del mensaje?

No. Por las declaraciones que ha dado la señora diputada, entiendo que esas personas pidieron ser incluidas en la fotografía. Lo que no queda claro es si también consintieron en su uso político o si valoraron las consecuencias de tal mensaje sobre sus vidas en un país en donde crece la intolerancia social, motivada por acciones de este tipo. En sus palabras, Dios puede “perdonar” su homosexualidad o su heterosexualidad. Pero parte de la sociedad todavía no nos perdona haber sido o ser lesbianas, gais, bisexuales o trans. Hay que tener cuidado.

¿Cuidado de qué y por qué? ¿Teme que las personas de la foto puedan estar en riesgo o ser sujetos de burlas públicas?

Sí, sin duda. De hecho, las respuestas en las redes sociales contenían burlas, matoneo, agresiones. No alcanzo a dimensionar las consecuencias para las personas de la foto en su vida cotidiana, familiar y de pareja. Exponer la vida privada de las personas con fines políticos es absolutamente cuestionable. Nuestra lucha ha sido para que la gente pueda ser lo que es libremente, sin estar sometida a presiones sociales, cualquiera que sea su elección.

No todos los que reaccionaron a este mensaje estuvieron de acuerdo con la diputada. Otros se indignaron y protestaron. Me sorprende que ustedes no emprendieran una acción legal o argumentativa en las mismas redes.

Este tipo de propuestas regresan el debate a un nivel primitivo. No nos vamos a prestar para seguir el juego de personas que cuentan con audiencias religiosas pero a las que, si nosotros se lo permitimos, les abriríamos la puerta de otras audiencias a las que nunca llegarían. Bienvenido el debate serio y con argumentos, pero no los shows mediáticos.

Como lo ha mencionado usted, proliferan en esta campaña electoral, como nunca antes, los pastores y representantes supuestamente religiosos que fundamentan su éxito en la discriminación de las minorías. Para usted, ¿existe el riesgo de que la comunidad LGBT pierda los derechos que ha adquirido o deje de conseguir otros si estos voceros del sectarismo conquistan curules en el próximo Congreso de la República?

Enfrentamos un ataque sin precedentes a los derechos de la población LGBT en el mundo. Esa es la respuesta ante los avances obtenidos. Hay que tener claro que a algunos no les gusta la igualdad. No podemos creer que porque haya matrimonio, adopción o reconocimiento al menos legal de la identidad trans, ya resolvimos todo. Hay que proteger lo logrado ante las amenazas de retroceso que afectan a toda la sociedad, no sólo a nosotros.

También abundan los farsantes con un discurso florido en que se rechaza todo tipo de discriminaciones, pero sólo para la galería, porque en el fondo existe otra realidad…

Así es. Me sorprende que la diputada se presente como defensora de derechos. Como todos sabemos, la discriminación sigue viva en Colombia. Muestra de ello es esta campaña electoral en que se mercadea con el miedo. La discriminación se debe erradicar colectivamente y, por tanto, es una responsabilidad de la sociedad entera, no sólo de los LGBT. ¿Permitiremos que tengan éxito electoral los votos de la discriminación y el miedo?

No puede desconocerse que parte del triunfo de quienes promocionaban el No en el plebiscito se debió a que vendieron la idea de que el Acuerdo de Paz promocionaba una presunta “ideología de género” que nunca existió. ¿Les faltó a ustedes trabajo y contundencia política para rechazar las mentiras en torno a su comunidad?

El balance que hacemos es al contrario: logramos que los derechos de las víctimas LGBT en el conflicto armado no fueran excluidos; les hicimos fuerte contrapeso a voceros religiosos que viajaban a La Habana a decidir con las Farc y el Gobierno sobre nosotros; sobrevivimos al feroz y tremendamente violento ataque al que nos vimos sometidos; fortalecimos alianzas con los movimientos de víctimas, de derechos humanos, de mujeres y la academia. Y logramos la solidaridad de muchas personas y grupos. Más allá del resultado del plebiscito, el uso de la expresión “ideología de género” es una peligrosa estrategia de manipulación electoral que pone en riesgo todo: la paz, la educación, la justicia y hasta la adopción de niños. No obstante, será la bandera fácil que usarán nuevamente los grupos religiosos extremistas en sus campañas de este año.

