El día en que Belisario Betancur pidió perdón

El Espectador reproduce la entrevista que el fallecido exmandatario le concedió a Margarita Rojas, directora de información internacional del Canal Caracol, publicada el 20 de julio de 2013. En ella reconoce, por primera vez, que quizá se equivocó.

Margarita Rojas*
07 de diciembre de 2018 - 10:13 p. m.
Para Belisario Betancur, reconoció, por primera vez, que quizá se equivocó en sus actuaciones, como en lo del Palacio de Justicia. / Canal Caracol
Para Belisario Betancur, reconoció, por primera vez, que quizá se equivocó en sus actuaciones, como en lo del Palacio de Justicia. / Canal Caracol

“Usted sabe que yo no hablo de política desde hace mucho tiempo”. Con esa advertencia tajante, pero amable, nos recibió el expresidente Belisario Betancur.

“Lo sé”, le contesté. “Y también por eso queremos entrevistarlo”, añadí, para explicarle que Colombia en contexto, el programa que estábamos grabando, era precisamente un esfuerzo de reflexión sobre el país en el Canal Caracol, una oportunidad de mirar al pasado sin apasionamientos.

Noventa años de vida y de vivencias están intactos en su memoria. El lugar en que pasa sus días, dedicado a la promoción de la educación y la cultura, está lleno de recuerdos. Tras cada objeto hay una historia, como la del papel artesanal hecho en Barichara en el que ahora le gusta escribir sus cartas, o la de los lápices de colores que tiene sobre el escritorio. Belisario Betancur, además de escribir, también pinta. “Sí, yo me refugio en la poesía, en la literatura, en la filosofía. Y cometo versos. El verbo es exacto: cometer. Y hago dibujitos. Soy fracasado discípulo de un gran maestro y de un gran pintor que es Manzur, mi amigo del alma, e iluminado en el ejemplo de mi amigo y compañero Fernando Botero”.

Tras mostrar así lo que es ahora, el expresidente se dispuso a responder preguntas sobre lo que fue en política.

¿Cuando usted llegó a la Presidencia de Colombia en 1982, ¿con qué país se encontró?

"Teníamos ya varios años de guerrillas y el tratamiento que se estaba dando a esas guerrillas era militar. Yo llegué al Gobierno con el pensamiento de que ese tratamiento podía ser explicable y hasta justificable, pero era incorrecto, pensaba yo. Porque me parecía más constructivo el diálogo, el poder de la palabra, de la palabra que viene de los siglos, y entonces opté por conversar en vez de seguir disparando".

Estamos en un tercer intento de paz con las Farc. Usted, que lideró el primero, ¿cree que éste puede ser el definitivo? 

"Yo estoy inmerso en las conversaciones de La Habana de una u otra manera. No me ponga a hacerle confidencias, pero estoy muy metido, estoy consustanciado y no me asustan las exasperaciones. No me asustan. Ni las de La Habana, ni las del respetable público, que en política es el que otorga y el que niega. Pero yo me hago muchas ilusiones y sé que el presidente Santos y el equipo que nos está representando están manejando los temas con inteligencia, con prudencia, con esperanza, con tino, y percibo que los representantes de la guerrilla también lo están haciendo con esperanza, porque veo que tienen fatiga de guerra, que tienen deseos de paz.

Y recordó anécdotas de su obsesión por acabar con el conflicto: “Cuando iba a entrevistarme con el comandante Marulanda le pedí a la guerrilla, y le pedí al Gobierno, que fuera un viaje secreto. Por lo cual, al llegar a San Vicente del Caguán, estaban todos los periodistas nacionales e internacionales ahí esperando. Como el viaje era secreto... era conocido por todo el mundo. Recuerdo que me preguntaron: ‘¿Usted qué opina del comandante Marulanda?’. Y les dije: ‘Déjenme llegar a conocerlo y a conversar con él’. Me preguntaron a la vuelta: ‘¿Qué opina del comandante Marulanda?’. Les dije: ‘Es una leyenda’. ¡Y quién dijo miedo! Había por ahí otros intereses que dijeron: ‘Este sinvergüenza de Betancur, ¿cómo es que dice que este asesino es una leyenda?’. Una leyenda me pareció que era lo menos ofensivo para él, cualquier protagonista de la historia. Y los guerrilleros lo son, gústenos o no nos guste”.

La Colombia de hoy, en su opinión, ¿se ha transformado positivamente?

“Ahora hay la conciencia que no había en mis tiempos, y como no la había se fueron acortando los espacios. Y hubo un momento en que yo estaba casi solo. Me había abandonado el grupo político o los grupos políticos que me eligieron: el conservador, parte importante del Partido Liberal, la izquierda. Me habían abandonado, quizás por mis errores. Pienso que un tanto por los errores de ellos, que ya he olvidado”.

Entonces decidió ir más allá, hasta una conclusión que no había hecho pública en casi treinta años, cuando su ilusión de paz se desplomó de un tajo con la toma del M-19 al Palacio de Justicia: “Cuando llegué al Gobierno tenía la tesis, como sociólogo, de que los movimientos subversivos en América Latina no se producen por generación espontánea. ¿Por qué estos estudiantes de tales y cuales universidades se van al monte? ¿Por tontos? No, no lo hacen por tontos. Lo hacen, pensaba yo, porque en cualquier momento perciben que se bloquearon sus esquemas mentales, que ya no les sirve la piedra, que les sirve el disparo que es más detonante. Pensaba yo que en todo movimiento subversivo en América Latina hay factores positivos, subjetivos, y factores objetivos, impersonales. Por ejemplo: la dependencia externa, la falta de infraestructura social, los alcantarillados, etc. Y me puse a corregir todas esas motivaciones. Y en esas andaba cuando se presentaron situaciones inmanejables, o que manejé mal. Si las manejé mal, les pido perdón a mis compatriotas por haberlas manejado mal. Punto”.

Vino un gran silencio. Resuena entonces aquel perdón que hace menos de dos años le pidió el presidente Juan Manuel Santos “en nombre de los colombianos” por una decisión del Tribunal Superior de Bogotá que solicitó a la Corte Penal Internacional (CPI) que investigara al exmandatario para determinar su probable responsabilidad penal en la desaparición de once personas durante la retoma del Palacio de Justicia.

El exmandatario retomó la palabra para enfatizar su pedido de perdón: “La paz no es solamente el cese de la guerra, sino componentes metafísicos más profundos como la reconciliación. Ha llegado el momento de barajar y volver a dar, y reconciliarnos los unos con los otros, y en esa reconciliación de los unos y los otros pido perdón a quienes ofendí y doy las gracias a quienes me iluminaron y me ayudaron”.

* Directora de información internacional del Canal Caracol.

Por Margarita Rojas*

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