Corrupción en el Concejo de Barrancabermeja: pecadores por acción y por omisión

Columnista invitado EE
19 de noviembre de 2019 - 05:24 p. m.

Yeyron Valencia*

Esta es otra historia macondiana de las que nos enseñan con plastilina por qué en Colombia crece el cáncer de la corrupción. Recién posesionado el Concejo Municipal de Barrancabermeja, sesionó el 9 de enero de 2015 y eligió a la actual contralora municipal, Oliva Olivella Guarín, en un espiral de irregularidades, siendo la única candidata aceptada por la corporación en una convocatoria 'flash' de un solo día de 8:00 a.m. a 6:00 p.m., hecha por el mismo Concejo, obteniendo el cargo con solo ocho votos de un total de 17 concejales, una interesante minoría.

Días después, y cómo para arreglar la “cagadita”, el presidente del Concejo, Emel Harnache Bustamante, violando las normas internas y la ley, hace una revocatoria directa del acta de votación y sin hacer un nuevo proceso de convocatoria pública, reúne al Cabildo para votar nuevamente, favoreciendo de nuevo a la “ventiúnica” candidata que alcanzó a aplicar en la convocatoria 'flash', y que pasó todas las pruebas realizadas: Oliva Olivella Guarín, con 16 votos contra uno.

Claro que no les he contado la "ñapa" de esta maratónica covocatoria. En verdad es más una suspicacia personal, pero son de aquellas que intrigan, y es que Maria Angelica Castillo Olivella, hija de la actual contralora, ejercía funciones de asesora jurídica en el mismno Concejo al momento de estructurar y lanzar la convocatoria. Pero ella, calladita. ¡Que cosas, no!

Desde entonces inició una investigación con el radicado iuc-d2017-1028452//2016-426146, que cayó primero en manos del procurador segundo distrital de Bogotá, César Augusto Murcia, y desde hace un año en las del nuevo asignadoNéstor mauricio Areiza Murillo, unas persona que por su negligencia terminaron haciéndole un daño peor que el que le hizo el Concejo Municipal a los ciudadanos de Barranca.

Con la evidencia en sus manos y las actas como pruebas irrefutables, pusieron a reposar el proceso durante cuatro años, permitiendo que la contralora elegida irregularmente permanezca en el ente de control hasta hoy, afectando así las garantías para la vigilancia y control del municipio, pese a los asuntos tan delicados e investigaciones del actual alcalde, Darío Echeverry, por temas como los contratos de los niños fantasma y delitos electorales por los que ha estado encarcelado; dándole el privilegio a la contralora irregular de chuparse el presupuesto público con un salario de $10'871.979, que a la fecha suman la bobadita de más de $510'983.013.

Y como si fuera poco, el procurador, con su actitud negligente, tampoco sanciona a los concejales incursos en dicha irregularidad, permitiendo que los Barranqueños reeligieran seis de esos concejales, los cuales ya terminan el periodo junto con la contralora ¡dando así un parte sin novedad!  Ah, y don Emel, el presidente del Concejo, que como premio y perla del negligente procurador, esta vez subió a diputado.

No quiero cerrar este cuento con una perlita final. Me dirán que el procurador tiene sus tiempos, que soy muy duro, que qué pecadito… ¡pero de nosotros!, porque por gente así es que estamos como estamos. Permítanme contarles que desde febrero de 2019 fue cerrada esta investigación y la hoja para ser firmada y proferir el fallo lleva hasta el día de hoy nueve meses en el escritorio del procurador, sin que se le dé la gana de chantar la firma. ¡Vaya!, que firma tan complicada de hacer, debería cambiarla señor procurador a ver si agilizamos un poco y nos ayuda a librarnos de algunos corruptos que andan por ahí en funciones públicas…

Por eso la moraleja del cuento de hoy es: “Unos pecan por acción y otros por omisión”.

* Filosofo Político Económico

 

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