El malestar liberal

Mientras se anuncia la llegada de la hija del Vicepresidente, crecen voces de inconformidad por el manejo de lo que llaman la “casa Gaviria”. Ya se habla de una posible disidencia.

Redacción Política
27 de febrero de 2013 - 09:30 p. m.
Simón Gaviria,  presidente del Partido  Liberal, junto a Ángela Garzón.   / El Espectador
Simón Gaviria, presidente del Partido Liberal, junto a Ángela Garzón. / El Espectador

Tras 12 años de ayuno, en agosto de 2010 el Partido Liberal volvió a probar las mieles del poder como uno de los integrantes de la coalición de Unidad Nacional que ha acompañado al presidente Juan Manuel Santos durante su mandato. Con esta alianza lograron recuperar la sintonía con la gente gracias al impulso que le dieron a leyes como la de Víctimas y Restitución de Tierras o la de Primer Empleo, entre otras. No obstante, en la colectividad, hoy las aguas se ven agitadas y se escuchan rumores de disidencia.

Ya en voz baja algunos parlamentarios y militantes venían criticando la influencia de la “casa Gaviria” que, aseguran, ha desplazando a otras vertientes de la colectividad. Los señalamientos se hicieron más claros cuando el presidente del Partido, Simón Gaviria, dijo que si Santos deseaba buscar la reelección, recibiría todo el respaldo. “No hay nada más santista que un liberal”, manifestó.

Aunque Gaviria afirmó que esta declaración fue a título personal, lo cierto es que generó contundentes críticas. El exgobernador del Atlántico Eduardo Verano de la Rosa —quien ha anunciado intenciones de ser precandidato presidencial— envió una carta reclamando claridad: “Vale la pena conocer si es esta una opinión oficial o si se trata de una decisión personal o de una fracción específica del Partido, y además desearía saber cómo se llegó a esta disposición sin el uso de los mecanismos institucionales establecidos”.

Y agregó: “De acuerdo con la tradición del Partido, siempre se han abierto espacios de deliberación para la toma de decisiones, en especial para ventilar las aspiraciones de líderes y sus regiones, para participar en la conquista del poder, con el objetivo de transformar la organización del Estado en beneficio de la sociedad”.

A esta voz de inconformidad se suma la del senador Juan Manuel Galán, quien considera que las decisiones de la dirección del Partido se están tomando “sin consultar, simplemente las anuncian sin contar con los conceptos de nadie y, lo peor, a través de los medios de comunicación. Hacen reuniones, pero no encuentros oficiales, donde toman decisiones por fuera del marco de la institucionalidad”.

Para Galán, es entendible que el liberalismo esté en la Unidad Nacional, pero critica que no se esté al frente de temas sensibles socialmente, como los problemas de los cafeteros, arroceros y cacaoteros. “El período para el que fue elegido Simón Gaviria como presidente se cumple en marzo y no ha dicho si quiere ser reelegido. Si quiere aspirar, que lo diga, pero que diga qué es lo que propone para el Partido, cómo va a manejarlo, porque por ahora se están tomando decisiones que no se consultan con nadie”, enfatizó el congresista.

En respuesta, Simón Gaviria expresó que se ha asimilado mal una declaración personal, al tiempo que enfatizó que el Partido Liberal —como siempre lo ha hecho— encontrará mecanismos democráticos para entregar los avales para candidaturas presidenciales, que bien pueden ser a través de consultas o en una convención interna. Para él, el liberalismo pasa un momento excepcional, lo cual quedó demostrado en los resultados del reciente estudio del Barómetro de las Américas, en el que se muestra que el porcentaje de simpatizantes rojos se duplicó en los últimos dos años: De 18,9% pasó a 38,6%.

Así la cosas, aunque el liberalismo se ha convertido en uno de los soportes del gobierno Santos, lo que le ha generado una importante reconexión con la sociedad, hay temas que están pendientes por discutir. Tal como plantea el senador Galán, “acá se promulga el pluralismo, el derecho al disenso, la democracia interna, pero se está haciendo lo contrario. Eso genera un gran inconformismo y un mal sabor”. Como quien dice, a lavar los trapos sucios en casa.

Por Redacción Política

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