"El Estado no es el que debe emplear, deben ser los empresarios": gobernador del Quindío

El sacerdote Carlos Eduardo Osorio habla de su experiencia como mandatario de uno de los departamentos con mayor índice de desempleo en el país. Dice que el gobierno Duque apenas está empezando y hay darle tiempo.

William Acero Arango / Especial para El Espectador
08 de diciembre de 2018 - 04:04 p. m.
El sacerdote y en la actualidad gobernador del Quindío, Carlos Eduardo Osorio. / Foto: Gobernación
El sacerdote y en la actualidad gobernador del Quindío, Carlos Eduardo Osorio. / Foto: Gobernación

Teólogo y filósofo, el sacerdote Carlos Eduardo Osorio dejó los púlpitos para incursionar en la política. Y salió elegido. Con más de 125.500 votos en las elecciones del 27 de octubre de 2015, se convirtió en el nuevo gobernador del Quindío, un departamento que ha sabido resurgir de las cenizas. El 21 de enero de 1999, un terremoto sacudió el Eje Cafetero dejando destrucción y muerte. Pero gracias al empuje de su gente ha salido adelante. El contraste, eso sí, se da en la clase política: la exalcaldesa de Armenia, Luz Piedad Valencia Franco, hija de Luis Emilio Valencia Díaz, excongresista y uno de los caciques de la región, está hoy detenida. Y el mandatario elegido también hace tres años, Carlos Mario Álvarez, también está preso.

El padre Osorio –quien fue capellán de la Presidencia durante el período de Andrés Pastrana-  llegó con la promesa, precisamente, de cambiar las malas costumbres políticas. Y en este diálogo con El Espectador habla de su experiencia, de las dificultades y de los retos que ha intentado superar. Con una premisa: la ciudadanía será la que, al final, juzgue si su gestión fue buena, regular o mala. De hecho, ya la Procuraduría le abrió una investigación preliminar por presuntas irregularidades al aceptar la renuncia del alcalde Carlos Mario Álvarez Morales, el pasado 28 de junio de 2018, pese a que este no se encontraba en el ejercicio de su cargo, pues estaba suspendido. El mandatario ha dicho que lo único que hizo fue lo que manda la ley.

¿Cómo le ha ido pasando del sacerdocio a la política?

Yo siempre fui partidario de que los sacerdotes no nos debemos meter en política, pero aquí había una circunstancia y una coyuntura para que alguien hiciera algo. Fue así como tomé la decisión de darle un espacio al tema sacerdotal para venir a prestar otro ministerio, para prestar un nuevo servicio. El señor obispo me advirtió de todo lo que esto representaba y lo que podría pasar, hacia adelante.

¿Y cómo fue el cambio?

Diría que del cielo a la tierra. No es fácil, la política es muy compleja y tiene cosas muy difíciles de manejar, que es la intencionalidad de la gente. Cuando el bien común no está por encima del bien personal, todo se vuelve una intriga. Y muchas de las personas que se presentan en Colombia mirando y buscando el bien común, lo que están es buscando un bien personal. Para uno que siempre ha estado por el bien común es muy difícil entender eso.

¿Usted es consciente de que ser servidor público puede implicar investigaciones y sanciones?

Totalmente. Yo tuve la experiencia de conocer a un gran mandatario, independiente de lo que los demás piensen, que fue Andrés Pastrana. Lo vi tomar muchas decisiones y allí me quedó la lección de que se puede hacer buena política.

¿Quiere dejar sucesor en el cargo?

No, porque yo no hago trampa, no soy tramposo. No moveré un solo dedo para que llegue alguien de mi línea a la Gobernación, aunque es posible que me guste alguien.

¿Uno de los problemas más grandes del Quindío es el desempleo, qué se está haciendo para superarlo?

Eso es lo más triste, cuando el Estado es el que emplea. El Estado no es el que debe emplear, deben ser los empresarios, el comercio, los ganaderos. El Estado lo que debe es facilitar y vigilar las condiciones para que se pueda hacer empresa. Con la Alcaldía de Armenia, la Cámara de Comercio y Camacol nos hemos unido, contando con el apoyo del Sena, y hemos hecho cosas importantes: creamos la central de inversiones para atraer empresas que generen empleo. Ya en este momento tenemos 1.700 empleos generados. Con el Consejo Superior de la Universidad del Quindío estamos logramos ampliar en un 30% para que los estudiantes que salgan de los colegios puedan llegar a ella. Armenia y el Quindío son de mucho trabajo.

