“Duque sí quiere trabajar, pero no dejan hacer”: minga indígena

“Esto aún no termina”, dice el CRIC, a la espera de la llegada del jefe de Estado. Se conocen amenazas de las Águilas Negras contra gobernadores, consejeros y miembros de la Guardia Indígena.

Hans Vargas Pardo - Enviado Especial al Cauca
09 de abril de 2019 - 11:12 a. m.
Iván Duque Márquez, presidente de Colombia.  / Cristian Garavito - El Espectador
Iván Duque Márquez, presidente de Colombia. / Cristian Garavito - El Espectador

Amanece en la vereda El Pital, en Santander de Quilichao, Cauca. A diferencia de los últimos 25 días, cuando los cerca de 15.000 indígenas se preparaban para el cambio de turno y hacer presencia en el bloqueo de la vía Panamericana, en esta oportunidad nadie madrugó. Es más, la orden de los consejeros, o sea, los líderes de la minga indígena que durante 27 días tuvieron en vilo el suroccidente del país, fue clara: “Retomen fuerzas, descansen, pues esto aún no termina”.

Sin embargo, desde muy temprano, la música hacía lo suyo. Y desde un enorme equipo de sonido, Samuel Lozano, uno de los locutores y disc jockeys indígenas, animaba a los mingueros, aún recluidos en sus carpas, algunas construidas únicamente con plástico de color negro, para que se vincularan a las actividades dominicales.

Anuncios como: “Vengan, los invitamos a que participen en los Rostros de la Minga, una actividad para que ustedes escriban sus mensajes al lado de muchas fotografías que hemos tomado para recordar por qué estamos en este lugar”, se mezclaban con letras musicales a ritmo muy alegre, como: “Vamos a la lucha, no vamos a parar, pues en nuestras manos está la libertad”.

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El campamento indígena está ubicado al sur, a través de una carretera mal trajeada, a unos 20 minutos de trayecto desde el corregimiento de Mondomo. En El Pital, en la cima de la montaña, está la casa central, como se conoce al lugar en donde se concentran los líderes indígenas. Allí se encuentra Neis Oliverio Lame Camacho, consejero mayor del Comité Regional Indígena del Cauca (CRIC), quien es uno de los voceros de la minga.

Lame Camacho sustenta la buena voluntad de parte de la comunidad y cómo el Gobierno siempre “presentaba argumentos que no llenaban las expectativas de los indígenas”. Se refiere, además, a las últimas 72 horas vividas en las negociaciones con la ministra del Interior, Nancy Patricia Gutiérrez, y su equipo, a las que calificó como “muy tensas”.

“Cuando veíamos que la ministra quería seguir trabajando, mirábamos que los generales presentes inventaban cualquier cosa para impedir el diálogo. Entonces no entendíamos quién quería dañar el acuerdo de voluntades, si era el Ejecutivo o los militares”, argumenta.

Frente a este comentario, Gutiérrez ha sido enfática en que la concertación con la minga se basa en las inversiones que ya estaban previstas y calculadas dentro del Plan Nacional de Desarrollo y que abarcan temas de “educación, salud, vivienda, mejoramiento de vivienda rural y productividad. Pero la voluntad del Gobierno siempre ha estado intacta. Los impasses que se presentaron son propios de que en momentos las partes argumentan temas que no eran de la mesa, por ello se vivieron las tensiones”.

“Nos decían que habíamos secuestrado a uno de sus militares, a lo que nosotros argumentábamos que no era secuestro sino un control por parte de nuestra Guardia. ¿Cómo íbamos a permitir que pasaran los bloqueos personas armadas? Esa era nuestra responsabilidad”, agrega el dirigente del CRIC.

Lo que viene

Ya en la mañana del domingo pasado, por lo menos el 60 % de los indígenas apostados en las cercanías de la carretera Panamericana habían partido de regreso a sus parcelas de origen. Ahora, en el campamento de El Pital quedan cerca de unos 4.000 integrantes de la minga, quienes están en una especie de expectativa, por si el Gobierno no cumple lo prometido en lo firmado en primera instancia en la madrugada del sábado pasado.

“¿Que si veo voluntad por parte del Gobierno? Nos preocupa que trabajamos con un Gobierno que habla de equidad, igualdad, de construir, pero nos pudimos dar cuenta de que, si estuviera ejerciendo un gobierno con autonomía, creo que cumpliría con todos estos postulados, pero definitivamente existen otros detrás que dicen lo que hay que hacer. El presidente Duque sí quiere trabajar con la gente, pero no dejan hacer. Eso no solo lo decimos nosotros, mire usted los pronunciamientos de las demás organizaciones sociales”, detalla el consejero indígena.

En el casco urbano del corregimiento de Mondomo, entre tanto, las opiniones están divididas. Mientras los comerciantes celebran la apertura de la vía, ya que por obvias razones generaba pérdidas económicas, otros campesinos son más pesimistas. “Esto es un paño de agua tibia. En un tiempo no muy largo, a los indígenas les incumplen y vuelven a tapar la vía como manera de vengarse del Gobierno”, destaca Aurelio López, un cultivador de papa de la zona.

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Incluso, otro grupo de campesinos manifiesta sus molestias, encarando la situación con las comunidades indígenas, basados en que éstas están tomando sus tierras “a la fuerza”. “Si el Gobierno va a entregar nuestras tierras, pues que nos las compre, pero no les vamos a entregar tierra a un grupo de personas que las invaden con el pretexto de que son de sus ancestros”, señala otro habitante de la región, argumentando que ya ha tenido inconvenientes con varios indígenas residentes en la parte alta de la cordillera Occidental.

Frente a las pérdidas económicas generadas en varios sectores de la producción y servicios durante los días de protesta, desde la casa central de El Pital, Lame Camacho manifiesta ser consciente de ello, pero reitera que era necesario. “No había quién diera la voz de alerta y nos tocó a nosotros. Todos estaban muy quietos y, frente a la situación, con leyes que van en contra de la población, pues tomamos la vocería. Pedimos que Colombia nos entienda”.

Ahora esperan que hoy, con la anunciada visita del presidente Iván Duque a la minga, todo lo acordado se convierta en realidad. Las miradas expectantes continúan en Santander de Quilichao, Mondomo y las veredas aledañas. Aún se respira en esta zona del país un aire de incertidumbre y, mientras los habitantes ven que la carretera Panamericana es custodiada por unidades militares, se preguntan si la minga indígena es un beneficio o una amenaza a sus bolsillos.

Por Hans Vargas Pardo - Enviado Especial al Cauca

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