El “gran pacto nacional” que no fue

El encuentro del presidente Iván Duque con los directores de partidos no tuvo el efecto esperado por el Gobierno. El Partido de la U y el liberalismo mostraron sus reservas, mientras que Cambio Radical consideró que había sido una reunión útil y constructiva. El Espectador reconstruyó los detalles de las conversaciones del lunes, en la Casa de Nariño.

-Lorena Arboleda Zárate / @LorenaArboleda8 - Alfredo Molano Jimeno/@AlfredoMolanoJi
26 de mayo de 2019 - 02:00 a. m.
El presidente Iván Duque se reunión con los directores de los partidos. / Archivo-El Espectador
El presidente Iván Duque se reunión con los directores de los partidos. / Archivo-El Espectador

Con bombos y platillos, en medio de la telenovela por el caso de Jesús Santrich, el presidente Iván Duque convocó a los jefes de los partidos independientes y de gobierno para trabajar en un acuerdo nacional que impulsara una serie de reformas al Acuerdo de Paz. Los encuentros se produjeron el lunes de esta semana, pero el resultado trascendió en tono menor. Los directores de los partidos de la U, Aurelio Iragorri, y Liberal, César Gaviria, dieron razón de sus reuniones en comunicados independientes en los que evidenciaron que el pacto propuesto por el jefe de Estado no tiene su apoyo político. El Espectador intentó reconstruir los encuentros con los dirigentes de las colectividades a partir de sus principales allegados. El resultado son versiones, algunas coincidentes y otras contradictorias, de lo ocurrido en la Casa de Nariño; y la conclusión más fuerte es que la idea de Duque nace sin apoyo político.

La primera reunión de Duque con los directores de los partidos empezó a las 7:00 de la mañana. A la Casa de Nariño llegaron el expresidente Álvaro Uribe, jefe natural del Centro Democrático, y los congresistas de esa colectividad Paloma Valencia, Ernesto Macías y Christian Garcés. Como se trató de una reunión conjunta con las bancadas declaradas de gobierno, también estuvieron los senadores Carlos Eduardo Guevara, del MIRA, y John Milton Rodríguez, de Colombia Justa-Libres. Y hasta el senador Jonatan Tamayo, conocido como Manguito, quien, a pesar de haberse inscrito por la Lista de los Decentes —declarada de oposición— sigue liderando la disidencia con posturas a favor del Gobierno Nacional.

Como era de esperarse, todos coincidieron en la necesidad de buscar reformas al Acuerdo de Paz. Pero el punto álgido que se tocó fue la posible declaratoria del estado de conmoción interior. “Aunque el presidente descartó esa posibilidad, sí es verdad que se revisó jurídicamente y se determinó, con los asesores, que podría darse para un caso en particular, que fue lo que ocurrió con Jesús Santrich, pero dijo que no estaba dispuesto a jugarse esa carta, entonces pidió dejar el tema quieto, por ahora”, contó una fuente cercana al primer mandatario. De hecho, fue Rodríguez, el senador cristiano, quien le planteó insistentemente el tema, y él mismo contó que la confluencia de tres escenarios podría revivir esa opción: que no haya eco en la Corte Constitucional sobre las objeciones, que la no extradición de Santrich siga firme y que no se logre un consenso con todos los partidos.

El presidente Duque es consciente de que no cuenta con el respaldo de algunas colectividades y que su gobernabilidad en el Capitolio no ha mejorado. De hecho, voces uribistas cercanas a él cuentan que ha dejado entrever su agotamiento con la forma en la que intentan relacionarse los congresistas con el Ejecutivo buscando representación política y que él mismo se siente atado porque “como no hizo nada al principio, ya no puede ceder a las presiones del Congreso”, narró una fuente. Sin embargo, aunque la búsqueda de ese gran acuerdo quedó suspendida hasta tanto la Corte se pronuncie sobre los reparos a la JEP, el presidente insistirá en dialogar con los partidos. Por eso, el paso que viene será el de convocar a los voceros de las bancadas en el Legislativo, incluidos los de la oposición, y escuchar sus posturas.

