“El país al que quiere volver Uribe ya no existe”: María Jimena Duzán

La periodista lanzó su libro “Santos”, con detalles inéditos de la negociación de paz desde la pérdida del plebiscito hasta la entrega del Nobel de Paz.

Germán Gómez Polo - Twitter: @TresEnMil
02 de septiembre de 2018 - 02:00 a. m.
María Jimena Duzán no veía con confianza la negociación, pero cambió de opinión durante la elaboración del libro.  / Óscar Pérez - El Espectador
María Jimena Duzán no veía con confianza la negociación, pero cambió de opinión durante la elaboración del libro. / Óscar Pérez - El Espectador

El libro está lleno de detalles, de hechos desconocidos para la opinión pública. ¿Hace cuánto empezó la idea de hacerlo?

Hace cuatro años y medio. Comencé yendo a La Habana, entendiendo, tratando de mirar, no creyendo mucho en el proceso, porque no sabía bien cómo se estaban haciendo las negociaciones, todo era sigiloso. En cuatro años sucedieron muchas cosas y el libro cambió.

¿Cuál era esa idea inicial?

Era hacer un libro sobre el proceso de paz. No fue así porque, entre otras cosas, se perdió el plebiscito y no podía escribir sobre un proceso de paz sin dar cuenta de ello, que fue una derrota evidente. Además, le dieron el premio Nobel de Paz a Juan Manuel Santos. Mi agente me llamó y me dijo que hiciera una biografía de Santos, pero esa no era mi idea. Me costó trabajo saber cómo iba a ser este libro, cómo sería su estructura narrativa; entonces decidí que iba a ser una mezcla de las dos cosas: Santos sería un personaje principal que me permitiría narrar, como un thriller político, lo que aconteció.

¿A quiénes entrevistó?

A por lo menos 50 o 60 personas para poder reconstruir, por ejemplo, qué pasó el día en que se perdió el plebiscito. Hablé con todos los negociadores. Santos me llamó y me dijo que aceptaba unas entrevistas, que fueron seis o siete, pero también hablaron los militares, como Carlos Suárez, que es el general que hizo la comisión que descubrió las fallas administrativas que produjeron los falsos positivos. También con las Farc y con la gente de la oposición.

¿Pudo hablar con Uribe?

Fue con la única persona que no hablé, porque no me pasa al teléfono, pero lo hice con Carlos Holmes Trujillo, con el presidente Iván Duque, con quien tuve una entrevista larguísima. Ellos dos formaron parte de ese grupo muy importante del No, junto a Óscar Iván Zuluaga. Fue un trabajo de reportería muy grande que hizo difícil unir y emsamblar todo. El libro está escrito no para los que conocen, sino precisamente para los que no saben. Fuimos muy pocos los que tuvimos acceso a lo que pasó. El libro narra desde la pérdida del plebiscito hasta que Santos recibió el Nobel, en donde hubo momentos que cambiaron al país y cuyos efectos todavía no han sido vistos por los colombianos.

Santos le cuenta que se hizo un tratamiento para la tartamudez similar al que se hizo el rey Jorge VI...

Él lo cuenta sin ambages. Contó que tuvo que hacer muchas piruetas para terminar el tratamiento y, la verdad, es que funcionó. Ese es un trasfondo de Santos. Contó que entró a esa academia cuando estaba en Londres y que le había tocado hacer lo mismo que al rey Jorge VI. Sin embargo, sigue siendo un político muy tímido.

Usted deja claro que conoce al hermano de Santos. ¿Cuál es su relación con el expresidente?

No soy su amiga personal. A quien sí conozco es a Enrique Santos, aunque no fue el que me ayudó a entrar. Santos me llamó un día porque supo que estaba haciendo el libro y me dijo: “Tengo una buena y una mala noticia. La buena es que me dijeron que estaba haciendo un libro sobre mí; la mala es que usted lo va a escribir”.

¿Qué le dijo usted cuando le entregó el libro?

Le dije que de pronto no me iba a volver a hablar, como me pasó con el libro que hice sobre Uribe. Aunque no es una biografía autorizada, sino el retrato de un momento a través de un hecho innegable: un presidente que decide hacer un acuerdo con las Farc.

¿Hubo respuesta?

Sí, me mandó una nota diciendo que tenía dos o tres problemas fácticos, no muy graves, y que le había gustado mucho. No es un libro a favor o en contra de Santos, es un libro en donde muestro descarnadamente cómo es él y quiénes trabajaron en el Acuerdo.

Hace un intento por explicar partes del Acuerdo, como el enfoque de género, tergiversado por el No como la ideología de género...

