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Las cocinadas de Jorge Gerlein

El Espectador reproduce un perfil del exrepresentante a la Cámara y exdiputado del Atlántico, quien falleció este viernes. En el artículo, publicado por la revista Cromos en 2003, Gerlein habló de política y cocina, una de sus pasiones desconocidas.

Gloria Castrillón
07 de mayo de 2016 - 12:30 a. m.
Artículo publicado en al revista Cromos, en junio de 2003.
Artículo publicado en al revista Cromos, en junio de 2003.

En la cocina de su apartamento en Bogotá, el representante barranquillero le da punto a más de un acuerdo político. Esta semana, a la sazón de una lasaña, se siguió cocinando la presidencia de Alonso Acosta a la Cámara.

Los invitados llegaron puntuales. A las ocho y media de la noche los primeros whiskies empezaron a ambientar la reunión, mientras las cuentas fluían. El barranquillero Alonso Acosta Ossío, principal candidato a ocupar la presidencia de la Cámara de Representantes, sacó de su bolsillo una lista y empezó a leer los nombres de los congresistas que ya le habían asegurado su voto favorable. Los demás asentían, preguntaban y comentaban. En la cocina, Jorge Gerlein, el anfitrión, supervisaba la horneada de la lasagna y preparaba todo para servir. Desde las tres de la tarde él había comenzado su ritual. Sin zapatos y sin delantal preparó lo principal de su plato: la salsa. Tomate, pollo, carne, muchas verduras, vino tinto, queso mozzarella y parmesano, cebolla, una pizca de miel y, eso sí, nada de sal. Todo a fuego lento, más una probadita cada 10 minutos para asegurarse que la receta fuera por buen camino.

Esa es la fórmula que aplica cada vez que tiene invitados a comer y la que le funciona también en la política. Por eso a su casa invita parlamentarios de todos los tonos. Costeños, del interior, conservadores como él, liberales oficialistas, uribistas. Los atiende con el desparpajo propio de los costeños y les consciente el estómago con los quince platos que hacen parte de su lista de especialidades y en la que figura desde la más amplia variedad de pescados, hasta la comida de monte –como él la llama- y que incluye venado, tortuga, icotea, armadillo, guartinaja, ñaque, conejo. Entre chistes, tragos y comida, cocina las alianzas, prepara las estrategias y planea los contactos.

Así, en este apartamento del norte de Bogotá, se le dio la puntada final a la elección de Carlos Ossa como Contralor en 1998, la de Gustavo Bustamante Morato (conservador antioqueño) y Angelino Lizcano (liberal del Caquetá) como secretarios generales de la Cámara en el Congreso pasado y sin duda ayudó en la de Antonio Hernández Gamarra, actual Contralor General. Pero cada comida guarda sus secretos, como el que envuelve la elección de seis magistrados del Consejo Superior de la Judicatura que deben su designación a los acuerdos que se concretaron gracias a la sazón de Gerlein.

Una habilidad que descubrió a los 10 años, cuando invitaba a sus amigos a pequeños festines con sancocho, arroz con coco, dulce de mango, arequipe y pudines. Él solo imitaba lo que le había visto hacer a su mamá, doña Conchita Echeverry, una banquetera y profesora de culinaria que expandió su fama, saberes y sabores más allá de la Costa Atlántica y que lo animaba con prácticos consejos cada vez que lo veía cocinar. Pero para que su sazón fuera reconocida tuvieron que pasar muchos años de ensayos hasta perfeccionar sus recetas y hacerlas famosas no solo en el Congreso sino en buena parte del mundo político.

Así con los años aprendió que cada elección tiene su proceso. Que se necesitan varios motes de queso, filetes, pastas y fríjoles para que todo quede en su punto. Que las estrategias políticas salen de los cocteles y reuniones sociales y sobre todo, que en política hay que guardar las lealtades cuando compromete su voto. Por eso la del martes pasado fue la cuarta reunión en torno a la elección del nuevo presidente de la Cámara. Y son varias las que le quedan por hacer antes del 20 de julio, día en que se instala el Congreso y se renuevan las mesas directivas. Sabe, como sus paisanos, que el Partido Conservador tiene que llegar unido a la elección para que los liberales respeten el acuerdo de elegir a un costeño. Y sabe que no puede pelear con Roberto Camacho y Julio Gallardo, los otros conservadores que aspiran al cargo. De eso se tratan estas comidas, de trazar las estrategias para que los aliados consigan más aliados y sumar votos para el día final, sin despertar resquemores dentro del Partido. La coyuntura lo amerita, justo ahora que los ´´godos´´ tienen en jaque al Gobierno de Alvaro Uribe con su rebeldía en temas puntuales de la reforma política.

Y en eso son expertos los costeños. Una bancada que se mantiene unida y que a pesar de ser minoría logra imponerse frente a los liberales para hacer grandes acuerdos y rotarse así las mesas directivas del Congreso y las presidencias de las comisiones más importantes. Y ahí es donde Gerlein se ha granjeado la fama de lograr con sus pastas, sancochos y pescados los acuerdos para los temas cruciales. La comida del martes pasado fue entre los miembros de la Comisión Cuarta, la mayoría costeños, que querían evaluar la campaña de Acosta Ossío y medir las lealtades de todos los que prometieron su voto favorable. Así Gerlein va probando, como lo hace con sus salsas y guisos, que la receta vaya por buen camino.

Por Gloria Castrillón

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