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“Oportunismo” y “beneficio político” fueron los calificativos que usaron los disidentes del Partido Liberal para argumentar su decisión de renunciar a la colectividad en septiembre pasado. Un destacado equipo que, por años, enarboló las banderas del “trapo rojo” y se cansó, dicen, de las determinaciones que venía tomando su actual director, el expresidente César Gaviria, y armó rancho aparte.
Este jueves en la noche, regresaron a la arena política al estrenar el que, a partir de ahora, será su nuevo movimiento político: En Marcha. “Este movimiento de ciudadanos tiene su origen en la convicción de que los partidos políticos en general, y el Partido Liberal en particular, que han sido un baluarte de la institucionalidad colombiana, recientemente, han sido inferiores a su papel histórico”, dijeron anoche en una declaración conjunta sus fundadores.
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¿Quiénes son y en qué consiste este “resurgir” de los inconformes liberales? Exfuncionarios del gobierno Santos, entre los que se cuentan Juan Fernando Cristo, Guillermo Rivera, Yesid Reyes, Amylkar Acosta y otros cuyo pasado los vincula con este partido, como Ramiro Bejarano, Eduardo Díaz Uribe, Cecilia López y Juan Sebastián Rozo.
La idea es tener un rol protagónico, inicialmente en las elecciones locales y regionales de 2019, según afirman, una lucha en contra de quienes quieren hacer “trizas” el Acuerdo de Paz, una causa que han liderado los rojos. “Tenemos un compromiso absoluto con el propósito de construir una paz estable y duradera como consecuencia de la implementación del Acuerdo del Teatro Colón”, ratificaron anoche.
Y eso explica el origen del estallido de la crisis liberal. Desde que comenzó la carrera por la Casa de Nariño, el rumbo que tomarían los partidos de la antigua Unidad Nacional (la U, liberales, conservadores y Cambio Radical) se hacía fundamental frente al nuevo jefe de Estado. Por eso, cuando llegó la hora de votar en la segunda vuelta presidencial entre los entonces candidatos Iván Duque y Gustavo Petro, estas colectividades se vieron obligadas a fijar una postura, entre otras cosas, de cara también al Estatuto de la Oposición que se iba a estrenar meses después.
Era de esperarse entonces que los liberales optaran por dejar en libertad a sus votantes o irse del lado de Petro, teniendo en cuenta que Duque, como ficha del uribismo, tenía posiciones en contra de lo pactado con las Farc en Cuba. Sin embargo, al final, Gaviria decidió hacer campaña por el aspirante del Centro Democrático.
“La visión que se tiene desde el Centro Democrático es muy distinta a la que tenemos los liberales de pensamiento en Colombia y por eso se debe ejercer una oposición constructiva”, explicaron con su renuncia los hoy integrantes de En Marcha. Y aunque se consideran “evolucionarios” y “no revolucionarios”, sí afirmaron estar dispuestos a hacerle frente a un mundo cada vez más polarizado que, según dijeron, está ganando terreno en todas las latitudes. “En Colombia, el liderazgo político es débil, la percepción de corrupción en lo público no puede ser mayor y la crisis de los partidos es manifiesta”, reiteraron sus voceros en el evento de este jueves, que tuvo lugar en el centro cultural Galería Cero, en el norte de Bogotá.
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Si bien es impredecible el futuro que va a adquirir este nuevo movimiento político en el terreno electoral, no es un hecho menor que sus dirigentes son verdaderos “pesos pesados” de la política, que saben cómo moverse; como Cristo o Rivera, quienes fueron dos de los más firmes escuderos de Santos y de la implementación de los textos de paz al final de su mandato.
“Nos ponemos En Marcha para defender en la calle los principios liberales; el desarrollar instituciones políticas que permitan tramitar los conflictos sociales por vías pacíficas y constructivas, atender los problemas sociales, el respeto a las libertades y derechos de todos, especialmente los de los grupos e individuos más vulnerables, incluyendo las víctimas del conflicto armado…”, agregaron en la declaración conjunta.
Queda puesta a prueba pues la capacidad de convocatoria de los “disidentes rojos”, que apuntan a liderar las regiones a partir de 2019. Un escenario impredecible y, más aun, en momentos en que el presidente Duque está empezando a buscar los caminos para vigorizar su gobernabilidad, no solo en el Capitolio, sino con el objetivo de no dejar perder aquellos departamentos que históricamente le han pertenecido al uribismo. Como quien dice, la lucha por gobernaciones y alcaldías arrancó.