¿Cómo cree que van a volver a usar el arma de la “ideología de género”?

Apelando a frases simples y a un pretendido sentido común con esa expresión que pareciera que la gente entiende sin que nadie defina qué se quiere decir con ella, pero que es poderosa por su capacidad de generar pánico. El reto para nosotros es cómo desmontar ese término que, claramente, comercia con la desinformación y el miedo a las diferencias.

Entonces, ¿piensan organizarse políticamente mediante mensajes, voceros, candidatos propios, etc., para las próximas elecciones?

Desde hace varios años algunas organizaciones hemos prestado un servicio a las personas LGBT y a toda la sociedad incluyente, que consiste en informar sobre la forma en que los candidatos han votado y se han manifestado con respecto a la causa del verdadero y efectivo logro de los derechos de las minorías en Colombia. Seguiremos proporcionando esa información para que haya un voto informado y libre. Queremos proponerle a la sociedad que exijamos campañas electorales con unos mínimos éticos en que los candidatos se comprometan a enviar mensajes libres de estigmatización y prejuicios de cualquier grupo social, político, religioso o sexual.

¿Es falsa o real la idea de que, siendo las comunidades gais colombianas muy activas en la defensa de sus derechos, son sólo reactivas en cuanto a organizarse y tomar opciones y posiciones políticas?

Mire que esa aparente ausencia de liderazgo es también una muestra de nuestro respeto con la diversidad. No somos un partido ni una iglesia ni tenemos pretensiones de ser mayorías apabullantes. A la igualdad le sirve tener aliados en todos los partidos, en todos los movimientos, incluidos los religiosos. Y también le sirve contar con candidatos abiertamente LGBT, con una agenda amplia. Particularmente, desde Colombia Diversa hemos sido activos, organizados, incansables y creativos defendiendo nuestros derechos. Hemos sido consecuentes y no hemos confundido nuestras acciones con ambiciones políticas ni nos hemos alineado con un partido o candidato en particular. Finalmente, no existe tal cosa como un voto gay, como tampoco debe existir un voto antigay. Quienes promueven tales posiciones terminan haciéndole daño a la democracia.

Predicadora del extremismo religioso

Ángela Hernández, con solo 28 años, es diputada de Santander, extrañamente por el partido santista de la U. Es predicadora protestante. No obstante, apoya en la actual campaña a Alejandro Ordóñez, del extremismo católico. Conocida por el desafío político a sus compañeros de Asamblea cuando hizo una ceremonia para condecorar al exprocurador que terminó en zambra. También es conocida por su activismo anti-gay, para muchos, violatorio de la Constitución, y por sus marchas de rechazo a una pretendida “colonización homosexual” de los colegios por parte de la entonces ministra de Educación, perteneciente a la comunidad LGBT, Gina Parody. También se le recuerda por oponerse al acuerdo de paz con las Farc con el argumento de que el pacto incluía una supuesta “ideología de género” que nunca existió.  

No menos polémico que su esposa la diputada Hernández, ha resultado el actual candidato al Senado por el partido Conservador, Jefferson Vega, quien ha publicado varios trinos con propuestas altamente populistas pero de dudosa legalidad jurídica. En uno pide “castración a violadores de niños y menciona a “los Uribe Noguera y Garabitos (sic)” en alusión a dos condenados por crímenes de este tipo. En otro trino, aún más cargado de veneno político-religioso, afirma que “los violadores farianos (de las Farc) deben ser castrados antes de entrar al Congreso” (ver video en elespectador.com). Como dice la directora ejecutiva de Colombia Diversa, nunca antes, como en esta campaña ha habido tantos candidatos ultra-religiosos que pretenden imponer sus creencias de culto a partir de la conquista de los principales escenarios de poder político, y violando, de paso, el carácter laico del Estado colombiano.

Por Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador

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