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En los caminos de la paz

El gobernador del Cauca siente que le quitaron un piano de encima con la muerte de 'Alfonso Cano'. Cree que las armas deben estar en manos de quien dice la Constitución.

Édinson Bolaños / Especial para El Espectador
14 de noviembre de 2011 - 09:00 p. m.

Una noche tomó la decisión de trazar una línea que no podían atravesar ni el M-19 ni los soldados del Ejército Nacional. Estaba en las montañas de Corinto (Cauca), finales de los años 80, y pertenecía a la comisión nacional que buscaba la paz con el Movimiento 19 de abril. Habló con Álvaro Fayad y Carlos Pizarro, ambos comandantes del grupo insurgente. Habló también con Antonio Navarro, hoy su homólogo en Nariño. Compartió pupitre en el Congreso con Iván Márquez. Lejos estaba de imaginarse que dos décadas después el guerrillero más buscado en Colombia, Alfonso Cano, caería bajo su gobernación.

Los errores de ‘Cano’

Como conocedor que es del Cauca, Guillermo Alberto González sabía cuatro meses antes de la operación que Alfonso Cano estaba en su región. Ya le había manifestado a la prensa que si los ataques contra la población eran constantes, significaba que el departamento estaba en la mira del secretariado de las Farc. “En la medida en que sucedieron muchos actos terroristas, como el de Caldono, en el que murieron 16 soldados, se distraía a la Policía y al Ejército para que se pudiera trasladar a Cano de la cordillera Central, que había abandonado hacía siete meses, a la cordillera Occidental, presumo yo, en busca del mar, de López de Micay, buscando el océano Pacífico para escapar a otro país”, comenta González.

Sin embargo, fue un craso error, dice el gobernador, “desde el punto de vista de la lucha que él venía realizando, porque hay una diferencia sustancial en las condiciones de vegetación, de topografía de la cordillera Central a la Occidental. Mire usted dónde cayó abatido este jefe guerrillero, esa no es una zona boscosa, esa es una zona de matorrales, yo la conozco, he estado allá”.

“Cano tampoco alzó las manos cuando se encontró de frente con el soldado que le dio de baja”, dice González Mosquera. ¿Era posible capturarlo con vida? “Pues, todo había sido dispuesto para que cayera en el bombardeo. No obstante, pudo evadir la Fuerza Pública varias horas antes de morir”. El pasado 4 de noviembre, a las 8 de la mañana, el gobernador se enteró de que se iniciaba la operación. La primera noticia que le llegó fue que se había bombardeado el lugar y que estaban muertos alias El Zorro, el jefe de comunicaciones de Cano, y Jennifer, una guerrillera que no era la compañera sentimental del máximo jefe de las Farc.

Sentado en su despacho, pasadas las 9 de la noche, recibió la noticia que estaba esperando. El cuerpo que acababa de llegar a Popayán sí era el de Alfonso Cano. “Habían transcurrido horas y el respiro lo podía dar, en tanto que desaparecían las causas de los ataques en el Cauca”, dice González. Seguidamente comentó con los secretarios de la oficina: “No hay ningún centímetro del territorio donde no pueda ser ubicado un guerrillero, eso tiene que llevar a las Farc a meditar y a pensar en los caminos de la paz”. Recibió una llamada, querían que viera el cadáver. De sopetón rechazó la propuesta.

Emisario de la paz

Cuando fue presidente de la Caja Agraria entre 1978 y 1982, en la administración de Julio Cesar Turbay Ayala, Gonzales Mosquera, recorrió medio país, donde pudo darse cuenta que en el tema de la paz tenía mucho que ver el sector rural. Posteriormente fue nombrado, Presidente de la comisión de Diálogo Nacional en el Gobierno de Belisario Betancur Cuartas. Años más tarde, subió a las montañas del Cauca en el proceso de paz con el M19 y habló tantas veces con Carlos Pizarro, que este último, llegó a pedir respeto por su vida, cuando Gonzales Mosquera fue secuestrado por el ELN.

Gonzales fue retenido por el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y llevado a lo más alto del volcán Puracé. En ese tiempo era Representante a la Cámara por el Cauca. Su secuestro se dio con el objetivo de presionar al presidente de la época, Virgilio Barco, para que les permitiera realizar un congreso nacional de la política del petróleo en Colombia. El presidente aceptó y Gonzales fue liberado.

Siendo congresista varias veces compartió el mismo pupitre con Ivan Márquez. El que se dice será el próximo sucesor de Alfonso Cano, quien era representante a la cámara de la Unión Patriótica (UP), por el departamento del Caquetá. “hablamos de Colombia y de mi gran amistad con Oscar Bernardo Jaramillo, el jefe de la UP, a quien después asesinan”.

Pero, muchos se preguntarán, ¿qué hacía un familiar de los Mosquera, una familia elitista de Popayán, con un militante de la Unión Patriótica, luego guerrillero de las Farc? Sencillamente eran como buenos compañeros de clase. Hablaban de las problemáticas del país, principalmente de la reforma agraria.

Gonzales Mosquera, define a Ivan Márquez como, “un hombre inteligente, con un marxismo un poco extremista en muchos aspectos, pero pensante. Después, creo que asume actitudes más beligerantes cuando le pasa el tema de la Unión Patriótica. Hasta entonces tuve mucho trato con él, después no”.

Dos décadas después, este Liberal de pura cepa, mira caer en su departamento y bajo su jurisdicción, al jefe de las Farc más buscado en los últimos tiempos: Alfonso Cano. El sábado pasado, cuando se encontró con el Presidente Juan Manuel Santos en Popayán, él le habló primero: “Presidente, estamos respirando más tranquilos en el Cauca, yo le quiero agradecer y quiero felicitarlo porque usted hoy a los caucanos nos ha dado la posibilidad de vivir más tranquilos”. A lo que el presidente le confesó: “si, yo creo que el departamento del Cauca con esto va a tener mejores perspectivas - pero ojo, le dijo Santos- hay que redoblar las acciones, hay que aumentar la acción de la fuerza pública en este departamento, todavía no es hora de decir de ninguna manera que con esto se terminaron las ofensivas en el Cauca”.

Guillermo Alberto Gonzales, habla fuerte y ligero, pero no se cansa de conversar. El día de la entrevista lo demostró. Acabó una reunión de rendición de cuentas y me atendió en su despacho. Eran las 7:30 de la noche. Se sentó al lado del solio de Bolívar, acomodó sus gafas de aumento, templó su corbata y empezó a contar su historia: su anuncio fue más allá de decir que era el Gobernador del Cauca o el emisario de la paz, también declaró que fue amigo de los comandantes de las Farc, pero que hoy, es su acérrimo oponente. Confesó que se retira de la política, pero que seguirá buscando la paz, como “ciudadano de a pie”, desde este Cauca, su tierra, la que ha derramado tanta sangre.

Por Édinson Bolaños / Especial para El Espectador

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