Historias de "aventones" en el avión presidencial

A propósito de la polémica en torno al presidente Iván Duque, otros mandatarios como Alfonso López, Julio César Turbay, César Gaviria y Juan Manuel Santos, también vivieron escándalos por el supuesto uso indebido de aeronaves oficiales por parte de familiares para asuntos privados. Hagamos memoria.

Redacción Politíca
11 de febrero de 2020 - 11:17 p. m.
El FAC 002, al servicio de la Presidencia, es generalmente usado por la vicepresidenta, los ministros y la primera dama.  / Fuerza Aérea
El FAC 002, al servicio de la Presidencia, es generalmente usado por la vicepresidenta, los ministros y la primera dama. / Fuerza Aérea

Cada cierto tiempo, casi que en cada gobierno, el uso “supuestamente” indebido del avión presidencial o de aeronaves oficiales genera una ardua controversia en la opinión pública nacional, en los medios de comunicación e incluso en la misma clase política, más aún si el ambiente entre quien está en el poder y la oposición es de dura confrontación, como sucede en la actualidad. Es lo que se está viendo con la noticia de que el viernes 7 de febrero, el Fokker 002 al servicio de la jefatura del Estado,  trasladó desde Bogotá hasta Armenia a la primera dama, María Juliana Ruiz y a sus hijos, en compañía de otros niños y sus mamás, para celebrar en el Parque Panaca, ubicado en la capital quindiana, un cumpleaños.

La controversia gira en torno a que en la lista de quienes estuvieron en el vuelo aparecen siete “invitados especiales”, y los críticos han enfilado baterías señalando que un bien público, como lo es el avión presidencial, no puede ser utilizado para el transporte de personal privado. Y en este caso, no se trató de viaje oficial para cumplir con compromisos propios de la primera dama. Desde la Casa de Nariño han explicado que “por seguridad”, la familia del primer mandatario no puede movilizarse en aviones comerciales. “El presidente siempre ha sido muy estricto con eso de los viajes públicos, ha sido una persona que ha dado ejemplo de austeridad y aquí no se ha cometido ninguna ligereza”.

Lo cierto es que no es la primera vez que se arma polémica en Colombia por el uso del avión presidencial para cuestiones privadas del mandatario de turno o de su familia. Por ejemplo, a César Gaviria le armaron un gran escándalo cuando, en enero de 1994, transportó en la aeronave, desde Valledupar a Bogotá, un conjunto vallenato para la celebración en Palacio del cumpleaños de su esposa, Ana Milena Muñoz. El lío fue que nunca lo consultaron, la Procuraduría hasta abrió investigación y el enojo de Gaviria fue monumental.  

Años después, en un artículo escrito para la revista Soho, el ahora exmandatario recordó con jocosidad el episodio: “Decidí cancelar de mi propio peculio todos los costos que esto causó, tan pronto tuve conocimiento de ello y antes de cualquier debate. Sin embargo, esto no fue suficiente, ya que el avión presidencial (más conocido hoy como ‘La cafetera’) tenía una ‘dignidad propia’, que se había afectado o lastimado por el hecho de transportar un conjunto vallenato. Nunca entendí bien la indignación de tantos por un asunto que poco tenía que ver con el interés público. Entendí el asunto cuando un día desprevenido, en uno de los tantos desplazamientos por la ciudad, leo en la circunvalar un grafiti que decía: ‘Arriendo Fokker para parranda vallenata’”.

Yendo aún más atrás, a Alfonso López Michelsen le llovieron rayos y centellas cuando el entonces avión presidencial, al desplazarse hasta Holanda para trabajos de mantenimiento, llevó como pasajeros a algunos allegados a su familia, que quisieron aprovechar el ‘aventón’ para darse una ‘vueltica’ por el viejo continente. Y Julio César Turbay también recibió críticas cuando arrendó un Jumbo de Avianca para una prolongada y discutida gira por Europa, que los columnistas de la época bautizaron como “parranda aérea”.

Ya en la historia más reciente, cómo no recordar el embrollo que se le armó a Juan Manuel Santos cuando oficiaba como ministro de Defensa, en el gobierno de Álvaro Uribe, cuando se denunció el uso de un helicóptero militar, un Black Hawk del Ejército, para trasladar a sus hijos y un grupo de amigos desde Anapoima hasta Bogotá. Hubo también investigación de la Procuraduría, que terminó en archivo, al considerarse que por la jerarquía del cargo que ostentaba Santos y los riesgos para su entorno familiar, “resultaba sensato que utilizara medios de desplazamiento confiables, de conformidad con los esquemas diseñados por los competentes para estos efectos”. En esa época también hubo escándalo por el viaje, en aeronaves oficiales, de familiares del entonces ministro del Interior, Fabio Valencia Cossio, a Caño Cristales, en el Meta. 

El meollo del asunto es si se trata de actuaciones con implicaciones legales o inmersas en el terreno de lo ético. En la actualidad, las redes sociales están al rojo vivo con posturas de uno u otro lado, e insultos por doquier. Al final, lo que queda claro es que el episodio en torno al presidente Iván Duque, como en el pasado, es caldo de cultivo para alimentar la polarización política en el país.

Nota modificada por el editor.

Por Redacción Politíca

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