Cauca: entre votos, coca, oro y guerra

Cinco candidatos se disputan la Gobernación y ocho la Alcaldía de Popayán. Así están las fuerzas políticas en un departamento que ha sufrido mucho la violencia en este proceso electoral.

Alfredo Molano / @AlfredoMolanoJi
20 de octubre de 2019 - 10:47 p. m.
Elías Larrahondo Carabalí tiene el aval de Cambio Radical, el Partido de la U y Colombia Renacientes. Por su parte, Víctor Libardo Ramírez Fajardo tiene el aval del Partido Liberal, el conservatismo y la Alianza Verde.  / Archivo
Elías Larrahondo Carabalí tiene el aval de Cambio Radical, el Partido de la U y Colombia Renacientes. Por su parte, Víctor Libardo Ramírez Fajardo tiene el aval del Partido Liberal, el conservatismo y la Alianza Verde. / Archivo

El Cauca está en el puesto once de los departamentos en número de habitantes del país. En sus montañas, ríos y costas viven más de 1’400.000 personas y hay poco menos de un millón de votos que, en estos tiempos, valen tanto o más que el oro. Ese que sale a “retros” llenas de Timbiquí o Guapi, por la salida del Naya, o el de las peleadas minas de Buenos Aires y Suárez, donde a comienzos de septiembre asesinaron a la candidata liberal a la Alcaldía, Karina García, junto a cinco personas más. Hoy, en plena disputa por el poder local y regional, el Cauca es una mezcla de votos, guerra, coca y oro.

Tiene 42 municipios con estrepitosas diferencias de geografía, clima y cultura. Desde la región Pacífica, pobre y aislada, al “polvorín” del norte, región donde las Farc echaron raíces que, tras su desmovilización, se expresan ahora en disidencias. Según la Misión de Observación Electoral (MOE), es el cuarto departamento en riesgo de fraude electoral y, a juzgar por las noticias judiciales, uno de los más violentos de Colombia. Un informe del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), a julio de 2019, revela que allí es donde más líderes sociales y excombatientes de las Farc han asesinado desde la firma del Acuerdo, en 2016, con 148 de los 837 documentados.

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La historia del departamento, de los más antiguos, está construida por manos esclavas, gigantescas mingas indígenas y una poderosa clase política y económica que puso presidentes y militares desde los tiempos de la Independencia. Un fortín del liberalismo de Tomás Cipriano de Mosquera, que hoy en día nuevos partidos e intereses se disputan palmo a palmo. Cinco candidatos buscan la Gobernación; sin embargo, conocedores de la política local aseguran que solo dos tienen posibilidades de hacerse con el poder.

El movimiento indígena, tan fuerte en el noroccidente del departamento, se dividió en dos candidatos: Jesús Enrique Piñacué Achicué, exsenador e histórico comunero de los resguardos del norte del Cauca, avalado por Autoridades Indígenas de Colombia (AICO); y Gilberto Muñoz Coronado, exalcalde de Toribío, avalado por el Movimiento Alternativo Indígena y Social (MAIS), quien obtuvo el apoyo del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC). Pero las candidaturas no despegaron y hoy se dan por descontadas en la carrera por la Gobernación.

El otro candidato que, según los barones electorales del departamento, ya no tiene posibilidad de ganar es Heriberto Arrechea Banguera, avalado por el Partido de Reivindicación Étnica (PRE). Se trata de un administrador de empresas que se metió en la política de la mano del exsenador condenado por parapolítica Juan Carlos Martínez. Llegó a ser concejal de su natal Timbiquí y representante a la Cámara; luego, en el esplendor del Negro Martínez, fue asesor de la Gobernación del Valle e integró las juntas directivas de la Licorera del Valle, Infivalle y la Plaza de Toros de Cañaveralejo.

Con el poder de Martínez en el ocaso, cuatro parlamentarios, los grandes electores del departamento, coinciden en que la Gobernación se la disputan, cabeza a cabeza, otras dos fuerzas. De un lado está Víctor Libardo Ramírez Fajardo, avalado por el Partido Liberal, la Alianza Verde y Colombia Justa-Libres. Ramírez fue alcalde de Popayán, tiene allí el centro de su votación y goza del respaldo del senador Luis Fernando Velasco y de los representantes a la Cámara Carlos Julio Bonilla, Crisanto Pizo, John Jairo Cárdenas, Darío Samboní, Óscar Ospina y Farith Achinte, coordinador de la Alianza Social Independiente (ASI), entre otros. Aun así, hay quienes piensan que hay apoyos que le suman, como el de Cárdenas, y otros que le restan, como el de Velasco, uno de los senadores caucanos con menos votos en su tierra, aunque se sabe que agitar el trapo rojo en el Cauca no es cualquier cosa.

El candidato sorpresa, pero no con menos apoyo de los pesos pesados, es Elías Larrahondo Carabalí, inscrito por el movimiento independiente Porque Sí Es Posible, pero quien rápidamente recibió el aval del Partido de la U, Cambio Radical y Colombia Renaciente. Larrahondo fue secretario de Educación departamental y alcalde del municipio de Buenos Aires. Cuenta con el respaldo de los senadores Temístocles Ortega y Roy Barreras, así como el del presidente de Colombia Renaciente, John Arley Murillo. Es abogado, docente, exdirector de Tránsito de Santander de Quilichao, exsecretario general de Buenos Aires y expersonero. Un representante a la Cámara que está en las huestes de Ramírez asegura que Larrahondo ha realizado una campaña con mucha plata, que tiene el apoyo de la administración departamental y que camina sobre los andamios de la estructura de Cambio Radical.