Sin embargo el DANE sigue señalando que el Quindío y Armenia están entre los primero en desempleo…

Sí, por eso le digo, sale mucha gente a engrosar las cifras del desempleo y no estamos teniendo la suficiente empresa para ocuparla.

Usted ha reducido la nómina en la Gobernación, ¿cree que había nomina paralela?

Yo creo que hubo una explosión en las elecciones pasadas de personas contratadas, pero sigo totalmente convencido de que tenemos que reducir el tamaño del Estado para poder aumentar los beneficios para las personas que generan empleo. El Estado tiene es la obligación de generar condiciones para todos los empresarios. Por otra parte, estamos liderando un proyecto con los alcaldes de todo el departamento, que consiste en que cada uno de los mandatarios elige tres barrios de los más pobres y toda la administración se vuelca para estos sectores a trabajar por la comunidad. Eso lo estamos haciendo semana a semana.

¿La ciudadanía siente de verdad esa labor?

Habría que preguntarles a los alcaldes, pero creo que estamos haciendo lo que tenemos que hacer, que es trabajar por los sectores más desvalidos.

Uno de los grandes males del Quindío es la drogadicción. El consumo está disparado. ¿El decreto expedido por el gobierno Duque sobre la dosis mínima, ha servido para atacar este mal?

Lo primero es que es salud mental. Nosotros le hemos pedido al hospital mental, que tiene un gran trabajo, que asuma este tema. Estamos trabajando en el fortalecimiento de las familias, los colegios, las escuelas, allí es donde tenemos que concentrarnos y lo estamos haciendo con cada una de las secretarías.

No me respondió lo del decreto de Duque…

Estoy totalmente convencido que es el mejor decreto que nos ha regalado el gobierno del presidente Iván Duque. El tener una dosis mínima da pie para que todo mundo crea que se puede consumir públicamente, pero además es un muy mal mensaje para niños y adolescentes. Si bien hay que respetar a la gente por el desarrollo de su libre personalidad, ellos también nos deben  respetar a los que no queremos que lo hagan en público.

Hay quienes dicen que los principios en Colombia se han perdido, ¿cómo construir una mejor sociedad?

Los niños son los que más han sufrido y sufren. El tema del suicidio es muy preocupante, la tasa que tenemos hoy es alta; muchos de los males, o la mayoría de ellos diría yo, es producto de la descomposición social. Hay que trabajar mucho más en el tema de las familias, es triste decirle pero lo tengo que señalar, hoy lo que importa es tener un buen celular antes que tener un buen contacto con la familia.

¿Qué se está haciendo con los recursos de regalías?

Nosotros pasamos de ser el departamento 32 en el manejo de los recursos de regalías al 24. Hoy estamos como segundos en el manejo de lo que gira la nación. Hay proyectos por $130 mil millones y tenemos $70 mil millones, o sea que hay un faltante de $60 mil millones. La verdad, hoy tenemos más proyectos que plata y todas son iniciativas que tienen el visto bueno de los ministerios y se están trabajando.

¿Y cuáles son esos proyectos?

Todos son del orden social, no son cemento. $15 mil millones le invertimos al hospital San Juan de Dios de Armenia; $12,3 mil millones a la Universidad del Quindío en campos deportivos; 13,5 mil millones en programas de bilingüismo; 11,5 mil millones en placa huella en todos los 12 municipios, incluyendo la a Calarcá cuando se abra la vía de La Línea.

¿Qué balance hace de lo que va del gobierno Duque?

Hay que darle más tiempo. Está arrancando. Tenemos que construir entre todos una mejor sociedad y tenemos que rodear al presidente y a los gobernantes.

¿El Quindío no tiene problemas de cultivos ilícitos, pero qué piensa de la petición de gobernadores como el de Antioquia para que no se den las fumigaciones aéreas?

Creo que esa es una decisión que tienen que tomar los pueblos con sus autoridades.

Por William Acero Arango / Especial para El Espectador

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