Esta misma semana, la bancada de la Alianza Verde se apostó unos cuantos pasos abajo de la carrera séptima, al costado sur de la residencia presidencial, para liderar un llamado alternativo al consenso nacional. La invitación fue sentarse a diseñar dicho pacto “ante la ya demostrada incapacidad del Gobierno para lograrlo”, dijeron los legisladores. En tal sentido, frente al negativo ambiente que se percibe para Duque y el futuro de su llamado, contaron miembros del Centro Democrático, el único camino que le queda es “no molestar más con el Congreso y gobernar por decreto”, una idea que lo ronda desde el primer día de su mandato, ante un panorama institucional adverso sin apoyo en el Congreso ni en las altas cortes. Eso implica, agregaron los consultados, tratar de sacar los proyectos prioritarios que le quedan —como el de la ley de las TIC— y echar mano de las herramientas constitucionales que le permite usar la dignidad que ostenta.

El segundo turno en el despacho presidencial fue para el expresidente y jefe del liberalismo, César Gaviria Trujillo. Sobre las 9:00 de la mañana, el exmandatario llegó a la Casa de Nariño y durante casi dos horas conversó a puerta cerrada con el presidente Duque y la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez. Lo que se sabe del encuentro es por relatos de allegados al jefe liberal y al Gobierno, lo que explica la diversidad de detalles. Eso sí, todos los consultados coinciden en que fue una reunión tensa, a la que Gaviria entró y salió molesto, y que es muy poco posible que el Partido Liberal apoye al Gobierno en una reforma al Acuerdo de Paz, al menos, y lo dijo sin cortapisas el expresidente, mientras estos cambios no se concerten con la oposición y el ahora Partido FARC.

Una fuente detalló que todo empezó mal. “Cuando Gaviria iba ingresando a Palacio, escuchó al consejero presidencial, Jaime Amín, hacer un comentario sobre que si la JEP se trataba de que todos concurrieran, a Gaviria le tocaría responder por la fuga de Pablo Escobar de la cárcel La Catedral. El comentario le molestó muchísimo y por eso le habría reclamado a Duque, contestándole que él estaba dispuesto a contar todo lo ocurrido con el narcotraficante “pero con Uribe sentado al lado’”, narró un congresista liberal. La anécdota no fue confirmada por personas cercanas a Gaviria, quienes dijeron que nunca había hablado de nada que tuviera que ver con el extinto capo de la mafia.

Lo que se sabe es que el jefe de Estado empezó la reunión proponiéndole que el liberalismo apoyara la agenda legislativa del Gobierno. “El planteamiento le cayó muy mal al expresidente, quien, recogiendo sus cosas, hizo el gesto de que se iba y dijo que la convocatoria era para hablar del Acuerdo de Paz y de la propuesta que el Gobierno tenía para reformarlo, no para la agenda legislativa ni de la gobernabilidad del presidente Duque. En este contexto, le dijo que su partido iba a defender el Acuerdo de Paz, punto a punto, y que de una vez le advertía que mientras él fuera el director la colectividad, no iba a ingresar al Gobierno. También le reclamó por haber presionado a congresistas y magistrados a través de la Embajada de Estados Unidos y le recomendó que defendiera la institucionalidad y la soberanía. Al final Gaviria fue claro en que él defendería la JEP, porque está convencido de que la paz requiere la concurrencia de todos los actores del conflicto para que aporten a la verdad y a la reconciliación del país”, agregó.

El presidente del Partido de la U, Aurelio Iragorri, llegó a la Casa de Nariño sobre las 10:00 de la mañana. Fuentes de la colectividad, que forma parte de la coalición de gobierno, señalaron que para el exministro fue un encuentro incómodo. “Duque planteó la conversación con una inmensa soberbia, parece que para él el país está marchando como un reloj suizo”, reflexionó un militante de la U sobre el encuentro. Según la fuente, el presidente quiso explicar los puntos que propone para reformar la JEP, lo que sorprendió al exministro, pues él entendió que, para el mandatario, la U apoya al Ejecutivo con un cheque en blanco. El exministro de Santos le dijo entonces que antes de entrar a discutir temas del Acuerdo de Paz, tenían que construir confianza, y que quienes participaron de la anterior administración no estaban dispuestos a derrumbar la JEP ni modificar lo pactado en La Habana, además de que se debía contar con  la participación de la FARC.