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“Pero el apoyo de Temístocles no implica sus votos, porque él fue elegido senador con votos liberales y algunos de la U. Además, el apoyo de Colombia Renaciente no significa mayor cosa, ya que es un partido muy joven que no tiene disciplina ni jefatura”, aseguró otro parlamentario caucano. A lo que agregó otro curtido político de la región: “Tiene la inercia de la administración, pero también despierta un sentimiento de minorías étnicas, pues nunca ha habido un gobernador afro en el departamento. Mientras Ramírez tiene los votos de Popayán, en donde triplicará la votación de Larrahondo, este tiene un fuerte apoyo en el sur del departamento y en la zona del Pacífico y podría dar el palo”.

Por la Alcaldía de Popayán

Así las cosas, en esta semana que queda de campaña, las fuerzas vivas del gran Cauca redoblarán esfuerzos para hacerse con el poder. Más despejado, en voz de los conocedores de la política patoja, está el pulso por la Alcaldía de Popayán, pese a que son ocho los candidatos. Y eso va muy de la mano con lo que mostró una reciente encuesta de intención de voto en la capital caucana.

De acuerdo con los resultados de una medición realizada por Mosqueteros, la intención de voto la encabeza, con el 37,7 %, Juan Carlos López Castrillón, conocido como El Pollo, quien aspira por el movimiento Creo en Popayán. Cuenta con el apoyo de casi toda la clase política del departamento. Aquí, los que se dividen para Gobernación están unidos para Alcaldía.

López es conocido a escala nacional porque fue presidente del club de fútbol Millonarios, con muchas críticas de por medio. Fue director del programa Colombia Mayor, del Ministerio de Trabajo en el gobierno Santos, ha sido concejal de Popayán y en 2011 aspiró por el liberalismo, sin éxito, a la Gobernación del Cauca.

Detrás de él, con 28,1 %, está Rosalba Joaquí, cercana al actual alcalde de la ciudad, César Cristian Gómez Castro, suspendido por tres meses por “presuntamente utilizar su cargo para favorecer a una candidata”, dijo la Procuraduría, sin dar nombres, aunque todo mundo sabe de quién se trata. Los analistas aseguran, sin embargo, que ni con el apoyo de la maquinaria municipal, Joaquí le dará pelea al Pollo, cuyo principal talón de Aquiles es haber reconocido públicamente su admiración por el expresidente Álvaro Uribe en un departamento fuertemente antiuribista. Y si Rosalba no tiene posibilidades, los restantes seis candidatos no son más que teloneros en la contienda.

En la baraja están Mario Bustamante, con el aval del Centro Democrático; Nino Erazo, de la Alianza Democrática Afrocolombiana (ADA); Carlos Alegría, del Partido Conservador; Santiago Zambrano, de AICO; Ferney Silva, apoyado por la ASI, y Jorge Bastidas, del movimiento Popayán Recuperemos el Rumbo.

El norte del Cauca

Un capítulo aparte en la lucha por el poder político en el Cauca es la zona norte. Históricamente, ese fue el epicentro del conflicto, y la confrontación armada entre las Fuerzas Militares y las Farc se desarrolló en gran parte de la cordillera Central o en sus faldas, en las zonas urbanas y rurales de municipios como Toribío, Corinto, Miranda, Caloto, Santander de Quilichao, Buenos Aires, Suárez, Padilla, Puerto Tejada, Villa Rica, Jambaló y Caldono. Una región que sigue convulsionada hoy con la presencia de las disidencias y otros grupos armado ilegales (se habla incluso del cartel de Sinaloa), que se disputan las rutas del tráfico de drogas y de armas en la salida hacia el Pacífico, por el Naya, además del control de la minería ilegal.

“Las actuales generaciones crecieron en el marco del conflicto, y la paz debe implicar otro tipo de opciones de vida. Y si hay alguien que ha sido muy vulnerado en el conflicto han sido las mujeres. Las mujeres de las zonas de conflicto estamos llamadas a hacer política para decir, desde nuestros territorios, que sí es posible la paz y para comprometernos con esa sensibilidad social de construir familia y ser ejemplo y referentes de otras mujeres y personas, de que con nuestra lucha se pueden generar oportunidades y cambiar nuestra realidad. El reto es lograr que nuestra gente viva, que niños, niñas, adolescentes y jóvenes logren traspasar la edad de los 29 años y florezcan las oportunidades y las sonrisas”, dice Lucy Amparo Guzmán, candidata liberal a la Alcaldía de Santander de Quilichao, municipio que, junto a Jamundí (Valle), es considerado epicentro del narcotráfico.

De hecho, tras la firma del Acuerdo de Paz, Naciones Unidas definió 125 municipios del país como “los del posconflicto”, veinte de ellos en el Cauca y nueve en su zona norte. La clasificación se hizo basándose en los parámetros de “análisis de municipios de mayor prioridad, según la presencia de las Farc, las acciones armadas con participación de esa guerrilla, desarrollo y pobreza, necesidades humanitarias y capacidades locales”. La idea es que en estas localidades se priorice la intervención no solo del Estado, sino de la misma comunidad internacional. Algo que, a decir de sus gentes, no se ha cumplido. De ahí que las elecciones del próximo domingo sean fundamentales de cara a la construcción de una nueva realidad para el norte del Cauca, donde la guerra parece no haberse ido nunca.

Por Alfredo Molano / @AlfredoMolanoJi

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