Cuando uno termina de leerse el Acuerdo, se da cuenta de que no se pactó solamente una desmovilización de las Farc, sino un nuevo concepto de país. Es casi una nueva constitución y en eso tenían razón los uribistas. El error de Santos fue hacer un plebiscito después de una semana de firmar un acuerdo que nadie había leído. Ese vacío pedagógico fue utilizado por la oposición para volver mentiras en verdades, como fue el tema de género.

¿Por qué perdió el plebiscito?

No sé si por el huracán Matthew, como dijo Santos. Creo que se perdió porque se movilizaron los cristianos: las huestes de Alejandro Ordóñez y la Iglesia jerárquica. Lograron convencer a muchos colombianos de que el Acuerdo tenía que ver con la instauración de una cultura homosexual, como base de la familia y otra cantidad de cosas.

¿La construcción del libro la hizo cambiar de opinión frente al acuerdo?

Sí, pasó cuando me contaron cómo se hizo la agenda, después de entrevistar a Sergio Jaramillo, Enrique Santos, Frank Pearl, Alejandro Éder y a Mauricio Jaramillo, el Médico, que fue la voz cantante por el lado de las Farc. Me di cuenta de que si las Farc aceptaron que dejaban las armas a cambio de que se cumplieran una serie de reformas, eso iba a buen puerto.

El libro permite ver la magnitud de hechos con mucha fuerza política, como la participación de militares activos en la negociación...

Esas son partes que no quedaron registradas por la prensa. Hubo cosas tan nuevas para un país que duró más de 50 años en guerra, por ejemplo, ver lo que pasaba entre Carlos Antonio Lozada y el general Javier Flórez y cómo los mismos negociadores miraban ese acercamiento con sospecha. Esa es una de las fortunas del proceso: una reconciliación de dos enemigos que se vieron cara a cara. Esa simbiosis llegó a tal punto que fueron las propias Farc las que pidieron que el Ejército las protegiera. Mientas el plebiscito se perdía, había un Ejército protegiendo a los guerrilleros que salían de sus bastiones, de 60 años de guerra, a sus nuevos puntos de encuentro. Dije: esta historia la tengo que publicar.

¿Y esa simbiosis se mantiene?

Este proceso funciona porque hay un respeto mutuo. Por eso me parece tan peligroso cuando veo a Uribe tratar de cambiar todo, amenazando con que la guerra vuelve. Los que más saben de la guerra son los generales, los comandantes, los coroneles, y son los primeros que me enseñaron sobre la importancia de lo que pasó y de la diferencia que hay entre un país con Farc y uno sin Farc. Ese país al que quiere volver Uribe ya no existe. Ojalá no nos devuelvan a lo que ya no existe, porque lo van a tener que crear.

¿Cree que el país no ha asimilado todavía las consecuencias del No?

Hace poco me preguntaron cómo podía explicar un país que votó no a la paz y no a la corrupción, y les dije que eran dos cosas distintas. Nosotros sí votamos no a la paz y perdimos. Salir de una cultura política que creó la guerra no es fácil, pero desde entonces este país es distinto. Se hicieron unas elecciones a Congreso que, prácticamente, cambiaron el mapa político, con una oposición de centroizquierda que en Colombia era insostenible. En la segunda vuelta a Uribe le tocó entender que el radicalismo no era la fórmula e impuso al candidato menos radical, cuyo contrincante fue Gustavo Petro, un excombatiente del M-19 que logró la votación más alta que ha tenido la centroizquierda en la historia de Colombia. Encima de eso, hubo una consulta anticorrupción que, si bien no pasó el umbral, le dejó un mandato inmenso al gobierno de Iván Duque. Sí es un país distinto y quienes no lo vean así se van a equivocar.

¿Por qué cree importante que los periodistas escriban libros?

El periodista, a diferencia de un historiador, recoge un momento. Creo que uno le ayuda al historiador a mirar lo que pasó para que llegue y recoja sobre algo que hay construido. Este es un momento histórico y les toca a los periodistas contar qué y por qué pasó. Sin embargo, el acuerdo no se podía quedar ahí como un mamotreto. Es un documento que hasta ahora está cobrando vida y ese es un tema que los periodistas no entendimos, tal vez abrumados por tanta información.

Con este libro no hubo un lanzamiento convencional, sino unas piezas en video que se mueven por las redes sociales. ¿Qué se está haciendo?

Decidí recurrir a las redes. En lugar de un coctel, quise ensayar algo con Penguin Random House. Mi editor, Juan Camilo González (sello Debate), decidió que hiciéramos minilecturas dramáticas con ocho pedazos de los capítulos más importantes, que están a cargo de Carolina Cuervo y Nicolás Monteros, dos actores muy importantes. Así lo estamos sacando a través de Arcadia y, luego, Semana.com. No sé si funcionará, pero creo que tenemos que cambiar, porque quiero que este libro se lea.

 

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Por Germán Gómez Polo - Twitter: @TresEnMil

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