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De gais y denuncias sobre acoso en el Capitolio

Aunque muchos se rasguen las vestiduras cuando se habla de que en el Legislativo hay personas LGBTI, el foco de la discusión es otro: ¿Se prestaron algunos legisladores para conductas delictivas como acoso sexual a policías?

Hugo García Segura
19 de febrero de 2016 - 09:45 p. m.

Hay una línea en la investigación sobre la red de prostitución homosexual al interior de la Escuela de Cadetes de la Policía General Santander que falta por esclarecer: los presuntos nexos con algunos miembros del Congreso de la República, quienes también habrían utilizado su poder para presionar o recibir favores sexuales. Son varias las referencias que al respecto hicieron los antiguos cadetes, hoy capitanes, que se atrevieron a denunciar esas irregularidades. De hecho, según contó el capitán Ányelo Palacios, el video que le grabó al exsenador Carlos Ferro, que reveló la FM y ha sido piedra de un gran escándalo nacional, en el que los dos hablan sin tapujos y se hacen insinuaciones de ese tipo, buscaba precisamente corroborar dichos nexos, algo que, sin embargo, no se confirma en ningún momento. (Vea: Policía reveló cómo padeció acoso sexual por parte de un congresista)

Palacios ha dicho también que era el coronel, ya retirado, Jerson Jair Castellanos, quien para la época de los hechos oficiaba como jefe de seguridad del Congreso, quien buscaba los cadetes, los llevaba al Capitolio y los colocaba con unas banderas alrededor de donde estaban los senadores. “Yo notaba que él agarraba y nos miraba y se reía, y otros señores que estaban abajo también, pero yo no sabía qué era”. Y que tras ser engañado y violado por el entonces oficial, ante los reclamos, este le manifestó que le iba a presentar a varios amigos, entre ellos al senador Ferro y a otros senadores, “para que usted tenga unas varas duras y como ellos son los que toman las decisiones en la Policía, para que le ayuden”.

En las denuncias que tiene la misma Procuraduría se habla igualmente de un catálogo y de que el coronel Castellanos era quien le llevaba los cadetes a algunos congresistas. El exoficial, quien actualmente se dedica a negocios personales en Yopal (Casanare), ha negado rotundamente las acusaciones. A su vez, consultado sobre estos hechos, el presidente del Congreso, senador Luis Fernando Velasco, del Partido Liberal, pidió que se investigue y se sancione a las personas que resulten involucradas. “Todo uso del poder abusivo, todo uso del poder que se utilice no para el bien de la gente sino para presionar y recibir favores sexuales o presionar laboralmente a la gente, merece nuestro rechazo”, enfatizó.

Pero el senador conservador Hernán Andrade agregó un ingrediente más a la polémica al revelar que en 2008, siendo presidente del Congreso, recibió una denuncia del general Óscar Naranjo, entonces director de la Policía, informándole que no podía seguir prestando servicio de vigilancia a un senador en ejercicio porque acosaba sexualmente a los policías asignados. Andrade reconoció que no hizo nada al respecto y no reveló el nombre del legislador involucrado. Quien sí habló fue el policía denunciante: “Yo le dije que necesitaba un favor sobre el ascenso y me dijo que claro, pero que en qué se iba a beneficiar él. Y yo le dije: ¿cómo así? Y cuando veo me toca mi parte íntima. Esta no es la primera vez, con otros compañeros ha hecho siempre lo mismo”.

A partir de ese momento comenzaron los rumores y conjeturas sobre la identidad de ese senador. Hasta que el periodista Édgar Artunduaga, a través del portal Kienyke, aseguró que se trataba de Milton Rodríguez, antes miembro del Partido Conservador y actualmente militante de la U. Ante los medios, este dijo desconocer dicha información, que nunca fue requerido ni se abrió alguna indagación al respecto y cuestionó el hecho de que ahora en los medios y las redes sociales se le quiera crucificar por su condición sexual.

“Soy homosexual, lo que he reconocido en vida social, no lo he reconocido desde el punto de vista político público porque, la verdad, no había tenido por qué hacerlo, pero hoy en vista de las circunstancia y de estas infamias de las redes lo hago de una manera tranquila. Yo tengo un electorado de origen conservador, de unas zonas rurales sobre todo de Cundinamarca, y puede ser doloroso, puede generar de alguna manera un costo político, pero lo asumo con mucha tranquilidad”, dijo Rodríguez, quien además enfatizó que desconoce de qué se trata la llamada Comunidad del Anillo. “Nunca he ofrecido ascensos ni me han pedido ascensos ni mucho menos he ofrecido eso a cambio de favores sexuales, ni he perseguido a nadie”, concluyó.

La falta de información sobre el tema, el parroquialismo del país y la hipocresía de muchos hicieron que el asunto se tomara las redes sociales con comentarios desatinados, no solo sobre el senador Milton Rodríguez sino también sobre el Congreso de la República. Bien es sabido que el Legislativo no es propiamente la institución más respetada del país y que tristemente ha vivido de escándalo en escándalo (el proceso 8000, el pomaricazo, la yidispolítica, la parapolítica, para solo recordar algunos), pero de ahí a tratar de hacer aquelarre con la vida privada de las personas hay mucho trecho. “Sodoma y Gomorra”, escribían algunos en la web. Desde la otra orilla hubo también cuestionamientos a los medios de comunicación, pues muchos internautas señalaron que preguntarle a una persona, sea quien sea, por su condición sexual a través de un medio masivo “es matoneo y pornomiseria”. Y algunos llevaron el debate no hacia la condición sexual del parlamentario sino hacia el supuesto aprovechamiento de su cargo para obtener o presionar favores, incluso no solo sexuales.

Sin duda, es en esa dirección que se debe enfocar el debate. El problema es que en Colombia, los antecedentes recientes muestran que la condición sexual se ha convertido en un argumento para atacar a quienes ostentan algún cargo público. Les sucedió a la senadora Claudia López y la representante Angélica Lozano, quienes en su momento reconocieron abiertamente tener una relación de pareja, algo que fue utilizado por sectores políticos y religiosos para cuestionarlas e incluso pedir la pérdida de sus investiduras.

En una entrevista con RCN Radio, sin pelos en la lengua, Lozano destacó que no es casual que sean mujeres políticas las que se atrevan a hablar de frente de su orientación sexual: “No son dos ministros ni dos hombres congresistas gais los que están hablando públicamente de sus relaciones. Aquí lo que hay son maricas en política, y muchos, pero en el clóset siempre. Aquí ha habido ministros, presidentes y congresistas maricas, pero se mueren del susto de salir del clóset. En cambio las mujeres somos más berracas en política para asumir costos altos”.

Lozano puso también el dedo en la llaga sobre el tema en cuestión: “Aquí hay senadores que han acosado sexualmente a sus escoltas. Me lo han dicho otros senadores, y un escolta también me lo contó. Eso es delito. Eso lo sabe medio Congreso, pero eso no lo denuncian. Lo cuentan como un chiste”. Y si de posturas autocríticas se trata, está la del senador Armando Benedetti, quien ante los cuestionamientos que le hacen por defender posturas como la del matrimonio gay, no duda en afirmar que Colombia “es un país cavernícola, rural, agrario, retardatario, conservador, godo e hipócrita”. Y a la hora de la verdad, razón no le falta.

 

Por Hugo García Segura

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