La arriesgada apuesta del Partido Liberal

La colectividad roja elige hoy en consulta popular su candidato a la Presidencia de 2018, entre Humberto de la Calle y Juan Fernando Cristo. El nivel de participación que se obtenga dirá mucho de su futuro como una fuerza política con opción de poder o que sigue en decadencia.

HUGO GARCÍA SEGURA
19 de noviembre de 2017 - 09:00 a. m.
Juan Fernando Cristo y Humberto de la Calle, los precandidatos presidenciales del Partido Liberal.  / Archivo
Juan Fernando Cristo y Humberto de la Calle, los precandidatos presidenciales del Partido Liberal. / Archivo

Según la más reciente encuesta Gallup Pol, la del mes de octubre, la opinión de los colombianos frente a los partidos políticos es desfavorable en un 89% y favorable solo en un 8%. De la crisis de estos se viene hablando en el país desde hace rato, algo que se hace más palpable con la actual proliferación de candidatos a la Presidencia por firmas. Los análisis hablan de dinámicas de corrupción y clientelismo al interior de los partidos y de una total desconexión con la ciudadanía, que se traduce en profunda desconfianza. Porque si en el pasado se agitaba el trapo rojo o azul, y las personas acudían a las urnas a votar por quien o quienes indicaban las colectividades -bien fuera por afinidad ideológica, por costumbre familiar o por tradición-, hoy hay más conciencia y autonomía, las redes sociales influyen y pesa mucho la opinión.

Una realidad ineludible a la que se enfrenta este domingo el Partido Liberal, el único que se atrevió a decidir mediante consulta popular su candidato a la Presidencia de 2018, entre el exnegociador de paz en La Habana, Humberto de la Calle y el exministro del Interior, Juan Fernando Cristo. Una cita a la que se llega en medio de la discusión general sobre si vale la pena gastarse $41.000 millones que le vale al Estado esta convocatoria y los mismos reparos internos de otros líderes que, en algún momento, aspiraron a participar en el proceso de escogencia de ese candidato único, como los senadores Juan Manuel Galán, Viviane Morales y Sofía Gaviria, pero que finalmente se hicieron a un lado alegando falta de garantías e imposiciones y cambios en las reglas del juego por parte de las directivas.

Ahora, si bien definir candidatos a corporaciones públicas mediante consulta popular es una de las grandes conquistas democráticas de los últimos tiempos, es claro que esta vez, en el caso del Partido Liberal, se trata de una arriesgada apuesta. Es una votación atípica que no coincide con ninguna otra elección y ya de por sí se conoce del elevado abstencionismo que en este tipo de certámenes impera en Colombia. Además, el tiempo para hacer campaña fue extremadamente corto y los roces internos entre Juan Fernando Cristo y el director de la colectividad, el expresidente César Gaviria, a quien el exministro acusó de estar parcializado, jugando sucio e inclinando la balanza hacia su contendiente (De la Calle), han dejado una imagen de desunión ante el país que podría salir caro. 

Precisamente, en el liberalismo esperan que tras esta elección salgan unidos y fortalecidos. Ya los mismos De la Calle y Cristo sellaron el compromiso de respetar el resultado y quien pierda apoyará a quien resulte ganador. Y también es sabido que, hacia futuro, el objetivo es buscar alianzas con otras fuerzas políticas que respaldan el Acuerdo de Paz firmado por el gobierno Santos con las Farc, la cual se plantea en contra de quienes quieren hacerlo trizas. Hasta aquí todo bien. Pero, ¿qué pasa si esa votación de la consulta popular es muy baja? O, si gana Juan Fernando Cristo, ¿cómo manejar su relación con Gaviria, el director de la colectividad, después de haberle echado cantidades de agua sucia durante las últimas semanas? Sin duda, interrogantes válidos, pues es claro que lo que el Partido Liberal se juega también este domingo en las urnas es la opción de ser protagonista en los comicios presidenciales del próximo año.

Mejor dicho, lo que esperan César Gaviria, el senador Horacio Serpa y todos los demás altos dirigentes del liberalismo es que hoy se dé una votación importante, que se convierta en el punto de partida para entrar con fuerza y autoridad a negociar esas posibilidades de coalición con otros partidos. El problema es que si no es así, se corre el riesgo de tener que estar supeditados a las condiciones que impongan los demás. Ahora, ¿qué es una votación importante? Nadie se atreve a dar cifras, pero el Partido Liberal ya atravesó momentos electorales aciagos cuando en la elección presidencial de 2010, en primera vuelta y con Rafael Pardo como candidato, apenas alcanzó el umbral del 5% necesario para no perder la personería jurídica. Algo así como 638 mil votos.

En lo que tiene que ver con los dos precandidatos, la verdad es que las diferencias de fondo no son muchas y son más las coincidencias ideológicas que guardan. Los dos estuvieron en el gobierno de Juan Manuel Santos, De la Calle como jefe negociador en el proceso de paz con las Farc y Cristo como ministro del Interior; los dos se la jugaron a fondo por sacar adelante la negociación y por mantener vigente en la agenda los derechos de las víctimas, así muchos no compartan las tareas que cumplieron y los resultados que se obtuvieron. Hay quienes dicen, sin embargo, que mientras el primero tiene a su favor el voto de opinión, el otro tiene el poder de las maquinarias, siempre tan influyentes en este tipo de disputas electorales. Eso solo lo sabremos en la noche, cuando la Registraduría dé a conocer los resultados. Eso sí, lo claro es que el Partido Liberal define en la consulta de hoy mucho de su futuro como una fuerza política con opción de  poder o que sigue en decadencia.       

Por HUGO GARCÍA SEGURA

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