Duque, contaron otros voceros de la colectividad, también le habló a Iragorri de la representación política. Le dijo que él se siente amigo de la U y que quiere que sus miembros se sientan cómodos y que sean parte activa del Gobierno. Pero el director del partido, narraron sus propios integrantes, habría sido cortante con el asunto y sugerido dejar esa discusión para otro momento. Dicen también que Iragorri le planteó la preocupación que tiene respecto a quién puede llegar a la Fiscalía. “Queremos un fiscal que nos brinde garantías a los que apoyamos el proceso de paz, no que nos persiga para meternos a la cárcel por no pensar como ustedes, y si eso va a ser así, de una vez dígame y voy comprando la pijama de rayas”, refirió un congresista cercano a Iragorri. Y es que el tema de quién será el reemplazo de Néstor Humberto Martínez fue tratado también en la reunión entre Germán Vargas Lleras y Duque, pues temen que el presidente terne lo más radical del uribismo y se desate una cacería de brujas para acabar con el llamado “santismo”.

La reunión con el Partido Conservador, que se convocó para las 11:30 de la mañana, fue cordial. Su director, Ómar Yepes, llegó acompañado del expresidente Andrés Pastrana y ambos anunciaron que la colectividad azul rodearía al primer mandatario frente a todas las decisiones que tome para fortalecer la extradición. En lo que sí fueron claros, tanto en público como en privado, es en que no acompañarán ningún mecanismo que se salga de la institucionalidad. Así, descartaron no solo la asamblea constituyente que estaba promoviendo el ala más radical del uribismo, sino también la posible declaratoria del estado de conmoción interior. “La defensa de la institucionalidad fue lo que dialogamos con el presidente Duque y elegimos que había que mantenerla dentro de los canales institucionales. Algunos promovían una constituyente o utilización de la conmoción interior. Acá hay mecanismos que se podrían aplicar. Todavía está por definirse la apelación del procurador, creemos que con todas estas pruebas, la JEP reconsiderará esa apelación y se pueda extraditar a Santrich como corresponde”, dijo Pastrana.

La última reunión fue con Cambio Radical, y a las 4:00 de la tarde llegó el exvicepresidente Germán Vargas Lleras, en representación de esa colectividad. Ese encuentro con Duque fue de los más tranquilos que, hasta ahora, han tenido desde que el presidente llegó a la Casa de Nariño. Al parecer, limaron las asperezas que habían quedado desde la fuerte postura que ha sostenido Vargas Lleras contra el Gobierno. El buen tono del encuentro llegó al punto de que el exvicepresidente comenzó elogiando la designación de Margarita Cabello Blanco como nueva ministra de Justicia. Sin embargo, sí le lanzó el mensaje implícito de que, para mejorar las relaciones, era necesario que Cambio Radical no siguiera siendo tratado como un partido “de quinta”, sino como la segunda fuerza política más importante del país.

Fuentes contaron también que Vargas Lleras no se mostró reacio a apoyar eventuales reformas que protegieran el mecanismo de la extradición, pues él compartía las dudas que le planteó Duque al respecto. Pero, eso sí, le advirtió que solo lo haría si esos eventuales proyectos no implicaban choques con la Corte Suprema de Justicia. Le reiteró, además, su rechazo a las objeciones presidenciales a la ley estatutaria de la JEP y que si lo que busca es un consenso con los partidos, este debe partir de una agenda definida, sin excluir el Acuerdo de Paz y mucho menos desconocerlo, pues aclaró que lo pactado en Cuba se firmó con el Estado colombiano y no con el Gobierno de turno. Para el exvicepresidente no se puede seguir con las discusiones de siempre y estas deben plantearse frente a temas estructurales que requiere con urgencia el país, como las reformas a la justicia o la salud.

Así las cosas, la búsqueda de consenso del presidente Duque con los partidos políticos no obtuvo el resultado esperado. La relación con Gaviria e Iragorri se hace día a día más difícil, y con Vargas Lleras, aunque dio muestras de mejoría, no concretó su apoyo. Una situación que se traduce en que, por ahora, el “gran pacto político” que se pretende para reformar el Acuerdo de Paz no cuenta con el respaldo político de los jefes de las grandes colectividades. Quedan 20 días del primer año legislativo del nuevo gobierno, en el que Duque ha dejado ver su poca capacidad para maniobrar frente a las otras ramas del poder público. Tradicionalmente, el primer año de un nuevo gobierno se ha caracterizado por el buen ambiente del presidente con la institucionalidad. Duque se convirtió en un caso excepcional que lo resume en una frase un importante congresista: “Esta ha sido la luna de miel más amarga que hayamos podido tener”.

Por -Lorena Arboleda Zárate / @LorenaArboleda8 - Alfredo Molano Jimeno/@AlfredoMolanoJi

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